A un mes de su desaparición

Al momento de escribir esta nota han pasado 22 días desde la desaparición de Santiago Maldonado. En el periodo transcurrido no se ha avanzado un centímetro en esclarecer el hecho, por el contrario, estamos en presencia de un inmenso operativo político-mediático cuyo fin es la protección de la Gendarmería y el deslindamiento de responsabilidades del gobierno.

Los hechos

El 1° de agosto, la comunidad mapuche Cushamen, en Chubut, se encontraba realizando un corte de ruta exigiendo la liberación de su líder Facundo Jones Huala, detenido hace algunas semanas y a la espera de una posible extradición a Chile, donde tiene causas abiertas por “terrorismo”[1].

En medio de un operativo de desalojo que incluyó balas de goma y plomo, fue visto por última vez Santiago Maldonado, un artesano de 28 años residente en El Bolsón, quien se había acercado a solidarizarse ante la represión que habían sufrido los mapuches el día anterior. Los testigos de la comunidad afirman que fue golpeado por gendarmes antes de ser subido a una camioneta, con la cual se lo trasladó unos cientos de metros, para subirla a otra y partir con rumbo desconocido.

Un salto en calidad en la represión

Si bien la persecución y represión al pueblo mapuche es una constante[2], se ha incrementado considerablemente a partir de las tomas de tierras, en su mayoría, partes de los inmensos territorios pertenecientes a empresarios extranjeros[3].

Es en este marco que se produjo la desaparición de Maldonado. El caso toma ribetes más profundos debido a la política activa de encubrimiento por parte del gobierno nacional y al hecho de que su desaparecedor es la Gendarmería Nacional, fuerza represiva del orden nacional, y cuyo operativo específico estaba bajo la órbita del Jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti.

Desde su asunción, el macrismo se dio una orientación de relegitimación de las fuerzas represivas, donde la Gendarmería pareciera cumplir un rol excepcional, siendo la fuerza más utilizada por Bullrich. Esto llega al ridículo de cometer episodios como los vistos en las últimas semanas, donde desde el gobierno se regalaban camiones de Gendarmería en ocasión del “Día del Niño”, o de un stand donde se presentaban armas largas, objetos de pertrechamiento y carros hidrantes en la Ciudad de los Niños en La Plata.

Un operativo donde la víctima es victimario

La desaparición de Santiago Maldonado, no sólo desnuda una vez más el carácter represivo y asesino del Estado nacional y sus “Fuerzas de Seguridad”, sino que también golpea de lleno en esta estrategia de “lavado de cara”, al mismo tiempo que toca una fibra sensible para la sociedad argentina: la represión y desaparición de personas como política de Estado.

Es por eso, que desde el momento mismo en que Santiago es detenido, se puso en marcha un inmenso operativo para desviar la verdadera responsabilidad del asunto. Encabezado por la propia Patricia Bullrich, y con el acompañamiento de la mayoría de los medios de comunicación, se intenta tirar tierra en los ojos de un país que mira atónito tremendo hecho.

En un primer momento se sostuvo que Santiago se encontraba viajando por otras provincias; posteriormente se pasó a acusar a la comunidad mapuche de terroristas, y a Santiago como parte de ésta, al punto de sostener hipótesis como que había sido muerto en una acción con varios días de antelación al 1° de agosto. Bullrich llegó al extremo de revelar, prácticamente por cadena nacional, la identidad de un testigo protegido y de sus padres. A su vez, cotidianamente se siembran pistas falsas, mentiras, “cazababobos” y toda una serie de maniobras distractivas, que la familia de Santiago, a la cabeza de su búsqueda, debe salir a responder.

El cinismo sin proporciones, el encubrimiento a la Gendarmería, la re-victimización a la que se somete a Santiago y a la comunidad mapuche, dejan planteada la exigencia de renuncia inmediata de la ministra.

Que aparezca Santiago con vida y que renuncie Bullrich

Pasadas más de tres semanas, la magnitud del hecho no puede ser exagerada: el gobierno de Macri tiene un desaparecido y es una tarea de los trabajadores y todos los sectores democráticos exigir su inmediata aparición con vida. Es tan escandaloso que hasta los organismos internacionales (ONU, Comisión Interamericana de Derechos Humanos) han salido a pronunciarse y exigir por la aclaración del caso.

Es por todo esto que es necesario que, este primero de septiembre, construyamos una gran movilización a Plaza de Mayo: por la aparición con vida de Santiago, la renuncia de Patricia Bullrich y para pararle la mano a Macri.

Maxi Tasán

[1] Jones Huala  es uno de los dirigentes de RAM (Resistencia Ancestral Mapuche), un grupo radicalizado con posturas anticapitalistas-autonomistas que plantean la recuperación de las tierras despojadas durante las conformación del Estado argentino para establecer una nación Mapuche regida por sus propias leyes. Plantean que su lucha es “antimperialista y antioligárquica”, no así contra al Estado argentino, al cual le piden reconocimiento y convivencia. Para más información remitimos a una entrevista al propio Jones Huala en  http://www.lanacion.com.ar/2055738-jones-huala-por-mas-que-me-obliguen-no-me-siento-argentino-no-lo-sere

[2] No sólo es una práctica común en el ámbito rural. En las zonas urbanas, por poner el caso de Bariloche, es impactante el contraste entre la zona céntrica de la “Suiza argentina”, y los barrios populares donde habitan en su mayoría en calidad de trabajadores precarizados al servicio del turismo.

[3] El Pu Lof La Resistencia está ubicado sobre unas hectáreas pertenecientes a la textil Benetton, quien posee las propiedades más grandes de la Patagonia: casi un millón de hectáreas de tierras dedicadas a la cría bovina, plantación de soja y extracción minera.

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