El 18 de febrero miles de pibas y pibes acudieron a la convocatoria a un “pañuelazo” por el aborto legal frente al Congreso. Macri, preocupado por la caída de su popularidad tras dos años de masazo tras masazo a la población trabajadora y con el susto que se pegó el 18 de diciembre, se le ocurrió una genial idea. Habilitemos el debate sobre el aborto, dijo. Desviemos el tema de la economía, de los despidos en el Hospital Posadas, en el INTI y en tantos otros lugares, de la doctrina Chocobar y el gatillo fácil, de los tarifazos, de la conversación diaria en cada lugar de trabajo porque la plata no alcanza, de los jóvenes que no consiguen trabajo o consiguen trabajos ultra precarizados…  Qué idea tan marketinera, aullaron de gusto los propagandistas del gobierno: así lograremos que la marcha del 8 de marzo no sea contra el gobierno. Para reforzar, el 1 de marzo, en la inauguración de las sesiones del Congreso anunciemos por enésima vez que lo “peor ya pasó” y que estamos a punto de disfrutar del “crecimiento invisible”. Y por si queda alguna puntada sin dar, anunciemos una ley de igualdad salarial para hombres y mujeres.

Las frases huecas de Macri y todos sus lacayos sobre la “igualdad” en la ley se dan de bruces con la realidad de que la mayoría de las mujeres ocupamos los puestos más precarizados y peor pagos, y somos las primeras en perder el trabajo. Como es el caso de la trabajadora ferroviaria Gisel Herrera, víctima de violencia, despedida por la patronal del Ferrocarril Sarmiento (¡que es el Estado!) por las licencias que debió tomarse para recuperarse de las golpizas de su ex pareja. Como “un mago que ya no puede dominar las fuerzas desatadas por su propio embrujo”, Macri abrió una caja de Pandora, y en lugar de aplacar la ola de mujeres que se preparaba para movilizarse, agitó el tsunami que se vivió el 8M. Las dos consignas centrales de la movilización fueron aborto legal ya y basta de despidos y ajuste. Macri quería que se debatiera en el parlamento y que las mujeres nos quedáramos comiendo pochoclo mirando la tele mientras otros debaten por nosotras, rogando que nunca se apruebe. Macri quería que no se hablara de otro tema. Pero si el debate del aborto llegó hasta la televisión, es porque hay miles y miles de mujeres y de pibas y pibes que se movilizan para exigir aborto legal! Y el 8M los reclamos de las compañeras que están luchando contra los despidos en el Posadas y en tantos otros lugares, no solo estuvieron en la calle, sino que la Asamblea por el 8M les dio un puesto sobresaliente al consensuar que fueran ellas las que encabezaran la movilización, junto a las representantes de todas las luchas del movimiento de mujeres y lgtbi.

 

La CGT, las CTA y hasta la Santisima Trinidad

 

A esta altura ya es un clásico: las cúpulas sindicales aparecen más o menos enemistadas entre sí, pero en los momentos claves se unen para garantizar que el gobierno de turno, gobierne. Es que  la burocracia es siempre la mejor garantía de que la democracia de los ricos siga haciendo ilusionismo: la igualdad en el papel, en las palabras, en los discursos de los políticos patronales y de los burórcratas… y aguantarse la desigualdad económica, social, política en la vida cotidiana capitalista, aguantarse hasta las próximas elecciones.

Pero a la burocracia no le viene resultando fácil enchalecar al movimiento de mujeres.  Lo intentó en 2016, con el primer paro de mujeres, que también fue el primer paro general contra Macri. Mientras la CGT tomaba el té con el gobierno para garantizarle paz social, miles y miles bajo la lluvia de octubre marchábamos por el asesinato de Lucía Pérez, contra la ola de femicidios que no paraba (y no para) de aumentar. Pasó en 2017, luego de perder hasta el atril bajo el grito de “poné la fecha”, la CGT, las CTA y las distintas burocracias se ocuparon de no llamar a paro el 8 de marzo, el día del primer paro internacional de mujeres que se sintió fuerte en muchos lugares de trabajo y que se sintió más fuerte aún en las calles.

Este año, el 21F Moyano fumó la pipa de la paz con el gobierno, y ante una movilización enorme, llamó a los trabajadores  y a las trabajadoras a esperar sentados las elecciones de 2019. El peronismo, el kirchnerismo, la santísima trinidad (CTEP, CCC y Barrios de Pie) y las distintas burocracias sindicales le hicieron caso a papá Moyano. Esta vez, desembarcaron en masa en las últimas asambleas preparatorias del 8M para asegurarse dejar por detrás al movimiento de mujeres, cosa que lograron gracias al apoyo del FIT. (ver “El movimiento de mujeres organiza y garantiza el parazo”, SoB n° 459). Por si quedaba alguna duda, a solo dos días de la movilización anunciaron una conferencia de prensa compitiendo con la conferencia organizada por la Asamblea del 8M, y no contentas con esto, colocaron sus columnas delante de la cabecera de la marcha, que llevaba la bandera consensuada en las masivas asambleas del movimiento de mujeres.

