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Como hemos dicho en un artículo anterior[1], la cercanía de la fecha de la llamada Revolución de Mayo saca a la luz ciertas discusiones. En ese mismo artículo decíamos que el sujeto histórico que encabezó estos hechos fue la burguesía comercial, sin interés en el desarrollo nacional. Frente a otras posturas que prefieren ver a una burguesía que revolucionó la sociedad entera, cambiando las bases del modelo de explotación.

Veamos si lo que los revisionistas y el progresismo burgués ve como los representantes de una clase burguesa que fue una alternativa (que por diferentes razones, fracasó o fue derrotada) al atraso característico de nuestro país, existió o no. Veamos si esa clase ganadera, que luego dio a luz a los héroes del nacionalismo como Rosas o Urquiza, realmente tenía algún interés en que surja una nación independiente.

Después de Mayo

Ocurrida la revolución, la burguesía comercial tomó las riendas. Los cambios políticos fueron pocos, importantes en un punto, pero pocos. ¿Cómo organizarnos? La respuesta muestra a las claras las ideas retrógradas de nuestra burguesía pseudo-nacional. Se declaró la independencia seis años después y pasados muchos planes de transformarnos en colonia de Inglaterra.

Cambios económicos, se podría decir que casi no hubo. En todo caso, algunas cosas evolucionaron gracias a la influencia del mercado internacional. El tasajo, quizás la primera industria (siendo generoso) de estas tierras, se debió a que en este lugar había carne y sal, y el mercado brasilero demandaba eso para los esclavos. El conchabo que existía antes de 1810, volvió a mediados de la década de 1810 para reforzar una mano de obra estable.

En lo social, los esclavos debieron esperar años para conseguir su libertad. De hecho antes que las leyes, la libertad se conseguía siendo parte de los ejércitos “patriotas”. Las primeras leyes apuntaron a los hijos nacidos de esclavos. Fue un comienzo, pero en Haití la libertad de los esclavos fue inmediata. En estas tierras, donde las masas intervinieron en la revolución muy controladas por la burguesía comercial, abogados, funcionarios, en resumen la elite, tenían esclavos. Parecido fue la situación de los pueblos originarios, se desecharon instituciones como la mita que en estas tierras casi no existía, lo mismo que la encomienda. No hubo un gran espíritu de libertad.

En lo político partamos de la base de que si bien hubo intentos de imponer el voto calificado, éste recién se impuso 80 años después. En el medio hubo propuestas de nuestros próceres (Belgrano por ejemplo) de crear un reino o una colonia inglesa. El gran cambio, importante obviamente, fue la independencia.

En el principio de este proceso la burguesía ganadera poco se involucró, por ser una clase en formación. Pero a medida que pasaba el tiempo, y el mercado mundial demandaba más cueros y más tasajo, esta clase se fue desarrollando. Con su crecimiento social y económico, comenzó a pedir su lugar en la política, en la dirección de los asuntos nacionales. Como decía Milcíades Peña, esta burguesía era “más nacional”, ya que su base era la producción nacional[2]. Pero esta clase burguesa no venía a aportar algo muy diferente.

El gobierno del “federal”  Rosas

Hijo de estancieros, desde joven siguió los pasos de su familia, de joven se asoció a otros estancieros y comenzó a administrar la estancia “Los Cerrillos”, donde también empezó a amasar su fortuna. Con la Anarquía del año XX, Rosas toma la decisión de apoyar y ayudar al gobernador Martín Rodríguez; como primera actuación se recuerda que él se hizo cargo de entregar al caudillo López las cabezas de ganado estipuladas en el Pacto de Benegas para que este último volviera a su provincia. A partir de aquí Rosas comenzó su meteórica carrera política.

Tras la muerte de Dorrego se enfrenta militarmente a Lavalle junto con López, y triunfa. En 1829 es nombrado gobernador de la provincia de Buenos Aires con facultades extraordinarias. Su gobierno marca la aparición en primera plana del poder de la burguesía agraria que venía desarrollándose desde antes de 1810, pero que luego de 1820 aparece con fuerza en la política argentina mediante los caudillos.

Su gobierno tuvo ciertas características de un gobierno que antes que nada defendía los intereses del sector ganadero de la provincia de Buenos Aires, ayudando su desarrollo como nunca antes. Mientras aseguraba el dominio de Buenos Aires sobre el resto de las provincias, nunca apoyó la creación de una constitución y menos quiso nacionalizar la aduana. Pero sus medidas posibilitaron el crecimiento de las estancias y la ganadería.

Sus buenas relaciones con los comerciantes ingleses aseguraban la venta del cuero, principal exportación y negocio de las provincias y las estancias. La exportación de cueros, grasa y carne salada creció durante el gobierno de Rosas ininterrumpidamente. Pero quizás la medida que más ayudó a los estancieros fue que Rosas logró controlar a los aborígenes de la frontera. “La cuestión del indio” preocupaba mucho  los estancieros, en especial a los que más cerca se encontraban de la frontera en Santa Fe y Buenos Aires. Los aborígenes atacaban y saqueaban las estancias, perjudicando el negocio. Pero además los aborígenes ocupaban tierras muy buenas para el ganado, el negocio se ampliaba junto con la revolución industrial, y era necesario apoderarse de nuevas tierras así como proteger las que ya se tenía.

