Martín Primo

En las últimas semanas el país se ha sumido en una crisis global, económica y política. La realidad es que la corrida cambiaria pegó tan fuerte que quedó colocada en el aire la posibilidad que Macri se vea obligado a salir del gobierno de manera anticipada.

En el medio de esto, rápidamente se ha montado un operativo de contención que, arrancando por el peronismo federal, el Frente Renovador, el kirchnerismo y las dirigencias sindicales de la CGT y las CTA (Moyano incluido), se escudan en la gobernabilidad para no hacer olas.

Hace como que se hace: se denuncia al FMI, se denuncia el aumento de tarifas, se patalea en el Congreso, se hacen “jornadas de lucha” en días feriados… pero lo que nadie hace es convocar a verdaderas medidas de protesta de conjunto que puedan derrotar el ajuste y echar al propio FMI.

Mientras tanto, a lo que verdaderamente se dedican, es a poner en marcha cálculos electorales siempre con la mira puesta en el sacrosanto respeto de las elecciones para… octubre del 2019.

Parte de estas elucubraciones es el espacio que acaban de montar la CCC (Corriente Clasista y Combativa), en conjunto con el Movimiento Evita y Libres del Sur de la diputada Victoria Donda, además de Unidad Popular de Víctor de Gennaro, espacio al cual se le han sumado sectores menores como Patria Grande, entre otros.

¿Qué representan estos sectores? Centralmente se trata de los movimientos sociales de desocupados agrupados en la CTEP, una central que, hoy por hoy, monopoliza el grueso de los planes sociales y que está en directa vinculación con la Iglesia Católica y el papa Bergoglio.

Su jugada, según parece, sería entrar en la propuesta de Agustín Rossi de una “gran interna de los que están contra Macri” en las PASO del año que viene; es decir, sumarse como furgón de cola del relanzamiento del kirchnerismo.

Desde el punto de vista de clase es evidente que no se trata de ningún proyecto independiente de los trabajadores; su lógica es la colaboración de clases, en este caso bajo la particularidad de ser una de las expresiones políticas más directas del Papa en nuestro país.

Es por esto que nos parecen sumamente graves los últimos posicionamientos que viene asumiendo el MST. Ya en oportunidad de la marcha del 24 de Marzo tuvimos una grave desavenencia porque esta organización trabajó todo el mes previo a la movilización en un estrecho frente único con la CCC-PCR en una perspectiva de “unidad de acción” con el kirchnerismo que no era más –como alertamos- que mezclar las banderas con una fuerza burguesa opositora que ya estaba con las cuatro patas en el operativo del “Hay 2019”.

No hizo falta a la actual corrida cambiaria para que se reafirmara esta orientación de defensa de la gobernabilidad. Es que para este momento ya había ocurrido el hecho de la lucha de clases que detonó la actual crisis económica de manera postergada: las jornada del 14 y 18 de diciembre que le impusieron un golpe durísimo al gobierno; luego en oportunidad del acto del 21 de febrero, Moyano le bajó el pulgar a cualquier medida de fuerza.

Es por esto que “la unidad de acción para no luchar” ya se había evidenciado como un callejón sin salida cuando el 24 de Marzo.

Aun así, posteriormente logramos hacer el acto del 1° de Mayo de Izquierda al Frente bajo un criterio independiente; esto más allá que el MST expresara una dramática desorientación política en el mismo.

Pero no hizo falta más que apareciera este remedo frente populista encabezado por la CCC, el Evita y Libres del Sur para que toda la estantería del MST comenzara a temblar.

Siempre señalamos que el MST había sido arrastrado por nuestro partido a un acuerdo de independencia de clase. Sin embargo, una y otra vez advertimos que bajo los eufemismos de “izquierda radical”, “acuerdos amplios”, “anticapitalismo” y muchas otras formulaciones generales, en gran medida importadas de un sector del trotskismo europeo (la IV Internacional mandelista), lo que se expresaba era una pérdida completa del criterio de clase.

En realidad, esta pérdida viene de 20 años atrás, de la crisis del viejo MAS, del enredo y la incomprensión en la que quedó el MST con esa grave crisis, de la confusión creada por frentes como Izquierda Unida que terminó dejando por el camino el criterio de clase de los acuerdos (y que los llevó oportunamente a apoyar a la burguesía agraria).

Los comportamientos del MST así como los últimos artículos de su prensa, vienen a confirmar lo que estamos señalando: la confusión y pérdida completa de la brújula de clase de esta organización que, de seguir con esta orientación, se pondría expresamente por fuera del acuerdo y el programa firmado oportunamente cuando constituimos Izquierda al Frente por el Socialismo.

Pese a que la dirección del MST no nos ha enviado ninguna comunicación, pero al haber hecho público su giro actual (1), queremos ser claros frente a toda la base militante y simpatizantes de Izquierda al Frente: la entente montada por las organizaciones de la CTEP es un engendro policlasista enemigo de la independencia de clases de los trabajadores, razón por la cual jamás podría ser un interlocutor de nuestro frente.

Por nuestra parte, el Nuevo MAS va a seguir defendiendo la Izquierda al Frente por el Socialismo como un frente de independencia de clase que pretende la unidad de la izquierda clasista. En este sentido, con las únicas fuerzas con las que se podría avanzar son las que integran el FIT y también con Luis Zamora.

La independencia de clase es un principio innegociable.

 

Notas

(1) Ver artículo “Ante una nueva situación, nuevos desafíos” Alternativa Socialista 23/05/18.

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