Noticias de Macrilandia XLVI

Sobre llovido para los jubilados, mojado para los asalariados – Paritarias con dunga dunga – Tarifas con dunga dunga – Compañías privatizadas invierten a punta de cacerolazo – El macrismo y los pobres: hoy un crédito, mañana una traición – Empresario hiperliberal estudia pedir protección al Estado – El que sabe, sabe, y el que no, es ministro PRO – Funcionario sale en defensa de las empresas ante brutal acoso salarial

 

Una tras otra, como puñalada de loco, vienen las iniciativas del gobierno para bajar la inflación, alentar el crecimiento y promover la felicidad de todos. Una de las llaves maestras del paquete 2018, junto con las reformas impositiva y laboral, más los tarifazos, endeudamiento y cosas parecidas, es poner un límite a los abusivos aumentos de salarios que veníamos cobrando los trabajadores. Según parece, salarios tan altos deprimían a los empresarios y los dejaban sin ganas de invertir. De modo que se viene el nuevo número de paritarias 2018: 10 (diez) por ciento. Es la cifra que están dejando filtrar desde los más altos niveles del equipo económico, como para ir tanteando el ambiente.

No es nada nuevo, claro. El mecanismo viene siendo así: el Banco Central, encargado de la “lucha contra la inflación”, estima una meta de suba de precios para el año, y el gobierno pretende que las negociaciones paritarias se atengan a eso. En 2016, el injustamente olvidado Prat Gay hablaba de una inflación del 25%, y el macrismo pidió paritarias en consonancia. La burocracia sindical mucho no le creyó y negoció cerca del 30%, pero la inflación de 2016 fue el 41%. Perdimos. En 2017, Sturzenegger, titular del BCRA, estimó una inflación de “entre el 12 y el 17%”. Por supuesto, todo el mundo asumió que el 17% era el piso, no el techo, y las paritarias rondaron el 20-22%. Faltan dos meses y ya estamos en el 19,4% (según el INDEC). Perdimos de nuevo.

¿Y en 2018? La novedad es que esta vez le van a pedir a Stturzenegger que se abstenga de dar pisos y techos y que sea “menos generoso” con los cálculos (es decir, que dibuje todavía más la truchada de meta de inflación). Pero es tarde: ya el Presupuesto 2018, que no se caracteriza por su realismo, calcula una inflación promedio del 15,7% (La Nación, 15-9-17). Lo curioso es que Macri le dio carta blanca al jefe del BCRA para intentar domar la inflación vía el aumento de la tasa de interés. En criollo: más emisión de Lebac, más endeudamiento semifiscal, más timba financiera, menos inversión y menos crecimiento. Cambiemos no se resigna a que su política económica es una manta corta: cuando quiere controlar la inflación, se le cae la actividad económica, y si quiere estimular el crecimiento, se dispara la inflación.

Pero la decisión parece tomada, porque “para el Gobierno, uno de los elementos centrales para combatir la inflación no es frenar la emisión monetaria (como suelen sostener), sino los salarios renegociados a la baja. (…) La apuesta será a enfriar la economía en los próximos meses, y para eso se utilizarán las paritarias en el sector público: el presidente Macri les sugirió a los gobernadores que bajen los sueldos estatales, y fue más explícito: les dijo que todo tomaba sentido en función de la próxima paritaria. (…) El gobierno mira con aprobación el acuerdo alcanzado con Tierra del Fuego y la UOM de aplazar paritarias dos años a cambio de que no haya despidos. Hay quienes anticipan que los sectores más dañados de la economía podrían intentar un acuerdo de esas características” (J. Guarino, Ámbito Financiero, 21-11-17).

Preguntamos por las dudas: se entendió todo, ¿no?

 

En este marco de paritarias archimiserables, el ministro Aranguren anuncia alegremente tarifazos de luz y gas que están más cerca de los tres dígitos que de dos. De nuevo contrariando lo que dice el propio Presupuesto 2018, que estimaba una reducción del subsidio a la tarifa de electricidad al 37% del valor de la energía, el macrismo quiere acelerar el ajuste y rebajar el subsidio ya en 2018 a sólo el 18%. Según se anunció en audiencia pública, sumando los aumentos de diciembre y febrero, la suba en el precio del megavatio hora alcanzará el 68,2% (36,9% en diciembre más un 22,9% en febrero), pasando de 640 pesos a 1.077 pesos de acá a tres meses. “Curiosamente”, para las industrias el aumento es mucho menor que para los usuarios residenciales: “apenas” el 30%.  Y atención, que el mayor impacto se dará en Edenor y Edesur, esto es, en Capital y Gran Buenos Aires, buscando terminar con la diferenciación tarifaria entre Buenos Aires y el interior que es, en el fondo, un derivado de la fuerza del Argentinazo de 2001. El cálculo es que con un consumo de 400 kw por mes, sin contar tasas municipales, la boleta se iría a 725 pesos mensuales en diciembre y 850 pesos en febrero. En cuanto al gas, se anticipa un aumento como mínimo del 40%, con una suba del 63% en el cargo fijo. Ah, el macrismo quiere paritaria del 10% anual, no sé si recuerdan.

