Discurso Martín González Bayón 1° de Mayo 2017

Buenas tardes a todos los compañeros y compañeras, estoy muy contento de hablarles en este primer acto nacional de La Izquierda al Frente por el Socialismo. Este frente que orgullosamente estamos construyendo.

Lo primero que quiero es recordar que hoy, Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, fue consagrado por la Segunda Internacional en homenaje a los heroicos dirigentes obreros anarquistas que dieron su vida en la pelea por la jornada laboral de 8 horas. Trabajadores que fueron ejecutados producto del más visceral odio de clase de la burguesía y sus jueces.

Vaya nuestro homenaje a los gloriosos “Mártires de Chicago”.

Reunimos hoy nuestro acto en medio de un mundo convulsionado.

La estabilidad imperialista mundial de las últimas décadas está siendo cuestionada: una nueva generación de luchadores está apareciendo en la escena, marcando un recomienzo de la experiencia histórica de los explotados y oprimidos.

Una época de crisis, guerras y revoluciones podría estar reabriéndose; Este es el desafío, esa es la oportunidad, esa es la tarea estratégica para la que tenemos que prepararnos; preparar nuestros partidos, formar a nuestra militancia, a nuestra juventud. Debemos construir fuertes partidos socialistas revolucionarios de combate que hundan cada vez más sus raíces entre los trabajadores.

Compañeros, dentro de ese cuadro general, que incluye al ciclo internacional de rebeliones populares, debemos señalar que la coyuntura política mundial ha girado a la derecha.

La llegada de Trump a la presidencia de los EEUU es el punto cúlmine de una serie de acontecimientos internacionales y latinoamericanos, que empujaron  las cosas hacia ese lado.

Trump viene a tratar de explotar por derecha el descontento que crece entre amplios sectores producto de las consecuencias que deja el capitalismo mundializado y neoliberal.

Busca asestar un giro reaccionario y guerrerista que reubique a los EEUU como primera potencia internacional, indiscutida.

Sin embargo, se ha encontrado con muchas resistencias. No está claro que cuente con las relaciones de fuerzas necesarias para imponer una orientación tan hacia la derecha. Sus primeros 100 días de gobierno están siendo criticados por la distancia que existe entre lo anunciado, lo prometido, y lo realizado.

Pero atención: las dificultades que está encontrando en su gestión no quitan que Trump sea un enorme peligro: un enemigo de los trabajadores, las mujeres y la juventud que hay que derrotar en las calles de los propios Estados Unidos, y en todas las calles del mundo, para que, entonces sí, el péndulo de la lucha de clases rebote hacia la izquierda.

Hay un tema central que debemos entender: por qué llegó Trump; y por qué en Latinoamérica también asistimos a un giro a la derecha.

Esta situación es el resultado del estruendoso fracaso de las alternativas burguesas  centroizquierdistas; aquellas que llegaron para maquillar el capitalismo luego de las rebeliones populares que marcaron el comienzo de este  siglo en nuestra región y de la crisis económica mundial que se abrió en 2008.

Tanto Obama en EEUU, como Lula y el PT en Brasil, Hollande del PS en Francia, o los Kirchner en la Argentina, son algunos ejemplos del fracaso de las gestiones 100% capitalistas que, a la postre, dieron lugar al actual giro a la derecha que estamos viviendo.

Pero no se trata solamente de estas expresiones de centroizquierda más clásicas. No, compañeros. Expresiones consideradas de la “izquierda radical”, de la “izquierda amplia”, también han dado lugar a fracasos no menos estruendosos.

En Europa, el caso más tremendo, y el que más expectativas levantó los últimos años, es el de Syriza. Allí, Tsipras llevó adelante una traición monumental a las expectativas de amplísimos sectores de los trabajadores y la juventud griega y de todo el mundo. Syriza capituló vergonzosamente a la llamada Troika de las instituciones financieras, llevó adelante un ajuste brutal, pagó cada centavo de la deuda externa, se negó a sacar a Grecia del euro, y se opuso tomar una sola medida anticapitalista.

En nuestra región, el ejemplo más representativo de este fenómeno es la bancarrota  monumental del chavismo, la crisis en la que está sumergida Venezuela.

Hay algunos que quieren hacer creer que entre Chávez y Maduro hay diferencias de fondo. Pero no hay tales diferencias, compañeros. Nos confundiríamos si no viésemos que fue el mismo Chávez quien en el apogeo de su gobierno se negó a tomar una sola medida anticapitalista; su apuesta fue por la burguesía “roja rojita”, la llamada “boliburguesía”, y por una gestión estatista y burguesa basada en unas fuerzas armadas supuestamente “progresistas”…

Hoy el chavismo se derrumba vergonzosamente entre el escepticismo y la desmoralización de la población trabajadora; y el asedio de la extrema derecha gorila y escuálida, la que, con el apoyo de la OEA y el imperialismo yanqui, quieren llevar a Venezuela y a la región latinoamericana hacia la derecha.

