El jueves 29 y viernes 30 de marzo se realizó el Encuentro Nacional Abolicionista, del que participaron compañeras que vienen peleando contra las redes de trata y explotación sexual, como Alika Kinan, las compañeras de AMADH, sobrevivientes de las redes de prostitución, Las Rojas, la Campaña Abolicionista y decenas de compañeras independientes. Un Encuentro que congregó a más de 200 compañeras de CABA, Mar del Plata, Mendoza, Rosario, durante dos días de debates.

En los talleres que funcionaron durante esas jornadas se discutió acerca del sistema prostituyente, las consecuencias psíquicas y físicas, y las estrategias para enfrentar el terrible flagelo de la trata y prostitución.

Un Encuentro que servirá de impulso para salir a ganar a todas esas pibas y pibes que se están sumando a las peleas de las mujeres y del colectivo LGTB contra el gobierno reaccionario y misógino de Macri, que quieren cambiarlo todo!

 

La experiencia de las sobrevivientes

 

Más que convincente fue el panel integrado por sobrevivientes de la explotación sexual, de distintas modalidades, que no sólo nos contaron su experiencia, sino que pudieron dar cuenta de la barbarie que realmente significa ser despojadas -al límite de la esclavitud-, del propio cuerpo, la sexualidad y hasta la vida misma.

¿Qué se paga? Se preguntaron. Y la respuesta fue clara: se paga para poder elegir. Justamente eso es lo que se les arrebata a las mujeres y trans explotadas: la elección. Y no sólo poder elegir qué ocurre (las prácticas que ocurren dentro de la habitación, el uso de preservativos, de drogas, el tiempo, las palabras…) el poder de quién tiene el control. El placer de saberse dueño de otra persona, el poder que da el dinero y la necesidad ajena. El poder que niega y aplasta la subjetividad de esas mujeres y trans, que deshumaniza. Se paga el poder.

Un poder que no está aislado, que es parte de una totalidad: “tenés un complot conserje, policía, prostituyente, proxeneta, en contra de las mujeres”, explicó una de las compañeras. El uso y abuso del poder por parte del prostituyente, amparado por el Estado Proxeneta que garantiza que las relaciones opresivas sigan tal cual están.

La violencia que se vive en los circuitos de explotación no es un dato más, ni algo ocasional: es parte inherente a la prostitución. “Cuando entrás al prostíbulo, es sobrevivir. Tenés que aprender a sobrevivir, a ser fuerte”. Los relatos recorrieron anécdotas de golpes y palizas por parte de los proxenetas, cuando no se cumplían las reglas impuestas: la violencia y las amenazas han sido siempre el último paso para retener a esas mujeres.

Pero no es el único mecanismo que se utiliza; ellas también relataron cómo les “hacían la cabeza”, destruir la subjetividad de esas personas significa convencerlas hasta el último centímetro de su conciencia que ese el único destino posible para ellas, y en definitiva nada podían hacer contra ello. El uso de alcohol y de drogas aparece constantemente, muchas veces porque es lo que los prostituyentes exigen para “tener mujeres más dóciles”, y muchas otras para adormecer el terror que les significa verse presas de la prostitución.

La destrucción subjetiva, la deshumanización, eso es la prostitución. Pero no atacan a cualquiera, se apoyan sobre algo muy real que es la pobreza, que es la falta de trabajo, la falta de un ingreso para sobrevivir.

La violencia de los prostituyentes y de los proxenetas se apoya en la violencia del Estado Proxeneta que ya despojó a esas mujeres y trans de un trabajo genuino y de la propiedad de sus propios cuerpos.

 

 

El Estado Proxeneta

 

“Lo que te prostituye es el sistema económico”, dijo con firmeza una compañera sobreviviente. “Ahora que hay más hambre, las chicas salen a hacer la calle por un plato de comida”, agregó otra.

Las intervenciones no dejaron lugar a duda acerca del rol central que tiene la necesidad como el primer eslabón en la cadena de la prostitución. Todas las sobrevivientes relataron cómo la necesidad de mantener a sus hijos e hijas, a sus familias, fue lo que les abrió el paso al circuito de prostitución. Fue cuando se encontraron sin ningún ingreso económico que la eventualidad de la explotación sexual se hizo cada vez más real. Eso combinado con la posibilidad de poner un precio al cuerpo y a la sexualidad.

Pero no hay red de prostitución, no hay zona roja, no hay prostíbulos, no hay trata, sin un Estado Proxeneta que ampare y fomente su existencia.

El primer trabajo de este Estado capitalista es limitar a más de la mitad de la humanidad del ingreso al mercado formal de trabajo. A las mujeres se nos niega la posibilidad de un trabajo genuino, o se nos condena a las condiciones más precarias y los sueldos más bajos, para encerrarnos en la cárcel que significa el trabajo doméstico. Ni qué hablar de las compañeras trans y travestis, que desde niñas o adolescentes son expulsadas de sus hogares, y empujadas a la prostitución.

La negación de una fuente de ingreso genuino es un grillete que nos ata a la dependencia económica de otros, recorta nuestra libertad, teniendo que en muchos casos soportar terribles situaciones de violencia e incluso la explotación sexual.