 

Hablando de servicios públicos. Parece que varias de las empresas concesionarias están gestionando endeudarse para invertir algo en infraestructura a la generosa tasa del 7% en dólares, que de todos modos sería pagable gracias a los aún más generosos tarifazos a valor dólar que pagaremos los usuarios. ¿Llegan las inversiones, entonces? Bueno, como explica un comentarista, “no hay altruismo en el proyecto. Las empresas saben que la paciencia de los usuarios es casi nula y que probablemente éste sea el último verano en que soporten cortes de luz, programados o no. Y que la próxima protesta, en un escenario de tres años de subas constantes de tarifas, sea al gobierno para que directamente les quite las concesiones” (Ámbito Financiero, 13-11-17).

 

Sigilosamente, el macrismo intentó hacer una especie de minipopulismo financiero con los créditos Argenta a jubilados y beneficiarios de AUH. En pocos meses se otorgaron 2,3 millones de créditos de hasta 10.000 pesos

a devolver en 12, 24 y 40 cuotas a tasa fija, con la idea de reactivar el consumo. Pero, como de costumbre, el gobierno se dispara en el pie. Porque esos mismos sectores son los que ahora verán empeorados sus ingresos con la nueva fórmula de actualización, y para colmo sufren una inflación mayor a la promedio: según un cálculo de la UMET, mientras para los trabajadores de mejores sueldos la inflación interanual alcanza el 22,7%, para los de menores ingresos (justamente, los que tomaron más de un millón de créditos Argenta) fue del 27%. Lo que demuestra lo que el gobierno no entiende: jubilados y beneficiarios de AUH toman esos créditos no para “gastar”, sino simplemente para llegar a fin de mes. Así es el estilo macrista: te presto 5, te saco 10.

 

En estas páginas hemos hablado de cómo el multimillonario Marcos Galperín, dueño de Mercado Libre, es postulado como el nuevo héroe de la burguesía local por su carácter emprendedor, global, competitivo y ajeno a los negociados y prebendas del Estado. Lástima, parece que se cae el ídolo. Resulta que el gigante global Amazon está estudiando seriamente su desembarco en estas pampas, con el patrocinio del ex embajador yanqui Noah Mamet, y competiría directamente con Mercado Libre en el negocio de compras online y en el financiamiento no bancario a los clientes. Hasta se habla de que le está por robar alguno de sus altos directivos. Esto pone a Galperín en una encrucijada: ¿seguirá defendiendo la “libre competencia” (¡claro, hasta ahora no tenía competidores, así qué fácil!), o le va a pedir a su buen amigo Macri alguna ayudita proteccionista para evitar que los vientos globalizadores le barran el negocio que le permitió ser una de las siete personas de este país con patrimonio superior a los 1.000 millones de dólares? ¡Qué suspenso!

 

Hablando de suspenso, y en el marco de la dramática situación del submarino ARA “San Juan” que no aparece, se dio en el terreno de la comunicación pública sobre el tema una curiosa inversión de responsabilidades. Resulta que el ministro de Defensa, Oscar Aguad (el mismo que venía del Ministerio de Comunicación sin saber usar Internet, pero dejemos eso ahora), no tuvo mejor idea que tuitear el sábado 18 que se habían recibido siete señales de llamadas satelitales desde el submarino, y alentaba a los familiares que “en breve podrán tenerlos en sus hogares”. Pero ese mismo día, el comandante del Área Naval Atlántica con base en Mar del Plata, el contraalmirante Gabriel González, puso en duda la información y aclaró que eso no estaba confirmado. Horas después se supo que González tenía razón: las señales no eran del submarino perdido, y Aguad había jugado irresponsablemente con la esperanza de los familiares. Aguad, molesto por sentirse desautorizado, pidió el retiro inmediato de González, que se hará efectivo en cuanto termine la búsqueda. No importa que uno dijera cualquier disparate y el otro tuviera criterio; donde manda ministro no manda contraalmirante. La moraleja de la gestión PRO es muy simple: el inservible que tiene poder se queda, y al que tiene razón lo despiden.

 

Frase PROtuda de la semana: no importa que el personaje sea poco conocido. Lo que dice sintetiza la política de Cambiemos hacia las próximas paritarias:

“Queremos que las empresas paguen los salarios que puedan pagar sin afectar su competitividad” (secretario de Hacienda Sebastián Galliani). El corolario de esta frase, suponemos, es “queremos que los trabajadores ganen los salarios que el empresario quiera, aunque eso afecte el llenado de su estómago”.

M.Y.

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