Pero el tsunami las rebalsó. Porque el movimiento de mujeres es masivo y sigue creciendo. Más de 500 mil personas por Avenida de Mayo, por Rivadavia, por la 9 de Julio, por Yrigoyen, y desde temprano también en el Congreso salieron por los derechos de las mujeres. En más de 100 países se sintió el paro internacional de mujeres y las movilizaciones más grandes fueron en España y en Argentina.

Clarín lloraba al día siguiente: “La manifestación fue política, pero convertida en una cita antimacrista es quitarle peso”.  La Nación se lamentaba: “se leyó un manifiesto de fuerte contenido ideológico que se alejó (sic) de las consignas originales de la convocatoria. En el extenso texto hasta se hizo mención de los casos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel”. No sabemos cuáles serían las consignas originales de la convocatoria que supone La Nación. Lo que sí sabemos es que el movimiento de mujeres y lgtbi es profundamente solidario y como tal levanta sus banderas propias pero también toma las banderas del conjunto de los explotados y oprimidos; se hace eco del reclamo de reincorporación de todos los despedidos, del reclamo de justicia por Santiago, por Rafael y por los niños y jóvenes asesinados por la policía en todo el país. Y por eso mismo el movimiento de mujeres será parte integrante este próximo 24 de marzo, a 42 años del golpe militar. Las Rojas nos movilizaremos para exigirle al gobierno ¡cárcel común a todos los genocidas!, levantando las banderas de ¡Basta de impunidad, ajuste y represión de Macri!

 

¡Seguir movilizadas para lograr el aborto legal!

 

Lejos de haberse terminado algo el 8M, la movilización del movimiento de mujeres y lgtbi sigue en las calles. Hace pocos días comenzó el juicio por el travesticidio de Diana Sacayán, y allí estuvimos Las Rojas frente a Tribunales, junto a muchas otras organizaciones, para acompañar a la familia de Diana. Y seguiremos hasta lograr que la condena sea efectiva y que sea por travesticidio, para sentar precedente y profundizar la lucha para terminar con la homolesbotransfobia y los crímenes de odio hacia la comunidad lgtbi. Seguiremos en las calles junto a Mariana Gómez, para lograr su desprocesamiento y absolución, porque la justicia quiere condenarla por besarse con su compañera en Constitución.

Seguiremos organizando en cada facultad y colegio, en cada barrio y lugar de trabajo la campaña para lograr el aborto legal. Y llenaremos las calles cada vez que se debata en el Congreso, porque lejos de confiar en esa cueva de ladrones que es el parlamento, las mujeres ya sabemos que para conquistar nuestro derecho a no morir y a no ir presas por la ilegalidad del aborto tenemos que estar organizadas y movilizadas. Como dijo nuestra compañera Manuela Castañeira, “la diferencia no está en el parlamento, ni en el macrismo que no quiere aprobarlo, la diferencia hoy está en la calle (…) es un avance que se debata pero la conquista es tener el derecho y para eso necesitamos estar movilizadas”. Ahí estaremos señores diputados y señores senadores, para nos den lo que es nuestro: ¡el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo!

El 8M escuchamos a muchas compañeras diciendo que estábamos haciendo historia. Y fue así. También escuchamos a algunas lamentarse de que en la movilización hubiera varones. Igual que el editorialista reaccionario del diario La Nación, que se autoelogió de no haber ido a la marcha porque eso lo hace feminista (Raymundo Roberts, La Nación 9/3/18). Para conquistar el aborto legal, para lograr todos nuestros derechos y para terminar con el podrido mundo que disfrutan los ricos y poderosos hay que unirse con todos y todas las de abajo. Las feministas socialistas de Las Rojas creemos que “hay que actuar como si fuera posible transformar radicalmente el mundo y hay que hacerlo todo el tiempo” (Angela Davis). La tarea de cambiarlo todo, de hacer historia, de dar vuelta de cabezas este mundo de injusticia capitalista y patriarcal es tarea de todos los días,  y es tarea del conjunto de los explotados y oprimidos, contra los de arriba. ¡Sumate a Las Rojas y al Nuevo MAS!

 

Las Rojas

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