Las “votaciones” del domingo pasado y el “paro” patronal convocado para el jueves 20

El pasado domingo 16 hubo dos votaciones en Venezuela. Una, el “Plebiscito Popular” convocado por la oposición de derecha, encabezada por la MUD (Mesa de Unidad Democrática). La otra, organizada por el gobierno de Maduro, el “Ensayo Electoral Constituyente” (para el próximo domingo 30 está convocada la elección para la Asamblea Constituyente convocada por el gobierno, y quince días antes se realizó este “ensayo” de votación.)

Es imprescindible comenzar aclarando esto, porque la enorme mayoría de las agencias internacionales y los grandes “medios masivos de comunicación” demostraron ser una vez más “medios de falsificación”… y esta vez en un grado escandaloso. La gran mayoría de ellos no informó que en Venezuela se realizaron el mismo domingo dos votaciones… y que ambas tuvieron indiscutiblemente concurrencia masiva (aunque difícil de medir con exactitud). Veamos, primero, cada una de ellas.

 

El “Plebiscito Popular” de la derecha, ni tanto ni tan poco

Los organizadores del “Plebiscito Popular” convocado por la derecha, poco después de finalizada la votación, anunciaron que más de 7.200.000 ciudadanos habían concurrido a votar. Otros, algo más delirantes, hablaron de 11 millones. La casi totalidad de votantes había respondido “SÍ” a las tres preguntas del plebiscito, que veremos más adelante.

Por supuesto, como explicaremos luego, es absolutamente imposible tener cifras ciertas. Y, desde ya, 7.200.000 tampoco es creíble. Pero es indudable que, después de una caída en picada de las protestas opositoras, encabezadas por las violentas “guarimbas”, la participación en el plebiscito fue grande, abarcando a un importante sector de masas, incluso de barrios populares. Quizás lo más probable es que haya alcanzado unos 4 millones de participantes… lo que no es despreciable.

El plebiscito logró atraer nuevamente a masas importantes por varios motivos; entre ellos, porque aparecía como algo muy distinto a las pandillas semi-fascistas de guarimberos. A la cabeza tampoco figuraban los dirigentes políticos de la MUD sino seis rectores de universidades que actuaban de “garantes”, como la “cara visible” del plebiscito. Entre ellos, estaban los rectores de las dos universidades “históricas” del país: la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad Católica Andrés Bello… lo que además expresaba el sostén poco disimulado del Vaticano. La Iglesia también ayudó para lograr lugares de votación “tranquilos”. Esto le “cambió la cara” a la actividad “destituyente” del domingo pasado.

Otro punto a favor de cierta importancia es que, a diferencia de las movilizaciones tradicionales de la derecha, la votación en el plebiscito no se limitó a los “barrios ricos” de Caracas. Como hemos explicado muchas veces, la zona de protestas opositoras –que los medios de falsificación presentan como enormes estallidos populares– se reduce al Este de Caracas, donde viven los ricos. Mientras tanto en Oeste pobre, no pasa nada.

No fue así con el plebiscito. También en barrios populares hubo un sector, numeroso aunque minoritario, que acudió a votar. Esta fue una novedad política importante y favorable a la oposición.

Sin embargo, como ya señalamos, nada de esto avala la cifra semi-oficial de 7.200.000 votantes. Y por varios motivos. En primer lugar, no había en las mesas registros de electores. Quien tuviese Cédula de Identidad, podía votar en cualquier mesa. O sea, las mismas personas, yendo de mesa en mesa, podían votar  todas las veces que quisieran. Y la prensa chavista documentó esto en videos.

Pero este “detalle” no es lo más grave. Aunque se votaba manualmente con sobre y boleta, el escrutinio de los (supuestos) 7.200.000 votos se habría realizado a la velocidad del rayo. Poquísimo después de finalizar la votación se anunciaron los resultados… e inmediatamente se quemaron los comprobantes (padrones, votos emitidos, etc.). El pretexto fue el peligro de que las listas de votantes cayeran en manos de la dictadura “comunista” de Maduro…

En resumen, los mismos organizadores del plebiscito destruyeron de inmediato toda posibilidad de verificar los resultados. Esto no impidió a los mentirosos profesionales de las agencias y los “medios” consagrar mundialmente los 7.200.000 votos como un dogma de fe.

 

Preguntas para legitimar un golpe de Estado militar

El contenido político del plebiscito no es menos importante… y grave. El plebiscito hacía tres preguntas:

1.- ¿Rechaza y desconoce la realización de una Asamblea Nacional Constituyente propuesta por Nicolás Maduro sin la aprobación previa del pueblo venezolano?

2.- ¿Demanda a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana obedecer y defender la Constitución del año 1999 y respaldar las decisiones de la Asamblea Nacional?