En todos los países del mundo, incluso donde ha sido legalizada la prostitución, las mujeres y trans que ingresan en esas redes son de los sectores más pobres e inmigrantes; claramente la pobreza es un factor decisivo.

Y así como las compañeras se referían al complot vigente en las redes de explotación, hay una suerte de complot mucho más grande, que va más allá de la situación de prostitución de cada mujer, que es el Estado Proxeneta. Para que un prostituyente pueda comprar el cuerpo de una mujer hace falta primero que ésta haya sido arrojada a la pobreza; hace falta una justicia patriarcal que ampare y que eduque en la violencia contra las mujeres; hace falta un red de empresarios que compren y trasladen mujeres y trans a través de todas las fronteras imaginables; hace falta esos medios de comunicación que nos enseñan que los cuerpos de las mujeres tienen precio pero que no valen.

Y cuando hablamos de Estado Proxeneta nos referimos a todas esas instituciones que garantizan las cadenas de nuestra opresión. Pero también de los funcionarios de carne y hueso que lo ponen en funcionamiento, y aplican cada una de las políticas de opresión.

Es sabida la relación estrecha entre el presidente Macri y una red de trata y prostitución de quien le financiara la campaña, Raúl Martins. También es sabido que desde que asumió el gobierno reaccionario de Macri atacó todos los derechos que veníamos de conquistar con la lucha en las calles; los programa de Salud Sexual; programa para  víctimas de violencia y de trata; el aborto no punible; arremetió con miles de despidos; ajustó y metió tarifazos desde el día 0.

Justamente son esas las políticas que arrojan a las mujeres y trans a los brazos inescrupulosos de los proxenetas, las que generan todas las condiciones para que los prostituyentes puedan hacer “uso y abuso de su poder”.

Y si a este gobierno le impusimos el debate en el Congreso por el derecho al aborto, fue por la enorme batalla que hace años venimos dando en las calles, que logró instalar el problema en la sociedad, que logró ganar a amplios sectores de la sociedad, y que ahora se lo impuso a ese gobierno reaccionario y misógino. Esa es la fuerza con la que contamos para salir a pelear, también, contra las redes de trata y explotación sexual.

 

Vamos por una gran campaña militante

 

La prostitución es una de las expresiones más acabadas de la barbarie patriarcal y capitalista. El cuerpo hecho mercancía comprable, la deshumanización de las personas, la miseria y la violencia como escenario cotidiano.

A las mujeres nos quieren escribir un destino único: buenas madres y esposas; o su contracara, la prostitución. La negación absoluta de nuestros deseos personales, sexuales, afectivos…

Los femicidios y trans travesticidios, la ilegalidad del aborto, la violencia, la prostitución, todas consecuencias de querer llevar hasta el final ese mandato que nos quieren imponer.

Pero las mujeres y el colectivo LGTB tenemos una fuerza imparable que llena las calles y convierte la furia en lucha. El ascenso del movimiento feminista es en todo el mundo, y cada día que pasa más pibas y pibes se suman a dar la pelea por el aborto legal, contra la violencia, contra las redes de trata y explotación sexual.

Quienes levantamos las banderas del abolicionismo tenemos una tarea enorme por delante: este es el momento de salir a conquistar la conciencia de esa nueva generación que no se banca más las cosas como están y quieren cambiarlo todo, que salieron por primera vez a una movilización contra este gobierno de la mano de la lucha por los derechos de las mujeres.

Hay que pelear con todas esas personas que hoy ven con una enorme simpatía la lucha de las mujeres y el colectivo LGTB, que se suman a nuestros reclamos. Hay que “ganar la cabeza” de todos y todas aquellas que empiezan a sumarse a la lucha en las calles contra las condiciones cada vez más barbáricas que nos quiere imponer este gobierno. Tenemos que poner en pie una campaña militante de charlas, volanteos, acciones en las calles, que llegue a cada secundario, a cada facultad, a los barrios y a nuestros lugares de trabajo, para desenmascarar el verso de quienes nos quieren vender la prostitución como un cuentito de algodones, y para invitar a que se sumen a ser parte de este momento histórico en que las mujeres salimos a luchar y cada día somos más.

Para pelear contra las redes de trata y de prostitución hay que atacar el problema de raíz, no basta con denunciar las manifestaciones. Hay que pelear para terminar con este régimen de explotación y opresión, hay que pelear contra el Estado que ampara nuestro sometimiento, y contra el gobierno de Macri que hoy es el que lleva adelante la política de ajuste que condena a más y más mujeres y trans a la pobreza y es amigo de los proxenetas.

Vamos a llenar las calles por el desmantelamiento de las redes de trata y explotación sexual, para exigir trabajo genuino para mujeres y trans, cárcel a los proxenetas y los funcionarios cómplices! Pongamos en pie un movimiento de mujeres LGTB abolicionista que pelee hasta el final por la verdadera emancipación de todas y todos!

Sumáte a Las Rojas para dar esta pelea junto a nosotras y que se vea en todas partes!

 

Marina Hidalgo Robles

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