Buenas noches a todos. Me toca iniciar brevemente refiriéndome a un rasgo que tenemos que considerar no tanto a la Revolución Rusa sino a su centenario. El rasgo de este centenario es la estridente campaña de silencio mundial que ha habido alrededor de este centenario. Es una campaña de silencio sobre todo mediática, aplicando el lema posmoderno de que si no estás en los medios no existís, resulta que la revolución más profunda e importante de la historia que determinó en gran medida el curso del siglo XX ha desaparecido de la escena. No sólo ha desaparecido de la escena académica (salvo para discusiones de vanguardia como las nuestras) sino que es un intento de borrarla de la memoria histórica de las nuevas generaciones.

Esto incluso llega a países donde no puede dejarse de hablar de la Revolución Rusa por la influencia que tuvo en ellos, por ejemplo, China o Rusia. En China pasó una cosa interesante, yo leo mucho la prensa china y tienen un enorme aparato de prensa; empezó 2017 y desapareció de la prensa china cualquier referencia con cualquier cosa que tuviera que ver con la Revolución Rusa, cosa que no sucedía en las publicaciones de 2016. Debe haber bajado una orden de arriba. Por ejemplo, en 2016 había artículos como el siguiente: «un millón doscientos mil turistas chinos han visitado Rusia, y lo primero que hacen al llegar a Moscú es ir a la tumba de Lenin». Cosa muy probable, este año no. No se sabe cuántos turistas fueron, ni si algún chino se atrevió a ir a la tumba de Lenin.

Lo más surrealista no sucedió en China, que le debe su existencia a la Revolución Rusa, sino en la Rusia de Putin. Putin, como es sabido, odia a Lenin, lo considera uno de los personajes más nefastos de la historia rusa por varios motivos. Primero, porque Lenin defendía el derecho a la autodeterminación de los pueblos y eso tendía a liquidar al imperio ruso y al posterior estallido de la Unión Soviética. Otro de los crímenes de Lenin, según Putin, es no haber apoyado la Primera Guerra Mundial imperialista, como debía hacer cualquier ruso patriótico en esa época: obedecer al zar e ir a pelear a la guerra. A Putin se le presentó el problema de qué hacer con el centenario de la Revolución Rusa, qué hacer con el 7 de noviembre, así es mucho más difícil esconder el asunto. Entonces, el 7 de noviembre organizó un colosal desfile militar en la Plaza Roja. No para conmemorar el 7 de noviembre de 1917, sino el 7 de noviembre de 1941. En esa época Moscú estaba bajo la amenaza de la invasión de las tropas alemanas, de la coalición nazi fascista. Bajo la presencia de Stalin, hubo un desfile de las tropas rusas, que marchaban al frente, fueron a pelear y derrotaron a los alemanes. Fue una de las batallas más importantes de la guerra después de la de Stalingrado, para determinar la derrota final de Alemania. Entonces no se habló de 1917, sino de 1941 y por supuesto de Stalin. Se hizo un desfile inmenso, las tropas desfilaron con los uniformes de la época de la Segunda Guerra Mundial y los uniformes del ejército zarista del siglo XIX. En el medio había un vacío, no había nadie que desfilara con uniformes del Ejército Rojo de 1917.

Al mismo tiempo, hubo un acto de conmemoración de la Revolución Rusa frente al crucero Aurora, el crucero desde el cual los marinos de Kronstadt bombardearon la sede del gobierno de Kerenski. Fue pequeñísimo, debía haber entre mil y dos mil personas, según se ve en los videos y era un acto del Partido Comunista Ruso, tolerado por Putin. En Rusia los partidos de oposición están tan controlados en Rusia como los partidos oficialistas. Con retratos de Lenin y Stalin se anunció el lanzamiento de la candidatura del secretario general del Partido Comunista Ruso a las próximas elecciones presidenciales, que va a ganar Putin o el candidato que designe Putin. Es un poco para reír y un poco para llorar.

Esta situación refleja un poco la situación mundial. Estamos en un momento complicado en cuanto al problema no sólo de la lucha de clases en general, sino de la recuperación de la memoria histórica. Esto es fundamental porque tenemos que dar una mirada a lo que es el mundo feliz post soviético.

El derrumbe de la Unión Soviética acompañado por la restauración capitalista en todos los países supuestamente socialistas, como China o Vietnam, inauguró efectivamente una nueva época histórica. La Revolución Rusa y la Primera Guerra Mundial inauguraron toda una época histórica que finaliza con la caída de la Unión Soviética. Al mismo tiempo que se produce eso, hay que sacar un balance. Los trabajadores, los luchadores y la juventud tienen que sacar un balance de quién salió ganando y quién salió perdiendo, porque da la casualidad que simultáneamente al derrumbe final de la Unión Soviética se produce también la ofensiva y la instauración del neo liberalismo a escala mundial que empieza su tarea de liquidación de todas las conquistas logradas precisamente en la época marcada por la Revolución Rusa y la caída de la Unión Soviética.

En ese sentido, ese período, donde la burguesía mundial se vio obligada a dar concesiones fenomenales, no lo hizo porque era buena y bondadosa ni nada por el estilo. Lo hizo en primer lugar, ante todo, obligada por determinadas relaciones de fuerza en la lucha de clases y también, dentro de eso, estaba el problema de la existencia de un Estado surgido de una revolución.

En ese sentido, para terminar, conviene recordar una frase poco conocida de un político conservador inglés, Sir Quintín Hoggs, barón de Saint Marylebone. En 1943 hablando en plena guerra, frente a las cámaras, dijo una frase que ilustra todo lo que fue la época feliz de las conquistas sociales y el Estado de bienestar que se derrumba, no por casualidad, simultáneamente, con la liquidación de la alternativa de algo que se decía socialista. Él dijo lo siguiente en 1943: “debemos darles reformas sino ellos nos darán revoluciones”. Esa frase sintetiza la etapa que se abre -a pesar de la degeneración de la URSS- entre 1917 y 1989-91. A partir de allí se acabaron las reformas. Podría decirse la frase al revés: ustedes no nos amenazan con la revolución, no hay amenaza revolucionaria, entonces no vamos a dar ninguna reforma. A partir de ahora es un mundo neoliberal, es el mundo de la contra reforma, vamos a volver al siglo XIX.

Eso es lo que está pasando en todo el mundo, en Francia, en Brasil, es lo que quieren que pase acá. Ustedes toman el plan Macron, lo votado por el Congreso brasilero con Temer y los planes que está proponiendo acá Macri y son todos una fotocopia, es volver al siglo XIX. Por ejemplo, la contratación directa entre patrón y trabajador es del siglo XIX o de antes. En esa época histórica no por casualidad coinciden con la existencia de un Estado -aunque en su fase final, profundamente degenerado por la reacción burocrática que fue la URSS- con las conquistas de las luchas de los trabajadores.

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