3.- ¿Aprueba que se proceda a la renovación de los Poderes Públicos de acuerdo con lo establecido en la Constitución, así como la realización de elecciones y la conformación de un nuevo gobierno de unidad nacional?

Salta a la vista que el “centro de gravedad” político de esta peculiar “votación” es la apelación a las “Fuerzas Armadas” para ponerse a las órdenes de la Asamblea Nacional… que está dirigida por la oposición antichavista más rabiosa.

En otras palabras, es un llamado dar un golpe de Estado que destituya a Maduro y descabece a los restantes poderes del Estado en manos de los sucesores de Chávez. Pero esto es jugar con fuego… puede ser la señal de inicio de una guerra civil.

Es que la actitud que han mantenido hasta ahora las Fuerzas Armadas es vista por la burguesía opositora como el gran problema –en última instancia– para que no puedan recuperar el poder y regresar a los buenos tiempos de la “Cuarta República”. Volver a la era pre-Chávez, en que los  propietarios indiscutidos de toda Venezuela eran “gente bien”, como los Capriles, los López, los Cisneros, los 31 grupos económicos que se repartían la torta petrolera junto a la “meritocracia” de PDVSA…

El chavismo de Chávez no hizo ninguna revolución socialista ni nada que se le parezca. No cambió nada de fondo, pero alteró el reparto de la torta petrolera y minera (que además en los últimos años disminuyó dramáticamente de tamaño con el derrumbe de los precios de hidrocarburos y materias primas).

Chávez –no por casualidad, militar– alteró ese reparto no sólo en beneficio de los más pobres, sino también en beneficio de los militares, que eran su propia casta. Luego Maduro profundizó eso cualitativamente, tanto por la crisis política como porque él no es parte de las FFAA. Los negociados y privilegios que Maduro les ha regalado superan con creces las dádivas de Chávez. (ver: “La catástrofe del chavismo favorece mundialmente a la derecha”, SoB 420, 07/04/2017 http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=9512 ).

Sin embargo, esas dádivas pasadas y presentes no son garantía absoluta de que la casta militar siga unida, alineada y fiel al chavismo. En América Latina, en el siglo pasado, sectores militares fueron varias veces el sostén de gobiernos nacionalistas que mantuvieron roces más o menos serios con el imperialismo yanqui y/o con sectores de sus propias burguesías. Recordemos entre ellos al peronismo en sus orígenes, en Perú al general Velasco Alvarado y su gobierno “peruanista” de 1968-75, en Bolivia al general Juan José Torres 1970-71, etc.

Pero lo usual, tarde o temprano, fue la vuelta a la “normalidad”; es decir, al servicio de los sectores tradicionales y principales de la burguesía… y del imperialismo yanqui.

Sea como sea, la burguesía “escuálida” que se agrupa en la MUD, estima correctamente que para derribar a Maduro no bastan sus guarimbas, ni el apoyo masivo de las clases medias y del imperialismo, ni el desastre sin fondo del gobierno de Maduro que le ha hecho perder buena parte del apoyo popular, etc., etc. No será posible derribarlo mientras los militares no den, por lo menos, un paso al costado…

Lo más grave es que, al apuntar en ese sentido, la burguesía escuálida –y sus asesores y mandatarios de Washington– están objetivamente profundizando la posibilidad y las premisas para una guerra civil.

 

El “Ensayo Electoral Constituyente” del gobierno de Maduro

El mismo día en que la oposición escuálida impulsaba el “Plebiscito Popular” se realizó una votación “de ensayo” de las elecciones de “Asamblea Constituyente”, convocadas para el domingo 30 de julio. En estos “ensayos”, los electores se entrenan 15 días antes en el manejo de las máquinas de votar.

Como ya dijimos, sobre este otro acontecimiento hubo una increíble conspiración de silencio de los “medios internacionales”. Como se trata de un ensayo, no hay un conteo de votos. Pero las fotos, videos y testimonios muestran como mínimo una dimensión comparable que la concurrencia el plebiscito escuálido.

Algunos argumentan que el gobierno obligó a las concentraciones de mucha gente y las largas colas, reduciendo los sitios de votación, para así aparentar masividad. También, objetivamente, está la presión sobre los sectores populares de los “programas asistenciales”, los CLAPs, etc. Asimismo, aunque las simpatías por Maduro y su gobierno están deterioradas, también pesan los mecanismos del “mal menor”.

En ese último sentido, como se señalaba desde Venezuela en un artículo anterior, “los trabajadores y el pueblo sospechan –y con toda razón– que con la derecha racista y proimperialista de la MUD los programas asistenciales –como atención médica y vivienda– desaparecerán. Pero al mismo tiempo, la mayoría de los trabajadores y sectores populares tampoco quiere a Maduro.[1]

 

¿Asamblea Constituyente o congreso del partido oficialista con delegados elegido “a dedo”?

