El Nuevo MAS participó del debate organizado por RyR

El pasado sábado 21 de abril se realizó un debate organizado por Razón y Revolución en la sede de Conadu Histórica en San Cristóbal. Por el Nuevo MAS participó Martín González Bayón, director de este Semanario, por Razón y Revolución intervino Fabián Harari, por el Partido Obrero expuso Guillermo Kane y José Castillo por Izquierda Socialista. Agradecemos a Razón y Revolución la invitación a participar de esta actividad que consideramos muy valiosa para fomentar no solamente el siempre fructífero debate al interior de la izquierda. No solamente se discutieron las tareas de los revolucionarios hoy, es decir, si hay que movilizarse por la libertad a Lula o por su prisión, sino que estuvo en debate la caracterización del gobierno de Temer y del proceso de destitución de Dilma.

Haremos una breve reseña de las posiciones de los compañeros durante el debate. José Castillo comenzó su intervención argumentando que no hubo un golpe en Brasil y que no hay que pedir la libertad para Lula. La misma posición, con matices, defendió Fabián Harari. A lo largo de ambas exposiciones se habló de la ruptura de la clase obrera con el PT en el 2013 y se hizo un fuerte hincapié en los aspectos cada vez más reaccionarios de los últimos años del gobierno del PT,  equipararse las condiciones de represión  durante el gobierno de Dilma con los de Temer, negando que en Brasil se esté viviendo un endurecimiento del régimen político, e incluso se le restó toda importancia a las amenazas que hizo el jefe del Ejército si no se avanzaba en la prisión para Lula. Se negó que haya una proscripción sobre Lula porque el PT, legalmente, puede presentar otros candidatos y se caracterizó que la falta de movilizaciones realmente masivas en apoyo a Lula es debido a que el pueblo brasileño tiene un fuerte reclamo contra la corrupción, y no a la devoción del PT por la institucionalidad burguesa. Otro eje de ambas construcciones argumentales con las cuales se sumaron objetivamente al reclamo de la derecha continental en pedir la prisión a Lula, fue que como en Brasil la democracia burguesa no ha sufrido ninguna merma, no corresponde ninguna pelea particular en contra de la creciente represión; y como la clase obrera “rompió con la burguesía” (sic) por lo tanto se deben tener consignas que rompan con la burguesía de conjunto, para crear un polo de la clase obrera que dispute el poder. Castillo y Harari plantearon el esquema según el cual, si se cree que la destitución de Dilma fue un golpe parlamentario, se debe afirmar al mismo tiempo que el gobierno de Temer es entonces una dictadura militar (afirmación temeraria que niega las diversos matices y niveles que hay dentro de los regímenes burgueses), y en ese supuesto caso sí habría que levantar consignas democráticas (como las que denuncian que la prisión de Lula tiene como objetivo evitar que se presente a elecciones). A partir de lo que ellos consideran un error de caracterización, critican a quienes pedimos libertad para Lula. Como ese no sería el caso, la izquierda debe pedir la prisión para Lula y para todos los corruptos, y sin mayores mediaciones, entonces, proponer un poder alternativo.

Por su parte Guillermo Cane, aunque planteó correctamente la necesidad de la unidad de acción contra el encierre arbitrario de Lula y su proscripción, lo hizo desde una caracterización evidentemente errada (y potencialmente peligrosa al perder de vista los parámetros objetivos de la realidad). Según el dirigente del PO en Brasil efectivamente se desarrolló un golpe de Estado, encabezado por gobierno dictatorial y se vive un régimen filofacista. Evidentemente, el pifie grosero del PO le da ángulo a las orientaciones oportunistas de IS y RyR.

Desde el Nuevo MAS, Martín González Bayón sostuvo que la democracia brasileña entró, desde el impeachment a Dilma, en una situación de excepcionalidad en las cuales las reglas del juego democrático están siendo crecientemente manipuladas a antojo de la burguesía, y el régimen político se está volviendo cada vez más reaccionario. Señaló que el gobierno de Temer, que no fue votado por nadie, impuso contrarreformas reaccionarias contra la clase obrera brasileña y que por eso mismo es un faro para el resto de la derecha continental ajustadora. La reforma laboral de Temer es el plan de Macri y Vidal para los trabajadores argentinos. La burguesía brasileña necesitaba asestarle una serie de golpes a la clase obrera de su país y así torcer las relaciones de fuerza, avanzar sobre derechos de los trabajadores para obtener mayores ganancias. Argumentó que el querer sostener que la destitución de Dilma fue lo mismo que un golpe de Estado militar en el que los tanques pasean tranquilos por las calles de Río de Janeiro sería ridículo, pero considerar que sólo esa situación amenaza los derechos democráticos elementales es necio. Las posiciones dentro de la izquierda que piden prisión para Lula ven un avance para la clase en que se meta en prisión a un burgués corrupto, pero pierden que vista que quienes lo están metiendo en cana son otros burgueses corruptos, no la lucha de la clase trabajadora. Es un enorme error negar que la prisión para Lula es un ardid de la burguesía para preparar el terreno político más favorable para sus intenciones ajustadoras. La burguesía se cansó del progresismo que le sirvió para calmar las aguas en otros momentos y quiere un Ejecutivo que aplique políticas de ajuste de shock. Esto no quiere decir que consideremos que Lula es inocente, ni mucho menos que sea una salida para la clase obrera brasilera, pero es principio metodológico del marxismo ver las cosas en su contexto, el por qué, el quién y el cómo. Las respuestas a esas preguntas son las que deben orientar la posición de los revolucionarios. Al pedir prisión para Lula no sólo permitimos a la burguesía condicionar a su antojo una elección presidencial con el único objetivo de avanzar aún más sobre la clase trabajadora, sino que le hacemos campaña.

Martín González Bayón fue sumamente elocuente en este sentido: “A mi me sorprende la pasión que hay por la justicia patronal. Parece que en Brasil tenemos una justicia que es justa, que ya no es patronal, simplemente está tratando de meter presos a los corruptos y que el problema que tiene es que no termina de meter presos a todos los corruptos. Pareciera que no hay incidencia política en la justicia en Brasil para decidir en el marco de una situación electoral retirar al principal candidato de la oposición”. 

Finalmente Planteó que la necesaria unidad de acción para exigir la libertad a Lula, no tiene nada que ver con lavarle la cara o plantear su inocencia. Hace a un criterio elemental democrático que debe seguir la clase obrera (y la izquierda clasista como parte de ella) a quien toda merma de las garantías democráticas le es un arma de doble filo que más temprano que tarde caerá sobre su cabeza. De allí que esta unidad de acción exige la más fuerte y sincera diferenciación de Lula, el PT, la CUT y su orientación de defensa a ultranza de la estabilidad burguesa, aun al costo de entregar la cabeza de su dirigente histórico.

 

Corresponsal

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