El 11 de marzo pasado se cumplieron 10 años de la confrontación entre los patrones rurales argentinos (llamados genéricamente «el campo») y el Gobierno kirchnerista. Como es sabido, el conflicto giró en torno a la Resolución 125, que aumentaba el porcentaje de retenciones a las exportaciones agrarias, en particular al producto de exportación por excelencia de la Argentina de hoy, la soja.

Este evento tuvo fuertes «ondas largas» en cuanto a sus consecuencias. Hasta ese año, el kirchnerismo había logrado encolumnar a prácticamente la totalidad de la clase dominante detrás suyo. La tarea de «estabilización» del país luego de la rebelión popular del 2001, con ciertas medidas de «concesión» a las masas para apaciguar las cosas, contaba con el apoyo de los viejos partidos del sistema, de la gran prensa (lejos estaban todavía los tiempos de la campaña «Clarín miente»), del Imperialismo y los grandes empresarios. Los K habían logrado cierta «transversalidad» en su armado político.

Ese bloque vino a romperse en 2008. En contraste, surgió una nueva «coalición conservadora» que puso en cuestión la etapa de las concesiones. Si bien el ciclo K duró siete años más, con períodos de importante fortalecimiento entre 2010 y 2011, el «conflicto del campo» vio surgir un nuevo bloque social que se puso por objetivo dar por terminada la etapa de concesiones a las masas. Los patrones de la clásica Sociedad Rural, de la Federación Agraria, de la CRA, se ganaron para su causa a amplios sectores de las clases medias y fueron el primer centro de los diversos armados electorales que vinieron a cuestionar al kirchnerismo en clave conservadora. Se puede decir que el 2008 empezó a gestar tempranamente el triunfo macrista del 2015.

Dentro de la izquierda, con raras excepciones, reinó la más absoluta confusión. Los principales partidos auto-denominados «marxistas» del momento no pararon de equivocarse, capitulando a uno u otro bando patronal. Si el PCR, el MST e IS fueron feroces defensores de los patrones rurales (escudándose en los casi inexistentes «pequeños chacareros»), partidos clásicos como el PC se hicieron convencidos militantes del kirchnerismo.

Desde el Nuevo MAS podemos decir con orgullo que nos mantuvimos firmes en una posición independiente. Si en ese momento implicaba estar en minoría, pues la mayoría de la izquierda se había hecho «sojera», con el paso del tiempo nuestras posiciones del 2008 vinieron a ser casi «sentido común» en el activismo de izquierda. El 2008 fue el comienzo de la decadencia de las corrientes que no supieron sostener una posición de independencia de clase. Recordemos que las fuerzas de izquierda que mencionábamos más arriba eran de las más importantes en ese entonces. Si bien con el triunfo del macrismo los posicionamientos y la ubicación relativa de las fuerzas de izquierda ha cambiado (ya no hay «coalición conservadora» a la que capitular con la excusa de luchar contra el Gobierno), este debate sigue siendo de candente actualidad. El posicionamiento, equivocado o correcto, de ese entonces sigue teniendo amplias consecuencias. El propio «conflicto del campo» fue un factor determinante de la actual situación política nacional.

Presentamos a continuación el folleto «La rebelión de las 4×4. La revuelta de los patrones rurales y la izquierda argentina» del dirigente de nuestro partido Roberto Sáenz. Se trata de un estudio de la nueva situación del campo argentino desde fines del siglo XX, de su actual configuración productiva y de clase, en clave de polémica con los argumentos de la «izquierda sojera». Es un serio estudio de la situación de patrones y peones en la Argentina rural del siglo XXI, tomando algunos conceptos claves de la teoría marxista (como la renta diferencial de la tierra, estudiada con detalle en el Tomo III de El Capital), para rebatir los poco realistas argumentos de la izquierda que capituló al bando capitalista rural.

La rebelión de las 4×4

 

 

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