Los días 19, 20 y 21 de abril se desarrolló un nuevo “Congreso extraordinario” de la Federación Universitaria de Buenos Aires. El esquema implementado fue el de otros años: una primera jornada con asambleas en (algunas) facultades; paneles simultáneos (es decir, autoboicoteados) el segundo día y una asamblea general (con una convocatoria realmente pobre, de no más de 300 personas por todo concepto) como cierre. En esta ocasión, la renovación de autoridades (que lleva cuatro años sin realizarse debido a que Franja Morada, el kirchnerismo y los aliados de ambos no dan el quórum necesario) no figuraba en la agenda.

Vayamos de lo más general a algunas cuestiones particulares para entender la situación y proponer una salida a la alarmante parálisis que, desde varios sectores (desde el FIT hasta el kirchnerismo, pasando por Patria Grande), se le está imponiendo a la federación universitaria más grande del país.

El macrismo en minoría

El primer elemento a tener en cuenta es que venimos de un mes de enormes movilizaciones y un parazo general el 6 de abril, que tuvo como condimento una visibilidad enorme de los piquetes de la izquierda. Asimismo, atravesamos un conflicto docente que alimentó la bronca contra el gobierno de amplios sectores, y que aún no está cerrado formalmente, pese a los esfuerzos mancomunados de la burocracia sindical con Baradel a la cabeza.

El ataque contra el presupuesto universitario que el kirchnerismo sostuvo durante doce años dio un salto en calidad con el macrismo: 13 mil millones de pesos para toda la UBA en 2017, cuya enorme mayoría se utiliza para pagar los magros salarios docentes (sin tener en cuenta los 10 mil ad-honorem que dictan clases cotidianamente) y del cual una parte importante cae en el “agujero negro” del Rectorado. Sin embargo, las y los estudiantes traemos una importante experiencia de lucha del 2016, cuando pusimos en pie la rebelión educativa y la multitudinaria marcha del 12 de mayo, verdadero precedente de las jornadas más recientes.

Tampoco debemos olvidar que el sector científico, estrechamente vinculado con la Universidad, viene dando una dura lucha contra el vaciamiento, con toma de Ministerio incluida.

Lo particular del momento es que el ajuste y la represión del macrismo vienen siendo un trago amargo para porciones crecientes de la población, en particular para los trabajadores. Y la resultante es que el gobierno nacional se encuentra en minoría, perdiendo apoyo popular, aunque aún determinado a hacer pasar el ajuste con el apoyo de toda la burguesía.

Es por esto que, cada día que pasa, Cambiemos se endurece más: a la represión a los docentes en la Plaza de los Dos Congresos se le sumaron escandalosas irrupciones de la policía en Universidades y colegios (en Jujuy, en el Comahue y en el Mariano Acosta). A su vez, esta situación alimenta el rechazo popular, lo cual sienta condiciones muy favorables para que la denuncia al gobierno neoliberal y el llamado a movilizar contra él se hagan carne en el movimiento estudiantil.

Desde ¡Ya Basta! – Nuevo MAS venimos planteando que las y los estudiantes debemos radicalizar nuestros métodos de lucha, con cortes de calle y tomas de facultades, para derrotar la ofensiva de Cambiemos.

Una oportunidad desaprovechada

Entonces, corresponde preguntarse: ¿por qué, mientras crecen las luchas, la FUBA se desinfla cada vez más?

Ocurre, principalmente, que ninguna de las presidencias de la Federación (PO-La Mella/Patria Grande), ni ninguna de las organizaciones que componen el frente que la dirige, dan cuenta de que hay un vaciamiento de años y años. Vaciamiento que comenzó en el 2006, cuando la conducción de ese entonces (PO-PCR-MST) levantó asambleas de miles y miles de estudiantes para que no se expusieran sus diferencias. Desde ese momento, el movimiento estudiantil viene pagando el costo de que la Federación sea un ente totalmente externo a las luchas en lugar de ser una herramienta de organización.

Sin embargo, esto podría revertirse con una orientación adecuada. No en abstracto, sino apoyándonos en el hecho de que los ánimos para luchar y la bronca están, aunque aún sin una dirección clara (responsabilidad que le cabe a las organizaciones que intervienen  en el movimiento estudiantil). No atravesamos un momento planchado, sino todo lo contrario: ¡cuánto más convocante podría haber resultado un Congreso si su objetivo hubiera sido organizar los estudiantes en pleno mes de marzo, empalmando con un momento político convulsionado! Incluso de manera más reciente, la tomas de Filosofía y Letras (que propusimos desde ¡Ya Basta!) y  de colegios secundarios dejaron planteada la posibilidad de profundizar la lucha. Pero, una vez más, la conducción del PO y Patria Grande no puede someterse a la discusión abierta con miles de estudiantes, ya que esto generaría una potencial crisis de sus acuerdos. Por eso, optaron (esta vez sí, consensuando entre ambos) con dejar pasar el momento y esperar aguas más tranquilas sobre las cuales navegar. Así fue como el Congreso llegó un mes después del pico de las movilizaciones contra el gobierno.