Efectivamente, la opción de la derecha de la MUD –que expresa a la burguesía tradicional y su abyecta sumisión al imperialismo yanqui– no es  ser una opción que beneficie a los trabajadores y los sectores populares.

En un artículo anterior, explicamos la convocatoria a esta fraudulenta “Asamblea Constituyente” que hizo Maduro durante un acto del último 1º de Mayo (ver: “La falsa «Constituyente» de Maduro es una farsa autoritaria”, SoB 424, 04/05/2017, http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=9680 ).

Aunque en su discurso Maduro no aportó muchos detalles, era ya evidente que lo que se bosquejaba era una farsa electoral para continuar en el poder, a pesar de haber perdido el apoyo de un amplio sector del electorado chavista tradicional.

Como ya Maduro lo había anunciado en su discurso del 1º de Mayo donde levantó el telón sobre su “Constituyente”, ésta excluye a los partidos y organizaciones políticas como tales. En verdad, es una pantomima bastante burda para disimular que todo lo manejará el partido del gobierno. O sea, la Constituyente será una asamblea del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela).

La Asamblea Constituyente “made in Maduro” estará formada por 545 representantes. De ellos, 364 serán elegidos mediante votaciones territoriales en los 335 municipios que existen Venezuela. O sea, prácticamente, un constituyente por municipio, así tenga cien habitantes o cien mil.

El resto –181 constituyentes– se definirán mediante elecciones divididas en ocho sectores: indígenas, trabajadores, estudiantes, pensionados, empresarios, discapacitados, etc.

Entonces, cada elector votará dos veces: una vez, por el candidato de su municipio; la segunda, por el candidato de su sector.

Como los partidos y organizaciones políticas fueron dejados de lado, cada ciudadano (teóricamente) podía postular por cuenta propia su candidatura en su municipio o sector. Bastaba sólo el apoyo de un número mínimo de firmas. Así, casi 55.000 ciudadanos se propusieron como candidatos…

Pero había un detalle final y decisivo. Sus candidaturas debían ser aprobadas por el llamado “Poder Electoral”… un organismo del Estado nada imparcial, que además en Venezuela tiene la categoría de ser uno de los cinco “poderes estales”.

Finalmente, el Consejo Nacional Electoral vetó alrededor del 90% de los candidatos, que evidentemente molestaban. Sólo 6.120 precandidatos –aproximadamente el 10% de los autopostulados– fueron admitidos en las listas… ¡Una maravilla de democracia chavo-madurista, que además probablemente puede evitar largos y trabajosos debates en la Constituyente! Todo vendrá cocinado desde arriba.

 

Necesidad de una alternativa independiente

Como señalamos, la oposición escuálida expresa los intereses de la burguesía “tradicional” de Venezuela. Pero Maduro & Cía. no representan los intereses de los trabajadores y los sectores populares. Ante todo reflejan a sectores de nuevos ricos, que engordaron durante del chavismo con las superganancias que dio en su momento la renta petrolera. Y ahora están gestionando el remate internacional de las inmensas riquezas de la Franja del Orinoco y otras regiones mineras. En ese negocio están también los militares.

En ese cuadro, lo decisivo es que los trabajadores y sectores populares se independicen políticamente de ambas pandillas –antiguos burgueses y flamante “boliburguesía”–.

El desarrollo de una alternativa independiente de ambos sectores patronales es el gran desafío de los luchadores obreros, populares y de izquierda.

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1.- Zolia Mara,“Venezuela: el pueblo lo dice y tiene razón: ni el gobierno ni la derecha son solución”, SoB Nº 432, 06/07/2017 http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=10013

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Repudiamos el “paro cívico” convocado por la derecha para el jueves 20

A caballo de su relativo triunfo del “Plebiscito Popular”, la derecha de la MUD decidió terminar con los “buenos modales”. Para el jueves 10 convoca un “paro cívico”, exigiendo al gobierno que retire su convocatoria a Constituyente.

Por supuesto, esto no tiene nada que ver con un paro o huelga general obrera y popular. Será simplemente la repetición de los lock-outs o cierres patronales de fábricas, comercios y otras empresas con los que trató de derribar a Chávez en los primeros años de su mandato… lock-outs que en su momento fracasaron estrepitosamente y se volvieron contra los patrones que los animaron.

Pero ahora no es la misma situación y la derecha confía en que esto puede tener más impacto en el más débil gobierno de Maduro.

Desde ya, hay que repudiar este “paro” de una derecha que, por otra parte, jamás ha salido a apoyar un paro o cualquier otra lucha obrera.

La MUD sale contra la Constituyente de Maduro no porque sea un engendro antidemocrático, sino porque quiere recuperar el poder para beneficiarse ellos del reparto de la torta petrolera y minera, y para hacer que Venezuela vuelva a ser una colonia de EEUU.

Rafael Salinas

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