Costa Rica



Ante la segunda ronda

Comité Central del Nuevo Partido Socialista

7 de febrero de 2015

 

El 4 de febrero se realizaron las elecciones presidenciales y legislativas en Costa Rica, donde fue patente el giro a la derecha y reaccionario que impera en el país. A lo largo de la campaña predominaron los discursos autoritarios y, en la recta final, el rechazo a los derechos de las mujeres y la población LGBTI.

 

Esto último fue más notorio tras la respuesta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) al gobierno de Costa Rica en enero, según la cual el país debía garantizar la igualdad de derechos a las personas LGBTI. También la enorme marcha del 3 de diciembre[1], convocada por la Conferencia Episcopal en “defensa de la familia según Dios” (con el respaldo de los partidos evangélicos y burgueses tradicionales) y contra la “ideología de género”, aportó al giro conservador y reaccionario de la campaña electoral.

 

Así, la primera ronda electoral giró en torno a los derechos democráticos de las mujeres y la población LGBTI, dando paso a una campaña que produjo gran polarización y profundizó el retroceso de los partidos burgueses tradicionales, desconfiguró la agenda electoral de las cámaras patronales y visualizó las tensiones que recorren a amplios sectores de la juventud.

 

La crisis del bipartidismo y los nuevos partidos patronales

 

Todo lo anterior potenció el ascenso electoral del candidato Fabricio Alvarado, un cantante de cultos cristianos que lidera al conservador y retrógrado Restauración Nacional (RN) que, debido a su defensa de la “familia según Dios” y su oposición al fallo de la CIDH, pasó de un 3% de intención de voto a inicios de enero a dejarse el primer lugar con un 24,9% de los votos emitidos, además de hacerse de una gran fracción legislativa de 14 diputaciones (contra 1 en período anterior).

 

El grueso de sus votantes son de las zonas costeras y urbanas en condiciones de pobreza, donde las iglesias evangélicas han ganado un enorme espacio ante la ausencia del Estado y de una alternativa de izquierda. En las costas obtuvo el 30% de sus votos y ganó en todas las provincias (Limón, Guanacaste y Puntarenas), mientras que en el Valle Central logró el restante 70% y ganó en Alajuela. De esta manera, los pastores y sus partidos son el único referente político para millones de personas condenadas a vivir en el desempleo, con salarios miserables y en asentamientos informales, algo que plantea un reto político para las organizaciones de izquierda socialista.

 

En segundo lugar se ubicó Carlos Alvarado del gobernante Acción Ciudadana (PAC), quien durante la campaña se posicionó por la educación sexual, el matrimonio igualitario y sostuvo un discurso en defensa de los “derechos humanos”, logrando capitalizar al electorado de perfil progresista y el voto útil de sectores temerosos del ascenso del partido evangélico. Aunque al inicio se vio golpeado por el escándalo del Cementazo, luego de la respuesta de la CIDH se posicionó como la alternativa ante el crecimiento del fundamentalista Fabricio Alvarado, lo que le permitió dejarse el segundo lugar con un 21,6% de los votos y 10 diputaciones. La mayor parte de su votación fue en el Valle Central, donde obtuvo el 87% de los votos y ganó en San José, Heredia y Cartago, mientras que el 13% restante provino de las zonas costeras.

 

Por otra parte, el candidato oficialista no dudó en presentar como un logro del gobierno actual los ataques a las Convenciones Colectivas de Trabajo, lo cual representó golpes severos a las conquistas laborales en muchas empresas estatales, además de posicionarse a favor de una reforma fiscal regresiva mediante la instauración del regresivo Impuesto al Valor Agregado (IVA) de un 16% para enfrentar el déficit fiscal, dejando de lado la instauración de impuestos directos a las exportaciones. Lo anterior refleja el particular carácter del PAC, un “progresismo burgués” que combina un relato pro derechos humanos (aunque con medidas ultra limitadas desde el gobierno) con una agenda de ataques contra el salario y conquistas sociales de los sectores trabajadores.

