Lanata y la construcción de un discurso reaccionario

La desaparición forzosa de Santiago Maldonado ha ocupado la escena política. Pasadas las brumas de las PASO, se ha colocado como el principal tema de la agenda política: la desaparición del joven en manos de la Gendarmería, su exigencia de aparición con vida, ha corrido como pólvora poniéndose en la boca de millones de personas, que no están dispuestos a tolerar este atropello.

Las reservas democráticas de una sociedad que sufrió 30.000 desapariciones, que peleó por encarcelar a los genocidas, que se levantó en el 2001 contra el estado de sitio, y que se movilizó recientemente contra el 2×1 -por nombrar los casos más significativos-, son inmensas. Este elemento opera como una traba para los planes del gobierno de Macri, quien quisiera un “país normal” donde los genocidas estén en su casa por los servicios prestados a la burguesía, que las fuerzas represivas estén legitimadas y con las manos libres para hacer su tarea, que el conflicto social sea una anomalía propia de intereses espurios y no la consecuencia lógica de planes económicos que subordinan la vida cotidiana de millones a las ganancias de unos pocos.

Este límite, esta “línea roja”, es la que el gobierno está dispuesto a traspasar. Para ello, el operativo de encubrimiento de la desaparición de Santiago es una tarea de primer orden. Cuenta en su ayuda con un inmenso andamiaje mediático, que incluye los principales diarios del país, programas políticos del prime-time y “comunicadores” de renombre. Son los que día a día se encargan de hacer rodar versiones, una más nefasta que otra, sobre Santiago, sobre los mapuches, el terrorismo, etc; con el objetivo de desviar la atención del problema principal: a Santiago se lo llevó la Gendarmería, y el gobierno tiene que devolverlo con vida.

Sin embargo, de esa fauna que son los medios, hay una figura que particularmente, por motivos que daremos más abajo, resalta: Jorge Lanata. A la elucidación de este personaje, dedicamos las siguientes líneas.

“Un lento viaje a la degradación” [1]

Jorge Lanata es, si se quiere, el principal periodista del país. Dueño de un estilo propio, multipremiado, posee un público de proporciones importantes para un comunicador político: sus programas de radio y TV son de los más escuchados y vistos, a lo que se suma las réplicas en otros medios que generan cada aparición o “informe de investigación”.

Sin el objetivo de hacer un racconto riguroso de su trayectoria, señalemos algunos jalones de su carrera: arrancó en Radio Nacional algunos meses antes de la dictadura, y se mantuvo allí durante la misma. Posteriormente, con la vuelta de la democracia, fue parte de la revista El porteño, de orientación progresista de defensa de los derechos humanos y los pueblos originarios, que lo va a llevar a lo que constituyó el gran salto en su carrera: la fundación y dirección de Página 12 a mediados de los 80. Con un estilo irónico, provocador y descontracturado, fue también construyendo un perfil anti-corrupción, que durante el menemismo, y con proyectos de menor envergadura e impacto, lo tuvieron como protagonista.

Otra de sus banderas de sus años mozos fue el enfrentamiento con Clarín. Por motivos varios –y reales- siempre se mostró como un opositor al grupo: por hacer negocios con la dictadura (Papel Prensa), por apropiadores de niños, por el monopolios sobre los medios, por el avasallamiento de los derechos laborales de los trabajadores de prensa, etc.

En el 2001, con “”Detrás de las noticias” esbozaba un discurso crítico de la clase política, como parte del clima social que los identificaba como corruptos e ineficientes. Posteriormente, va a pasar al diario Crítica[2] y a programas menores de cable.

Su vuelta a la gran vidriera periodística fue de la mano del otrora enemigo Clarín, con otras ideas y otro ropaje, declarando que “el kirchnerismo los unió”. Desde allí y como principal figura del multimedio, se dedicaría semanalmente, y con un kirchnerismo decadente, a horadar la piedra que culminaría con el triunfo del macrismo.

Como dice su biógrafo “Jorge Lanata supo expresar, espejar o sintetizar, aunque en audiencias primero reducidas, luego cambiantes y finalmente crecientes, climas sociales sucesivos y en apariencia distintos: la salida de la dictadura, el antimenemismo fácil, el estallido, el antikirchnerismo rabioso”.