Luego de finalizar su primer gobierno de la provincia, Rosas decidió abocarse a solucionar este problema que lo afectaba a él y otros estancieros. El ex gobernador realizó una “campaña del desierto” organizada en tres columnas que saldrían desde lugares diferentes y “pacificarían” el sur de las provincias. Sólo la columna de Rosas salió y llegó hasta el sur de la actual provincia de Buenos Aires, y esta “campaña” no fue sólo para negociar con los caciques, también fue para aniquilar a aquellos que no pudiera someter a su voluntad. En este punto Rosas y Roca actuaron de la misma manera, pero para todos Roca es un genocida y Rosas un héroe nacional.

Pero los gobiernos de Rosas no sólo marcan el desarrollo de los negocios ganaderos, es también la aparición en todo su esplendor de la burguesía agraria. Aquellos que durante la Revolución de Mayo tenían un papel secundario, durante los años posteriores a 1820 fueron tomando un papel cada vez más destacado.

Los caudillos federales, a diferencia de los que encabezaron la revolución, tenían una tradición o familia ganadera; o sea, ya podemos decir que tenían bases burguesas agrarias. Como dijimos, Rosas ya venía de “familia de campo”; el caudillo cordobés Bustos venía de familia con estancia en Punilla[3]; Quiroga también venía de familia estancieril; Artigas en Uruguay pertenecía a este mismo linaje estancieril; el santiagueño Felipe Ibarra también venía de familia con estancia; Urquiza no tuvo la suerte de heredar una gran fortuna pero sus padres se dedicaban a las actividades rurales. Las principales figuras posteriores a 1820 heredaron tierras y fortunas ligadas a ellas, o por lo menos en el transcurso de estos años se dedicaron a las actividades rurales principalmente, aunque otras actividades como el comercio, seguían siendo muy redituables.

La burguesía agraria, ya desarrollada y con una fortuna que respaldaba sus intereses “nacionales”, empezaba a reclamar el lugar que ellos querían en la política. Sus intereses necesitaban, a esta altura de la historia, tener una representación mayor que durante la revolución, ya no se podía estar en segundo plano porque los negocios requerían otra atención.

Conclusión

Durante la revolución la burguesía que existía era la burguesía comercial, fueron ellos los que encabezaron los hechos de Mayo y por lo tanto fueron ellos los que imprimieron a estos acontecimientos una trayectoria determinada por sus intereses. La revolución, no porque sus dirigentes fueran malos o tontos que se dejaron engañar, ató los destinos al mercado mundial, porque allí se encontraban sus intereses, en la venta de productos dentro y fuera de las provincias. Durante la revolución la burguesía agraria se estaba desarrollando, y sólo tuvo un rol secundario, como podemos ver en las personas que ocuparon los principales cargos posteriores a 1810.

Por esto podemos decir que la revolución, si bien fue encabezada por la clase capitalista, esta revolución no fue social ya que estos sectores dominaban económicamente la sociedad anterior a 1810, sin mencionar que los cambios pasaron casi completamente por el control del Estado y no por cambios profundos de todos estos territorios.

Pero si bien los intereses comerciales y de la pequeña burguesía hicieron la revolución, apareció la oportunidad de proveer en mayor cantidad al comercio de la región un producto exportable que la revolución industrial europea reclamaba, el cuero. Contradictoriamente, y buscando aumentar sus negocios, la burguesía comercial ayudó al desarrollo de la burguesía agraria, a la cual se enfrentará por el control político, hasta lograr congeniar los intereses de ambas para poder gobernar en conjunto.

La burguesía agraria se desarrolló claramente después de 1820, gracias a medidas que se tomaron antes y después de 1810. Pero esta clase no aportaba nada nuevo al paisaje político de las provincias, también es una clase atada al mercado mundial, dependiente de las potencias extranjeras para lograr un cierto desarrollo interno.

Ninguno de estos sectores de la burguesía podían, ni querían, llevar adelante un desarrollo interno serio; pero no porque fueran tontos, sino porque sus negocios no necesitaban (y hasta en algún sentido los perjudicaba) de industria o algo parecido. Ambos vivían y amasaban fortunas vendiendo en el mercado mundial sus productos o vendiendo productos importados en las provincias. Fueron cómplices, no víctimas, en el deseo de las potencias extranjeras de formar en los territorios americanos colonias económicas, o sea crear países semi-coloniales. Ninguna de las dos burguesías tenía intereses en desarrollar una nación libre, soberana y desarrollada económicamente.

Martiniano Rodríg

 

[1] “La burguesía agraria en la colonia”, Socialismo o Barbarie, n°288.

[2] Peña, Milcíades: “Historia del pueblo argentino”, EMECE, 2012, Buenos Aires.

[3] Halperín Donghi, Tulio: “Historia de caudillos argentinos”, Extra Alfaguara, 1999 Buenos Aires.

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