Compañeros, estas experiencias nos tienen que servir para sacar conclusiones: apostar por una supuesta “izquierda amplia”, unir sin delimitación estratégica a revolucionarios con reformistas, como defienden corrientes internacionales como la mayoría del mandelismo, llevan a la bancarrota política.

Compañeros, en la lucha de clases, el oportunismo siempre se paga; atar el carro de los revolucionarios a estas perspectivas erradas siempre ha llevado al fracaso.

Pero lo apasionante de la situación mundial es que no sólo hay bancarrota del reformismo y giro a la derecha; también hay importantes desplazamientos hacia la izquierda, los cuales abren grandes desafíos.

El paro general del viernes pasado en Brasil muestra cómo las relaciones de fuerzas están abiertas.

Se trató del primer paro general del gigante latinoamericano en 30 años. Es una señal de advertencia al gobierno de Temer; un gobierno autoritario que intenta imponer una contrarreforma liberal que lleve a la clase obrera brasileña de nuevo al siglo XIX.

Y si hablamos de gigantes no podemos olvidar a la nueva clase obrera china: un coloso monumental que está haciendo sus primeras armas de lucha y organización enfrentando al aparato totalitario del Estado burocrático capitalista del PC chino, enfrentando la prohibición de realizar huelgas. Una nueva clase-generación que debe ajustar cuentas con el legado burocrático del maoísmo y que conforma hoy la mayor clase obrera del mundo, y está llamada a tener un protagonismo histórico en este siglo XXI.

Otro factor fundamental es lo que está pasando en el movimiento de mujeres; es algo histórico. La marcha de mujeres contra la asunción de Trump; el paro internacional de mujeres del 8 de Marzo, son muestras de lo que es hoy un movimiento internacional de mujeres y la juventud; un movimiento que ha puesto en la agenda las reivindicaciones contra la opresión de la mitad del género humano, y que muestra un primer elemento de politización de toda una nueva generación que despierta y se coloca en el terreno de la lucha en las calles.

Pero además del desborde en las luchas también existen expresiones de desborde político y político-electoral. Un amplio sector de los trabajadores y la juventud está en una nueva búsqueda, y mira a la izquierda.

Ahí están los casos de reformistas como Sanders en los Estados Unidos o Corbyn en Gran Bretaña. Compañeros, el hecho de que en EEUU, para los menores de 30 años, la palabra socialismo tenga más prestigio que la palabra capitalismo,  es un dato político de envergadura. Y esto ocurre  en el centro del capitalismo mundial.

Estos elementos y muchos otros son expresión de una vacancia política; una crisis de representación en amplios sectores que se efectiviza producto del hartazgo con el capitalismo actual.

Aquí es donde se coloca la reciente candidatura presidencial de Philippe Poutou, del Nuevo Partido Anticapitalista francés, que en muy poco tiempo hizo una campaña de alto impacto.

Una campaña que mostró la potencialidad de una política independiente, una política de clase, anticapitalista. Una campaña que se hizo valer a pesar de la disparidad de recursos económicos y de medios.

La campaña de Poutou es un ejemplo de la importancia de una política independiente, de cómo están mejorando las condiciones para la construcción de organizaciones socialistas revolucionarias.

Demuestra las potencialidades de lo que para el Nuevo MAS es un principio: ¡Levantar la más intransigente independencia de clase de los trabajadores!

De ahí que el Nuevo MAS y la corriente Socialismo o Barbarie rechacemos las llamadas construcciones “amplias”, orientación que diluyen los criterios de clase.

Porque una de nuestras tareas históricas es la organización política independiente de la clase obrera, separada de todo sector burgués y de su influencia. Una tarea que recobra actualidad en momentos donde internacionalmente podría estar reabriéndose la época de crisis, guerras y revoluciones que anunciaron nuestros maestros: Marx, Engels, Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo. Entonces: ¡vaya este 1º de Mayo nuestro homenaje también a ellos!

Nada más compañeros y compañeras, adelante con La Izquierda al Frente por el Socialismo.

¡Viva el 1° de Mayo!

¡Viva la clase obrera mundial!

¡Viva la tradición del trotskismo, y del socialismo revolucionario!

¡Viva La Izquierda al Frente por el Socialismo!

 Muchas gracias.

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