Un vocero de la gran burguesía

Lanata versión 2017 tiene poco que ver con ese “niño fatal” impugnador de políticos. Por el contrario, representa la cara más repugnante y agresiva del intento de imponer un giro a la derecha en el país. En una nota publicada el 26 de agosto en Clarín[3] da rienda suelta a un discurso difícilmente imaginable en un país y una sociedad de tradiciones políticas progresistas como el nuestro. Es difícil responder punto por punto al mismo, porque es incapaz de mostrar un hilo argumental sólido: más bien se trata de enchastrar, de tirar basura, de confundir la lucha por la aparición de Santiago y la lucha del pueblo mapuche. “La receta no puede ser peor: setentistas que creen que la guerra sigue, un viejo proyecto K de entregar parques nacionales a los indios, mapuches que debaten su pasaporte entre Argentina y Chile, aparición de nuevos corredores de droga en la Cordillera”. Probablemente, esta cita contenga tantas barbaridades como palabras. Posteriormente, pasa a asegurar que la RAM posee contactos con La Cámpora, las Madres de Plaza de Mayo, las FARC y la resistencia kurda, y su proyecto similar al del ISIS. Y quizás, por su cinismo, la peor parte sostiene que quienes apoyan la lucha mapuche sería “un encantador grupo de militantes sensibles de pelo enrulado que luchan para declarar Mapucheland como estado independiente y volver a vivir como en el siglo XVIII”. La referencia a Santiago Maldonado es demasiado obvia para dejarla pasar. Remitimos a los lectores, sin hacernos responsables por su salud, a la nota y a la indignación consiguiente.

La construcción de esta amalgama sin pies ni cabeza, de apilar estupideces sin ton ni son, además de ser profundamente racista, tiene un objetivo declarado: apelar a los prejuicios más atrasados de un sector de la población. El cóctel se alimenta de palabras tales como “lucha armada”, “destrucción del capitalismo”, “atentados”, “ISIS”, “droga”, “poligamia” (?), “canibalismo” (!!!) y un supuesto intento de quedarse con toda la Patagonia. Probablemente el orden lógico, la argumentación formal, y menos que menos la veracidad, tengan alguna importancia. En este sentido, Lanata funciona como un demagogo: sus palabras son pequeñas dosis de veneno en la conciencia, manipulan las emociones, impactan sobre el miedo o la ignorancia del problema en cuestión.

El estilo sarcástico y provocador, que antaño podía generar algún grado de empatía medianamente progresivo, está puesto al servicio de un discurso reaccionario con tintes fascistoides, tributario de la gran burguesía argentina, de la cual Lanata es quizás, su principal vocero: es la punta de lanza, el lenguaraz de un orden a construir. Que este discurso empalme con el gobierno de Macri es una circunstancia: Lanata no es el operador de tal o cual gobierno de turno, sino el representante ideológico de lo más podrido, retrógrado y miserable de los capitalistas.

La pelea planteada por la aparición con vida de Santiago Maldonado, es también, el primer round en esta “lucha de sentidos”. Obligar al gobierno a responder por su paradero, pondría coto a este tipo de provocaciones. Y más estratégicamente, será tarea de los trabajadores y los sectores populares y democráticos, cuando llegue el momento, ajustar cuentas con este personaje nefasto.

Maxi Tasán

[1]Título de una nota de Eduardo Blaustein, periodista y ex colaborador de Lanata, quien escribió una biografía critica del mismo titulada “Las locuras del Rey Jorge” (Ediciones B, 2014). La nota en cuestión, de la que extraemos algunos datos, se encuentra en http://www.so-compa.com/medios/lento-viaje-la-degradacion/

[2] Esta experiencia duró menos de dos años. Lanata fue director y socio de Antonio Mata, vaciador de Aerolíneas Argentinas. El resultado fue el cierre, los despidos y la deuda de sueldos e indemnizaciones a los trabajadores.

[3] https://www.clarin.com/opinion/grupo-militantes-sensibles-toda-cuota-violencia_0_BkUu1ER_Z.html

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