 

Así, los dos primeros lugares de la contienda electoral correspondieron a nuevos partidos patronales[2], RN reaccionario y fundamentalista, el otro  “progresista” burgués. A pesar de presentarse como opuestos sobre los derechos de las mujeres y la población LGBTI, ninguno cuestiona los intereses de los grandes empresarios y sus partidos plantean atacar las condiciones salariales del sector público para “resolver” el déficit fiscal.

 

Por otra parte, el gran perdedor de la jornada fue Liberación Nacional (PLN), histórico partido de la burguesía costarricense desde la guerra civil de 1948. Recordemos que en la pasada elección fue derrotado por el PAC en segunda ronda, pero en esta ocasión no logró siquiera el “tiquete de entrada” para el ballotage al ubicarse en tercer lugar con un 18,62% de los votos[3]. A pesar de esto obtuvo una votación importante para diputaciones, por lo que tendrá la fracción más grande con 17 representantes (de un total de 57). En cuanto a la Unidad Social Cristiana (PUSC), el otro gran partido burgués tradicional, se ubicó en cuarto lugar con un 16% de la votación, lo cual le permitió alcanzar 9 diputaciones.

 

Lo anterior es sintomático de la crisis del bipartidismo en el país, el cual no se pudo recomponer a pesar de los intentos de la burguesía por regresar a los viejos tiempos de alternancia en el poder entre el PLN y el PUSC, donde además dominaban la Asamblea Legislativa fácilmente y garantizaban la aprobación de sus proyectos de ley. Esto es un problema muy complejo para la gobernabilidad del Estado burgués costarricense, pues cada proceso electoral es una incertidumbre sobre cuál será el nuevo gobierno y la configuración de la Asamblea Legislativa. Además el abstencionismo fue de un 34%, cifra superior al respaldo que obtuvo cualquiera de los candidatos.

 

El resto de partidos que obtuvieron representación parlamentaria son: Integración Nacional 4, Republicano Socialcristiano 2 y Frente Amplio 1. En total serán siete las fracciones legislativas (dos menos de legislatura anterior), pero con una abrumadora mayoría de representantes de derecha y conservadores que van a cerrar acuerdos contra la clase trabajadora, las mujeres y la población LGBTI. Esta Asamblea Legislativa será una verdadera cueva de bandidos, misóginos y homofóbicos, por lo cual no se debe depositar ninguna expectativa en el lobby parlamentario y retomar las calles contra los inminentes ataques.

 

La izquierda en las elecciones

 

El otro perdedor de la jornada fue el reformista Frente Amplio (FA), que a nivel presidencial obtuvo una votación de 0,79%, cuando en la elección de 2014 finalizó en tercer lugar con un 17% de los votos y se hizo de una fracción de 9 diputados. Ahora solo contará con José María Villalta en el parlamento.

 

Este desplome electoral se debe a su claudicación sistemática al gobierno del PAC a lo largo de cuatro años, donde concertaron con el Poder Ejecutivo para contener las luchas, bajo el argumento de que movilizarse en el marco de un gobierno del “cambio” era “hacerle el juego a la derecha”. Esto dio pie a una mayor derechización del FA, cuya fracción pasó por alto los ataques del PAC a la clase trabajadora y sus acuerdos con los partidos evangélicos. Esto lo sintetizó muy bien la diputada Patricia Mora del FA, cuando reconoció que su partido cargó en muchas ocasiones con las “pulgas” del gobierno.

 

Por otra parte, la cúpula del FA y su fracción legislativa (así como un sector de funcionarios del partido en la Asamblea Legislativa) fueron absorbidos al mundo del lobby parlamentario, impulsando la (contra) reforma procesal laboral pactada con las cámaras patronales, sosteniendo la ingenua aspiración de que iban a llegar al gobierno con avances dentro de la institucionalidad burguesa del país, emulando el caso del chavismo en Venezuela o el FMLN en El Salvador (desde las municipalidades, Comités de la persona joven, etc.).

