Buenos días a todas y todos los presentes; agradezco la invitación a exponer en esta reunión en la previa al tratamiento en diputados el 13 de junio.

Ya se han desarrollado muchas jornadas de exposición y se han aportado argumentos contundentes desde la medicina, el derecho, la filosofía, la sociología y muchas disciplinas más en favor de la interrupción voluntaria del embarazo.
Hoy quiero hablar y aportar como integrante del movimiento de mujeres y como militante feminista socialista de la agrupación de mujeres Las Rojas y el Nuevo MAS.

Quiero comenzar destacando que ha sido la enorme fuerza del movimiento de mujeres lo que ha puesto sobre la mesa este debate sobre la urgente necesidad de consagrar el derecho al aborto en el hospital.
Esta es la razón por la cual la discusión ha llegado al Congreso; por la cual estamos hoy acá; por la cual hemos logrado abrir este histórico debate en nuestro país.
No nos conformamos simplemente con que se “discuta”, como han dicho algunos diputados. No nos alcanza con eso. La pelea que está planteada es para que este derecho sea ley y sea realidad en los hospitales de todo el país.
Una sola mujer muerta por aborto clandestino merece que el Estado se haga cargo. Y no es una, son cientos.
Parece de la pre-historia que tengamos que argumentar por qué no se aguanta más que las mujeres no tengamos plena soberanía sobre nosotras mismas: por qué necesitamos decidir sobre nuestro propio cuerpo. Funcionarios, jueces, médicos, políticos y curas, sobre todo los curas y la Iglesia Católica, pretenden “legislar” sobre nosotras: dictaminar sobre lo que debemos o no debemos hacer.

La decisión sobre tener hijos o no tenerlos, cuándo, cuántos, cómo, debería ser una decisión de la mujer. Hace a nuestra libertad para elegir un proyecto de vida. Si la mujer está obligada a continuar con un embarazo que no desea, por los motivos que sea, se la condena a ser una máquina de reproducción. Cuando no a la muerte.
La decisión sobre nuestro cuerpo y nuestro proyecto de vida es parte de la diferencia entre ser persona y ser una cosa, un animal, o un esclavo.
Sí, la de las mujeres es una situación comparable a la del esclavo. La falta de soberanía sobre nuestro cuerpo, implica que mientras el aborto no sea despenalizado y también legalizado, las mujeres seguiremos siendo tratadas como cosas: cualquiera puede hablar por nosotras, cualquiera puede disponer, y seguiremos condenadas a ser ciudadanas de segunda. Por el hecho de ser mujeres, tenemos menos derechos.
La emancipación de una persona empieza también por su cuerpo. Por eso hoy aparece como inconcebible para tantas jóvenes mujeres que el aborto sea ilegal en la Argentina: ellas están copando nuevos espacios, quieren ir a todas partes: a la cultura, al deporte, al arte, al trabajo, a la política, a este atril.
Esto es parte de lo que hay en juego en esta discusión. Está en debate el lugar de la mujer en la sociedad.
Es un paso necesario para ir más lejos: hacia la emancipación global de las mujeres como parte de la emancipación de todos los explotados y oprimidos.

El movimiento de mujeres en nuestro país tiene una enorme historia: los Encuentros Nacionales de Mujeres; las marchas del 8 de marzo, los mil y un combates que se dan todos los días por nuestros derechos y contra cada injusticia. Y en el último período, la masividad adquirida a partir del grito de #NiUnaMenos.
Este debate llegará a recinto a fuerza de marchas, lucha e insistencia, y si se aprueba será a fuerza de marchas, lucha e insistencia.
Por eso nos preparamos para el próximo 4 de junio. Y ahí también vamos a hablar en contra del FMI, porque las mujeres queremos hablar de todos los temas importantes. Y porque si se aplican las recetas del FMI, sabemos que no habrá ni un peso para la salud pública, entre otras cosas.

Existen inmensas condiciones para conquistar el derecho al aborto: por primera vez se multiplican las voces y los sectores que lo defienden: una mayoría social se viene pronunciando a favor.

Sin embargo, está el obstáculo de la votación en las cámaras; el problema de que el propio gobierno de Macri –que convocó al debate- se pronuncia mayoritariamente en contra del derecho al aborto, empezando por el presidente. También entre la oposición hay amplios sectores vinculados al gobierno anterior que están en contra.

¡Si el Congreso da la espalda a este reclamo dándole lugar a los sectores más retrógrados sería una burla a la voluntad mayoritaria de las mujeres y la sociedad!

¡Llegó la hora de que escuchen los reclamos populares y los respeten!

Como feminista socialista considero que la lucha por los derechos de las mujeres es parte de la pelea por transformar la sociedad toda, por lo que quiero citar a la gran revolucionaria Rosa Luxemburgo, que sostenía nuestro objetivo es luchar  

“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.

Muchas gracias.

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