Elecciones en la PILKI: perdió la Marrón

El resultado inesperado de las elecciones nos ha dejado un sabor amargo. Pero no es momento de lamentos, sino de comprender lo ocurrido, sacar conclusiones y darle a los compañeros de la fábrica las herramientas necesarias para enfrentar el periodo que se viene.

Lo primero a clarificar es que el triunfo de la lista patronal Celeste no es resultado de una derechización en la fábrica: el sector pro patronal se ha reducido levemente. Este dato surge de comparar los votos que obtenían en el 2015 las dos listas que representaban el arco patronal-burocrático 47%, con los resultados que obtiene hoy la Celeste 41% .

El sector de la fábrica que votó a la izquierda en el 2015, representada en ese momento exclusivamente por La Marrón (52%), se ha ampliado en el 2017.

¿Porqué se perdió entonces si los trabajadores que se inclinan hacia la izquierda han aumentado (58%)? Por la división que operó la lista Bordó (18%) contra la lista Marrón (40%).

Estos  datos tienen importancia: para prepararse para este nuevo momento, no es lo mismo concluir que la gente giró a la derecha o que la gente amplió su apoyo a la izquierda con un voto dividido. No da lo mismo ni para la Marrón, ni para el SOIVA (sindicato conducido por la burocracia), ni para la patronal.

 

La ingenuidad política

La campaña de la Celeste fue que ellos permitirán el diálogo con la empresa y que por esa vía se conseguirán mejoras. Toda vez que las anteriores listas pro patronales dialogaron con la empresa, los que perdieron fueron los trabajadores. La otra pata de la campaña fue la denuncia que la izquierda hace política, busca su minuto de fama, que trabaja para un partido, etc, etc, esa campaña pega en un sector de compañeros; como si el gobierno, el sindicato y la patronal no hiciesen política y no contasen con infinitos medios más que la izquierda.

Romper con el sentido común conciliador que ha cultivado el peronismo y los partidos del sistema durante décadas no es tarea fácil ni inmediata. Requiere templanza y convicción, porque las presiones son grandes.

Una política permanente de denuncia, de clarificación, de delimitación del gobierno, de la patronal y de la conducción del sindicato, a veces resulta chocante incluso para los compañeros más piolas. Pero esto es lo que explica el extremo cuidado que tuvo la empresa de enfrentarse directamente a los trabajadores y su comisión interna, que desde el 2015 han defendido los puestos y las condiciones de trabajo en la fábrica. En este punto, la actividad de La Marrón ha sido exitosa: ni un despido, ni una suspensión, casi 100 categorías conseguidas, e infinidad de pequeñas reivindicaciones se consiguieron.

Una muestra de esto fue a través de la Asamblea General  que “La Marrón” impulsó el paro general del 6A. Esta fue una prueba inmensa de dirección política. A pesar de la conducción del gremio que boicoteó el paro general (y que el 1º de Mayo fue a aplaudir a Macri), los compañeros votaron por unanimidad la adhesión al paro y el 6A no fue nadie a trabajar.

 

El oportunismo se nutre de la ingenuidad

Pero está la otra cara de las cosas: la ingenuidad y despolitización que fomentan los patrones y el peronismo también es aprovechado por sectores que se reivindican de izquierda.

Es el caso de la lista Bordó, que se dedicó a pedir “por favor” que los voten porque la Marrón ya había ganado, que la Comisión Interna no corría riesgos, y que convencieron a un sector de compañeros que les creyeron. El resultado final causó la indignación de todo el sector afín a la izquierda, tanto de los que votaron a La Marrón, como de los que se comieron el verso de la Bordó, que hoy llora pero hizo festejar a la patronal. Habló de unidad pero la única acción que se les conoce fue dividir el voto independiente, antipatronal y antiburocrático.

 

Política para combatir nuestra ingenuidad

Esta conclusión de que la ingenuidad política es aprovechada por los Macri y los K que se presentan año tras año, década tras década, como los que van a solucionar los problemas de los laburantes, fue subestimada por nuestro agrupamiento, en tanto los resultados de dos años de lucha anti-patronal y anti burocrática tenía resultados más que alentadores, generando un núcleo activista que comenzaba a poner entre ceja y ceja el sindicato.

Subestimada en el sentido de que este terreno también es fértil para que agrupaciones oportunistas e irresponsables, que están dispuestas a regalar un organismo de base a la patronal y la burocracia si no la dirigen ellos, sin importarles que gobierne Macri, ni los ataques que vendrán después de las elecciones.

La subestimación de esta campaña de la Bordó (que lloraba por unos votos y regalaba caramelos) es también fruto de nuestra propia ingenuidad política.

La vanguardia que se reivindica clasista debe abandonar todo tipo de ingenuidad, elevarse políticamente, no actuar sólo en función de los logros sindicales que, evidentemente, no bastan para mantener una comisión interna independiente. Aprender a caracterizar las situaciones (electorales y no electorales), hacerse fuerte en minoría, mantener y ampliarse en mayoría, estar dispuestos a ir más allá del sentido común y ser a la vez paciente, aprendiendo a convencer, a explicar y dirigir.

Todas las generaciones hacen sus propias experiencias y nosotros no estamos exentos de eso. La Marrón sigue apostando a elevar a los trabajadores al clasismo, devolviéndole a los compañeros la comisión interna en el próximo periodo.

Ahora la tarea es organizar a los compañeros en nuestro agrupamiento, y prepararnos para los ataques que llevará adelante el gobierno de Macri, la patronal de Pilkington y el SOIVA, envalentonados por el triunfo de la Celeste. Para eso será necesario la defensa de la asamblea, herramienta que se instaló como tradición con la conducción Marrón, y que no puede ser regalada. Todo ataque debe ser resistido en la más amplia unidad posible, sin miramientos del oportunismo y la irresponsabilidad de otros agrupamientos. Enfrentar lo que se viene en unidad sí!, pero nunca olvidar las conclusiones.

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