 

Además el FA optó por realizar una campaña vacía de contenido, tratando a último minuto de diferenciarse del PAC con el caso del Cementazo, focalizando sus propuestas en temas ambientales (que nunca estuvieron en el centro del debate electoral) y alegando que NO ERAN SOCIALISTAS. Esto dio paso a un sinfín de desvaríos para hacerse de un lugar, desde enviarle una carta al Papa para que interviniera contra los discursos homofóbicos de los partidos evangélicos, hasta que el candidato presidencial Edgardo Araya abriera una cuenta en Tinder “porque tenía una cita con el pueblo de Costa Rica el 4 de febrero”. Desde cualquier punto de vista una vergüenza de campaña electoral para un partido que se reclama de izquierda, calificativo que al FA comienza a quedarle grande.

 

Debido a esto, la base electoral del FA optó por hacer un voto útil al PAC, algo comprensible pues durante cuatro años la cúpula de su partido no educó a las bases en ser independientes del gobierno de Luis Guillermo Solís y, por el contrario, hizo todo lo posible por “embellecer” al PAC como un partido anti-neoliberal y casi de izquierda, aún cuando reprimió huelgas y luchas comunales, atacó las convenciones colectivas y aplicó congelamiento salarial.

 

Con respecto a la izquierda trotskista, el Partido de los Trabajadores (sección de la LIT en Costa Rica) presentó candidaturas a nivel presidencial, donde obtuvo 4060 votos (un 0,20% del total), aproximadamente 900 menos que su participación anterior. Desde el Nuevo Partido Socialista (miembro de la corriente Socialismo o Barbarie) llamamos a votar críticamente por su candidatura presidencial, por ser el único partido inscrito a nivel nacional que sostuvo un programa de independencia de clase y en defensa de los intereses de la clase trabajadora, aunque señalamos que su campaña fue sumamente gremialista, focalizada unilateralmente en reclamos de la clase trabajadora y con una política sectaria hacia las reivindicaciones democráticas que se convirtieron en el centro de la campaña electoral. Además porque el PT se rehusó a conformar un Frente de Izquierda Socialista como le planteamos desde el NPS, lo cual hubiera fortalecido la construcción de un referente electoral en esta campaña para aprovechar el retroceso del FA.

 

Por nuestra parte presentamos candidaturas a diputación por San José, donde logramos 730 votos, un 0,11%. Al ser nuestra primera participación en la capital no tenemos punto de comparación, pero es una cifra que corresponde al espacio electoral que tiene el trotskismo en el país, más aún en el marco de esta campaña tan a la derecha y reaccionaria. Además cada voto lo peleamos contra la corriente, enfrentando una ley electoral profundamente antidemocrática que no otorga espacios gratuitos en medios de comunicación y donde competimos en desventaja al contar con legalidad provincial, cuando el foco de la atención está en las candidaturas presidenciales. Tampoco podemos obviar que en San José fue la provincia con más partidos inscritos y con más mediaciones por la izquierda, particularmente con la candidatura de Villalta del FA.

 

Nuestra campaña colocó en el centro las reivindicaciones de la clase trabajadora del sector público y privado, una propuesta de reforma fiscal progresiva para que la crisis fiscal la pague el gran capital y la necesidad de impulsar un plan de obras públicas contra el desempleo (particularmente orientado hacia las mujeres y la juventud). Pero también dimos respuesta a las reivindicaciones democráticas de sectores oprimidos que nuevamente se posicionaron como temas centrales en esta campaña. Partiendo de nuestro planteamiento por una Asamblea Constituyente para refundar el país a partir de los intereses y necesidades de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud, nos posicionamos a favor del matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, la declaratoria de emergencia nacional para prevenir los femicidios, derecho al aborto y contra la brecha salarial entre hombres y mujeres en la empresa privada.

 

Asimismo, fuimos el único partido que hizo eje en la reivindicación por un Estado laico, tema que posicionamos desde el debate organizado por el CIEP-UCR a finales de noviembre y replicamos en todos los espacios en medios de comunicación donde participamos, además de demostrar nuestra consecuencia cuando apostamos con todo a impulsar la gran movilización del pasado 20 de enero (convocada desde el movimiento “Yo sí quiero un Estado laico CR”), sin duda alguna el principal elemento de contrapeso al giro a la derecha y conservador de esta campaña electoral.

