SOB Francia 

En Francia, el Día Internacional de la Clase Trabajadora ha estado marcado por grandes movilizaciones que han reunido a más de 200.000 personas en las calles de todo el país. La gran cantidad de manifestantes presentes en esta jornada es el síntoma de una bronca social que aumenta contra el gobierno de Macron, que está llevando un plan de ataque global al conjunto de la clase obrera, haciendo que numerosos sectores pasen a la oposición contra el gobierno, como los ferroviarios, los estudiantes, los inmigrantes y trabajadores del sector público y el privado, entre otros. 

El mes de abril se ha caracterizado por el comienzo de la huelga ferroviaria, contra la privatización de la SNCF que pretende llevar adelante el gobierno, así como también por las decenas de ocupaciones de universidades llevadas a cabo por los estudiantes en lucha contra la selección universitaria. La determinación y la unidad entre estos sectores ha permitido el inicio de una convergencia de luchas que ha comenzado a desarrollar una oposición contra el gobierno, entendiendo dos cosas fundamentales: 1) que el ataque a cada sector forma parte de un atable global del gobierno y 2) que es por eso que es necesario y también posible derrotar a Macron. Porque que el conflicto de los ferroviarios gane o que las reivindicaciones estudiantiles triunfen significa un triunfo del conjunto de los trabajadores y un retroceso del gobierno. 

Por ese motivo, luego de las grandes movilizaciones que comenzaron el 22 de marzo y siguieron durante todo abril, el gobierno decidió ratificar su plan de ajuste en favor de los ricos, agregando a este plan una fuerte represión contra todos los sectores que se oponen a su plan de gobierno. El desalojo por la fuerza de las facultades ocupadas por los estudiantes, la brutal represión a la ZAD de Notre Dame des Landes y la represión en las movilizaciones callejeras por parte de las “fuerzas del orden”, son algunos de los puntos salientes de una violencia organizada y orquestada por un Estado capitalista decidido a proteger los intereses de los de arriba, a base de golpes y gases contra todo aquel que luche por defender sus derechos. 

En este contexto, los sectores que vienen buscando la unidad de las luchas están siendo frenados por las direcciones de los principales sindicatos. En el caso de los ferroviarios, la Intersindical CGT-CFDT-UNSA, viene apostando al diálogo con el gobierno, buscando concertaciones para discutir enmiendas al “Pacto ferroviario” de Macron, pero sin plantear su retiro total, como sí lo ha hecho el sindicato Sud-Rail. En el mismo sentido, las jornadas de huelga escalonadas de 48 hs., decididas de forma antidemocrática por las cúpulas sindicales, también vienen siendo una manera de frenar una organización desde las bases que pueda realmente ponerle un freno a la privatización de los ferrocarriles. En algunas estaciones de trenes se ha logrado convocar a asambleas de trabajadores que han declarado la huelga renovable, pero la estrategia divisionista de los líderes sindicales hace que sea difícil por el momento desarrollar una organización que pueda desbordar los límites burocráticos. Más aún teniendo en cuenta las declaraciones de la semana anterior de Martinez, dirigente de la CGT, quien dijera que su objetivo “no es hacer partir a Macron”, sino simplemente proponer reivindicaciones, pero sin poner en cuestión la gobernabilidad en ningún momento. 

Es por eso que con este panorama, la movilización del 1° de mayo de este año en París, tuvo una característica muy especial, ya que casi la mitad de los participantes eran jóvenes y no marchaban detrás de las banderas de las confederaciones sindicales. Se trata del ya famoso cortège de tête, la columna que va a «la cabeza» de la manifestación. Es una columna heterogénea formada sobre todo por estudiantes, también por jóvenes trabajadores y desempleados. Políticamente está compuesta por militantes de varias tendencias de izquierda, como el NPA, anarquistas, autonomistas e independientes, que no quieren marchar en la columna sindical, apolítica, que distrae a los trabajadores con música y alcohol, en un clima distendido que se aleja de la pelea política contra el gobierno.

Al poco tiempo de comenzada la manifestación, algunos jóvenes atacaron un Mc Donald’s y quemaron un vehículo. La reacción de la policía antidisturbios fue tirar gases lacrimógenos a miles de personas, golpear personas indefensas, y así impedir la continuación de la manifestación. Algunos militantes lograron desviar las columnas por una vía alternativa para llegar al punto final de la marcha.

Ante estos acontecimientos, Philippe Martinez, de la CGT, que en ningún momento se ha solidarizado con los estudiantes que ocupaban universidades, y que fueron reprimidos por la policía en el allanamiento de tres universidades, ¡exigió más acción policial! Ahí vemos hasta dónde llega la burocracia sindical en su colaboración con el gobierno: ¡hace frente con la policía contra la juventud movilizada que busca salidas a su situación!

En el mismo sentido, se ha expresado todo el arco político patronal, por todos los grandes medios de comunicación, con la ultraderechista Marine Le Pen a la cabeza de la condena a la “violencia” de los manifestantes, pero también con el apoyo de Jean Luc Mélenchon, de La Francia Insumisa, quien dijera que esta “violencia” es “insoportable” y que se trata de un accionar propio de la “extrema derecha”. 

La realidad es que si bien no compartimos la política del autonomismo, entendemos que la bronca generalizada expresada en la manifestación parisina es una respuesta “legítima”, como bien señaló Phillipe Poutou, dirigente del NPA, a una violencia estatal totalmente ilegítima, que está llegando en Francia a un régimen de excepción, sobrepasando incluso la normalidad del régimen democrático burgués.

Lo que no podemos compartir de ningún modo es que los burócratas sindicales se pongan del lado del gobierno para señalar a quienes se manifiestan contra él y que los políticos como Mélenchon, que se dicen opositores, se pongan del lado de la policía de Macron, responsable de las sucesivas represiones a la juventud. Esto es importante en el balance para enfrentar las próximas luchas, porque quienes se ponen del lado del gobierno hoy, son los mismos que proponen jornadas aisladas de manifestaciones, (esta semana el 1, el 3 y el 5, sin conexión entre sí), que constituyen un freno a las necesidades urgentes del conjunto de los trabajadores en este momento y un alivio para el gobierno, al que le garantizan la gobernabilidad y la estabilidad.

Porque la necesidad inmediata para lograr torcerle el brazo a Macron es la de declarar ya la huelga general. Es a través de una huelga general de alcance nacional, que permita unificar a todos los sectores en lucha contra el gobierno, la única manera posible de derrotar a Macron y es responsabilidad de los líderes sindicales la de convocarla. Es por eso que planteamos esta exigencia  a los líderes sindicales, por la convergencia de las luchas, para derrotar al gobierno.  

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