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El bono del siglo dio frutos en apenas dos semanas – Estado subsidia petroleras para que no inviertan – Las inversiones extranjeras no vienen; las locales, tampoco – Supermercados matan bolsillos… y metas de inflación – Un modelo PRO de paritaria mínima, letal y casi inmóvil – Llueven dólares (pero de Argentina hacia el exterior) – Con Cristina o con Macri, el mundo se llama China – Famosa pitonisa promete evitar el ajuste si la votan

El gobierno, insaciable con su emisión de deuda. Ahora lanzó Letras del Tesoro a corto plazo (8, 12 y 18 meses) por un total de 1.050 millones de dólares. La emisión está orientada a los inversores locales, y especialmente a pequeños y medianos ahorristas. Claro, como es para esos pichis, la tasa es bien bajita, del orden del 3% anual. Las tasas gordas y jugosas, como el 8% del currobono del siglo, son para los inversores grandes del exterior. Agreguemos que en sólo 15 días los compradores del citado currobono ganaron 115 millones de dólares, gracias al aumento de la cotización del bono. ¿Cómo es eso? Explicamos: en general, cuando se emite deuda los bonos tienen un precio de mercado que puede ser mayor o menor al valor nominal. En el caso del bono del siglo, el precio inicial era de 90 dólares por cada 100 dólares nominales (es decir, se emitió de entrada con un descuento del 10%). Pues bien, en dos semanas el precio del bono ya es de 94 dólares cada 100. Eso significa una de dos cosas: o el gobierno calculó muy mal la emisión y lanzó el bono demasiado barato, o calcularon demasiado bien… Dicho sea de paso, algo muy parecido pasó con el bono en pesos (75.000 millones, es decir, casi 5.000 millones de dólares): en dos semanas la diferencia a favor de los inversores fue de casi 100 millones de dólares. Como era de imaginar, ya hay denuncias penales contra el ministro Caputo por el tema. Qué malpensados, a quién se le ocurre suponer que de por medio hay algún amigote beneficiado.

Hablando de regalitos a los inversores y amigos, las empresas petroleras recibieron en concepto de “incentivo a la producción” (que ya existía bajo el kirchnerismo, aclaremos) la bonita suma de 43.000 millones de pesos a lo largo de 2016. Tanta generosidad casi duplica la del gobierno K, que les concedió graciosamente a las petroleras, entre 2013 y 2015, 72.500 millones de pesos, esto es, un promedio de 24.000 millones anuales. Lo curioso del caso es que las petroleras, pese a semejante regalo, no aumentaron nada la producción de gas y redujeron la inversión casi un 40% en cantidad de pozos de exploración. Según el centro de estudios CERES, de la Universidad de Belgrano, los subsidios del Plan Gas desde 2013 en la producción de recursos no convencionales fueron de 6.700 millones de dólares, el 60% del total. El director del CERES, Alejandro Einstoss, agrega que “durante 2016 se subsidió la producción de gas en un monto equivalente a toda la inversión anual en la producción de hidrocarburos, incluida Vaca Muerta, por un monto de 2.900 millones de dólares”, y advierte que esta baja en la producción “nos pone a las puertas de comenzar a importar cantidades crecientes de petróleo crudo para la demanda local” (Ámbito Financiero, 27-6-17). ¿Se entendió? El Estado pone la guita, los empresarios se la llevan y la producción queda igual o peor. Un glorioso ejemplo de capitalismo argentino.