 

Por eso valoramos muchísimo estos cientos de votos que obtuvimos con decenas de volanteos en las puertas de fábricas, paradas de buses y mediante el aprovechamientos en medios (radios, periódicos, televisión y redes sociales), donde llevamos una propuesta de organización y lucha para la clase trabajadora, las mujeres y la juventud.

 

La izquierda trotskista requiere acumular mucha más fuerza en el próximo período para extender su inserción en sectores y regiones del país, para lograr un mayor músculo en los futuros procesos electorales y luchas sociales. Además se replantea la tarea de poner en pie un Frente de Izquierda Socialista (hay experiencias en otros países de este tipo) para convertirse en un referente para miles de explotados y oprimidos.

 

En esa tarea nos estamos avocando desde el NPS e invitamos a todas y todos nuestros lectores a sumarse a militar con nuestro partido y la corriente Socialismo o Barbarie.

 

¡Ni con los conservadores homofóbicos, ni con los progres burgueses!

 

El 1 de abril tendrá lugar la segunda ronda electoral. Desde el NPS no llamamos a votar por un reaccionario y conservador como Fabricio Alvarado, cuyo eje de campaña es atacar los derechos de las personas LGBTI y las mujeres. Asimismo, responsabilizamos directamente al actual gobierno del PAC por el ascenso del fundamentalismo en el país, pues su gobierno renunció a luchar por el Estado laico (promesa de campaña), fue el primero en incluir a un jerarca religioso en un gabinete (Melvin Jiménez de la Iglesia Luterana) e incluso en 2014 apoyó el proyecto de “Ley para la Libertad Religiosa y de Culto”, con el cual las iglesias evangélicas persiguen contar con un trato diferenciado ante el Estado costarricense.

 

Pero tampoco llamamos a votar por ningún partido que defienda los intereses de explotadores u opresores, aunque sea uno como el PAC que asume el ropaje de “progresista” en materia de derechos humanos, postura que además nos parece hipócrita e inconsecuente, pues durante este gobierno se reprimieron huelgas, luchas comunales y campesinas, poniendo a la Policía a resguardar los intereses de patrones y terratenientes. Incluso a pocas horas de avanzar a segunda ronda, Carlos Alvarado está llamando a un gobierno de “unidad nacional” con los principales partidos burgueses, planteando la necesidad de un acuerdo programático que, sin la menor duda, va consistir en unificar a los de arriba contra los de abajo[4].

 

Sabemos que un amplio sector de activistas se inclina por un “voto útil” por el PAC para evitar el ascenso de Fabricio Alvarado. Esta decisión no la compartimos, pues el voto útil por el PAC conduce al fortalecimiento de sus políticas para atacar a los de abajo, en particular su impulso a un plan fiscal que recarga la crisis sobre los hombros de la clase trabajadora, tal como propone Carlos Alvarado con el aumento del IVA.

 

Por eso, hacemos un llamado a las luchadoras y luchadores a no confiar en el PAC, sino en la propia capacidad de organización y movilización para detener los ataques de los partidos patronales y la avanzada conservadora que ya logró muchas diputaciones para la próxima Asamblea Legislativa. Esto nos obliga a organizarnos para defender en las calles los derechos de la clase trabajadora, de las mujeres y la población LGBTTI, conformando espacios de coordinación unitaria de todos los sectores y partidos políticos de izquierda. En definitiva, sea que gane Restauración Nacional o el PAC, vamos hacia cuatro años diferentes, con muchos más ataques de los empresarios y los conservadores, ante lo cual tenemos que responder con más organización y luchas.

 

[1] Que congregó alrededor de 600 mil personas en San José.

[2] En el caso del PAC con un poco más de recorrido, pues se fundó en 2002, pero no hace parte de los partidos burgueses tradicionales como lo son el PLN, PUSC.

[3] Desanti obtuvo menos votos de Jhonny Araya en la segunda ronda de la elección anterior, cuando se había retirado de la contienda ante su eminente derrota.

[4] Al cierre de esta edición, el machista y autoritario de Juan Diego Castro hizo pública su adhesión al candidato del PAC.

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