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Mientras Maduro sigue hablando de socialismo…
La juventud se va del país para mandar dólares a sus familias
Por Zoila Mara, desde Caracas para Socialismo o Barbarie, 13/02/2018
Los jóvenes que quedan en Venezuela, están buscando con desesperación irse del país. En el barrio donde estoy, ya miles y miles se han ido. La mayoría de los hijos de mis vecinos y conocidos no están ya aquí.
Se van por tierra e incluso sin pasaporte. Cada día entran, por ejemplo, a Colombia más de 35 mil venezolanos. Es que Venezuela es ahora un país con hambre como algunos de África. Incluso han muerto jóvenes tratando de atravesar el Caribe para llegar a Aruba, como esos migrantes que mueren en el Mediterráneo. Otros piden asilo político. No podrán regresar al país.
En internet se ofrecen consejos de cómo llegar hasta Perú, sin pasaporte y por tierra.
Santos –el presidente de Colombia– está cerrando el paso en la frontera a los venezolanos… ¡cuando durante decenas de años Venezuela recibió refugiados colombianos que ahora son familias venezolanas!! Claro que nadie acá espera una solidaridad real del gobierno neoliberal colombiano. Aunque al mismo tiempo aprovecha este desastre, para justificar las amenazas intervencionistas impulsadas desde Washington y la OEA (Organización de Estados Americanos).
Un país que se queda sin juventud es un país sin fuerza, sin dinámica, con muy poco movimiento social… un país en recesión. Esto es lo que se siente en Caracas ahora. Soledad y tristeza, en la ciudad que hasta 2014 era una fiesta, donde había risas y música por todos lados. No hay tráfico automotor ni en las principales avenidas. Antes eso era un tormento en Caracas. Es que hay pocos vehículos funcionando, por la falta de repuestos, de cauchos, etc. El transporte público está colapsado. Pocas unidades quedan para transportar pasajeros.
El salario mínimo es de 3 dólares mensuales
Desde noviembre el bolívar ha perdido más del 50 % de su valor. Hoy, 13 de febrero de 2018, 1 dólar cuesta 236.000 bolívares en Caracas. El salario mínimo mensual (salario base más el bono alimentario) es de 750.000 bolívares, unos 3 dólares. Un kilo de carne o de queso cuesta la mitad del salario mensual. Y ni hablar de los productos de higiene.[] ¡Pero ahora se puede comprar de todo con los billetes de un dólar, en cualquier negocio!
La población sobrevive a duras penas con las cajas de alimentos del CLAP[], donde hay granos, arroz y una falsa “leche calcárea” fabricada en México. Esta caja se compra mensualmente por unos 25.000 bolívares. Pero no es suficiente para mantener un hogar, puesto que los “alimentos” que trae no contienen proteínas ni legumbres. Y además llega a pocos sectores de la población.
Hay una reventa de billetes, porque el papel moneda es insuficiente para el nivel de inflación. Los bancos dan 20.000 bolívares diarios, después de esperar el turno durante horas en la cola. Pero se pueden comprar bolívares pagando 50% más de su precio, en las agencias de lotería por ejemplo. Es necesario tener algunos billetes para pagar el transporte en bus. Es casi imposible pagar un taxi, porque casi nadie tiene los 40.000 bolívares en billetes, y si se paga con dólares es a pérdida. Es que no habrá cambio. No hay vendedores ambulantes, porque no hay billetes para pagar los productos. La venta ambulante, como en casi todos los países latinoamericanos, excepto quizás Cuba, permitía la sobrevivencia de más de la mitad de la población activa. Ahora hay que tener un terminal bancario, que resulta caro, para poder vender cualquier producto, por barato que sea.
Algunos militantes revolucionarios hablan de la “contrarrevolución de Maduro”. No puede haber contrarrevolución cuando no ha habido revolución. Chávez utilizó la mentira del “Socialismo del Siglo XXI” para controlar y desmovilizar los trabajadores y el pueblo.
Acabó con los círculos bolivarianos, que eran organismos de autoorganización popular. Acabó con el control obrero en PDVSA [la gran empresa estatal petrolera] imponiendo el mando de la jerarquía.
Hoy, en labios de Maduro, la palabra “socialismo” no engaña a nadie. Ya no hay esperanza, pero sí una profunda rabia contra este gobierno. Resulta insoportable escucharlo por la televisión o el radio.
La derecha proyanqui no logra recuperar apoyo
Pero la derecha proyanqui tampoco logra recuperar el apoyo de la población. Sus crímenes en las guarimbas racistas y su indecisión e incapacidad están en la boca de todos. Han sido derrotados en la calle. No han podido superar su crisis política ni siquiera para presentarse en las elecciones presidenciales.
Maduro quiere aprovechar esa crisis de la oposición de derecha. Por eso adelanta esas elecciones presidenciales que deberían ser en diciembre de este año. Serán el 22 de abril. Parece un intento desesperado para seguir gobernando, dando ayudas ridículas a algunas mujeres embarazadas… con un un bono único de 3 dólares! Las mujeres siguen abortando como pueden, comprando las pastillas en el mercado negro o haciendo abortos clandestinos, arriesgando su salud en todos los casos. Y para poder comprarlas hay que tener el famoso “Carnet de la Patria” (es decir, de súbdito del gobierno), que hoy es mucho más importante que la carta de identidad.
Hay huelgas de trabajadores por salarios, pero continúan aisladas. Así como las protestas de los barrios por el colapso de los servicios públicos, como el suministro de agua y la recogida de basura. Hay zonas donde sólo llega el agua una vez al mes. Los habitantes tienen que comprar agua en camiones cisternas. También hay saqueos esporádicos de camiones de comida.
Una consecuencia “positiva” de todo este desastre bolivariano nunca visto, es que los vecinos se organizan de manera autónoma para asegurar la caja de comida CLAP. Pero no hay discusión política entre ellos. Criticar al gobierno significaría quedarse sin comida. Es un método de control clientelista del gobierno.
Y ya ni siquiera se puede beber para olvidar… porque las bebidas alcohólicas son de precios inalcanzables… Pero seguimos siendo blanco del imperialismo yanqui y europeo, que por el momento no pueden meter la mano en las riquezas del país.
El gobierno se juega más a negociar con chinos y rusos, pero eso no nos salva del desastre. Aquí quedan los viejos llorando por sus hijos, inmigrantes ilegales en el exterior.