Macri y su pandilla inician la campaña con una idea fija: difundir lo bien que va la economía. Pero los números, como señalamos la edición pasada, no ayudan mucho, lo que obligará al oficialismo a aguzar el ingenio para agrandar lo (poquísimo) bueno y esconder lo (omnipresente) malo. Resultan francamente patéticos los esfuerzos por explicar que “salimos de la recesión” con un crecimiento del 0,3% en el primer trimestre de este año. Más clarito es el panorama cuando vemos que esa insignificancia tiene como motor casi exclusivo al campo (suba del 4,3% en la actividad), seguido del transporte, el sector inmobiliario y las finanzas. Todos sectores que a) generan poquísimo empleo, y b) recibieron amplios beneficios del Estado, bajo la forma de reducción de impuestos u otras como el blanqueo. Pero la tendencia de fondo del capitalismo local se ve en el dato decisivo, la tasa de inversión. El INDEC informa que la Formación Bruta de Capital Fijo (un indicador central de la inversión) cayó del raquítico 15,9% del PBI en el primer trimestre de 2016 a un todavía más bajo 15% del PBI en el primer trimestre de este año. El pico de ese indicador se dio en 2007, con el 20,7% del PBI. El promedio mundial es del 22%. Y esa tasa de inversión está muy por debajo no hablemos de China o India, que son casos aparte, sino incluso de Perú, Chile, Ecuador y Colombia. Diría Clarín: pero si en octubre gana Cambiemos, por ahí, quién te dice…

Mientras tanto, la inflación de alimentos y bebidas en lo que va de 2017, según el INDEC, supera holgadamente el 15%. Se ve que las grandes compañías de supermercados quieren mucho a Macri, pero quieren más a sus cuentas bancarias. Debe ser por eso que el presidente, en privado, los acusa de “traidores”. Imposible no recordar la frase del último ministro de Economía de Alfonsín, Juan Carlos Pugliese, quejándose amargamente de los empresarios: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”.

Más magia numérica macrista: el gobierno aumentó, de manera unilateral (no pudo ponerse de acuerdos con sus amigos de la CGT), el salario mínimo vital y móvil. Pasará de 8.060 pesos en enero de 2017 a 10.000 pesos en julio de 2018. Una suba del 24% en 18 meses. La paritaria soñada para el PRO.

Aún más magia: mientras Macri asegura que estamos encontrando el rumbo de un “desarrollo sostenible”, van dos datos que muestran una tendencia insostenible. Primero: después de más de una década de superávit comercial (aunque en los últimos años de Cristina sólo se sostuvo por medios artificiales), el país vuelve a tener déficit comercial: 1.860 millones de dólares en los primeros cinco meses del año (la proyección anual da 4.500 millones de dólares). Más preocupante es que, en el mismo período, el saldo negativo de la balanza de turismo (es decir, los dólares ingresados por turistas extranjeros menos los dólares gastados por argentinos en el exterior) alcanzó los 4.400 millones de dólares. Cifra que, anualizada, daría un déficit de divisas sólo por turismo de 10.500 millones de dólares. Urgente: que el presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, salga a decirle a la clase media que está viviendo una ficción y que no puede ser que crean que con su “sueldo medio” tienen derecho a andar paseando por Santiago de Chile, Brasil, Miami o Europa.

Delicias del “regreso al mundo”: la Argentina ingresa a una importante institución financiera internacional dedicada a financiar proyectos y obras de infraestructura. ¿Volvimos a alguna entidad de EEUU o Europa? Pues no, vean ustedes: se trata del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, impulsado por el gobierno del Partido Comunista Chino. Qué tiempos aquellos cuando el macrismo en la oposición denunciaba que Cristina sólo establecía lazos con países “marginales” como China. Ahora el Ministerio de Producción y el propio Macri le ponen la alfombra roja a estos chinos llenos de plata (y ambiciones geopolíticas). Ya lo dijimos, y lo repetimos: tanto dar la vuelta al mundo para caer en el mismo lugar.

Frase PROtuda de la semana: en este caso, a cargo de una firme aliada del PRO, pero no exenta de cierta autocrítica.

“No podemos tener esta inflación y este déficit fiscal; la inversión productiva vendrá si ganamos bien las elecciones de octubre, y con eso evitaremos un ajuste fuerte” (Elisa Carrió).

Bueno, ya están avisados: si al PRO le va mal en las elecciones, se viene “un ajuste fuerte”; en cambio, si le va bien… tal vez se pueda evitar. Esto sí que es nuevo: uno creía que el ajuste venia si ganaban. Ahora resulta que si pierden, se viene el ajuste igual, sólo que en ese caso le van a echar la culpa a los votantes. En vez del “voto castigo” (la gente vota contra el mal gobierno), sería el “gobierno castigo” (el gobierno escarmienta a los electores por votar mal). Como original, es original.

Marcelo Yunes

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