Una dirección política que atrasa

A lo anterior, debemos agregar un elemento más: en lugar de buscar hacer avanzar la conciencia del movimiento estudiantil hacia una crítica global al ajuste en función del cual el gobierno ataca la educación pública, el PO reduce toda la cuestión a los reclamos sindicales más fragmentarios. De esta forma, en cada facultad levantan algunos puntos (biblioteca, comedor, etc.) dejando en el fondo de la lista la lucha política, e incluso llegando a mencionar a las autoridades (sin duda cómplices del ajuste) pero sin decir una palabra del gobierno nacional. Ocurre que, a veces, en momentos de estabilidad política, las cuestiones sindicales pueden ser el puntapié para desencadenar la lucha, al tratarse de los problemas más inmediatos. Existen coyunturas donde lo más político, donde la denuncia a los gobiernos aparece más “abstracto”, y quienes deseamos intervenir de manera revolucionaria debemos apoyarnos en los reclamos más inmediatos,  aunque siempre con la intención de que la experiencia lleve las posiciones del movimiento estudiantil mucho más lejos. Así fue, por ejemplo, el estudiantazo del 2010, que comenzó con la pelea por la conclusión de las obras en varias facultades y terminó con la toma del Ministerio de Educación y un triunfo categórico. Triunfo que se obtuvo, justamente, al impactar de lleno contra el gobierno kirchnerista de aquel entonces, que era el responsable de habilitar los fondos necesarios.

El momento político que vivimos actualmente es completamente diferente. Como desarrollamos más arriba, ya existe una bronca muy importante contra Cambiemos. Las y los estudiantes ya sufren cotidianamente los tarifazos, la falta de empleo y el trabajo precarizado, la opresión machista y patriarcal en el caso de las mujeres, e identifican a Macri y su gobierno como los principales responsables. En este marco, es mucho más factible movilizar a amplias franjas del movimiento estudiantil planteando una pelea política para derrotar al gobierno empresario que intentando imponer una agenda “sindical”, por reivindicaciones que obviamente no pueden conseguirse sin antes derrotar al ajuste más global. En este sentido, el PO es más un obstáculo al desarrollo de la conciencia política más que un motor de la misma.

Por su parte, Patria Grande se encuentra ya directamente integrado al PJ/FpV. Toda su prédica de cara al Congreso y en cada una de las asambleas por facultad fue en el sentido de construir frentes con el kirchnerismo. Es decir, con las organizaciones que han pasado los más de 500 días de gobierno macrista garantizando la gobernabilidad y el ajuste. Y, para colmo, en momentos en que la provincia de Santa Cruz (gobernada por Alicia Kirchner) se encuentra prendida fuego por el brutal ajuste y la represión que el gobierno descarga contra los trabajadores estatales y docentes, ataque que el gobierno nacional salió a avalar públicamente. Como desarrollamos en nota aparte, la integración de Patria Grande al aparato del kirchnerismo y su apoyo sin tapujos a la burocracia peronista es un camino que no puede traer ninguna conquista ni ningún avance para el movimiento estudiantil.

Por todo esto, la asamblea concluyó con la tristemente célebre “votadera” de mociones que no obligan a nada y que no pasan de ser declaraciones de intenciones.

Una breve mención aparte merece el PTS, que una vez más aprovechó el vaciamiento de la Federación para hacer su show y llegó a denunciar a la “burocracia del Partido Obrero, el kirchnerismo y La Mella”. Sin embargo, no hay ninguna propuesta, sino pura cháchara. No existe ninguna salida concreta para activar al movimiento estudiantil y sacar a la FUBA de la parálisis autoimpuesta, ni explican por qué comparten frentes con quienes denuncian como una burocracia. Más aún, en algunas facultades (como Filosofía y Letras, donde hasta son presidencia) actuaron directamente para boicotear las asambleas sin importarles los debates del Centro.

Sumate a ¡Ya Basta! para organizar al movimiento estudiantil

Desde nuestra organización creemos que las y los estudiantes tenemos un importante rol que jugar en este marco de ataques a la educación pública y a los trabajadores. A 99 años de la Reforma Universitaria, estamos convencidos de que el movimiento estudiantil puede ponerse de pie y ser un aliado fundamental y un actor protagónico de cada lucha para transformar la realidad. Pero es necesario construir día a día una alternativa que supere todos los límites actuales.

En primer lugar, no hay que subestimar al activismo del movimiento estudiantil. Es mucho más sensible a las discusiones políticas que muchas de las organizaciones que se autoproclaman la dirección del mismo. Lógicamente, si las propias organizaciones deciden quedarse por detrás de los acontecimientos, se convierten en un lastre más que en impulsoras de la lucha contra el macrismo. Hay que apoyarse en la bronca contra Macri para realizar nuestra agitación en el movimiento estudiantil. Debemos desarrollar la discusión política en cada facultad, con total independencia de variantes patronales como el FpV que sólo está interesado en los eventuales “porotos” que pueda obtener de la rosca por arriba.

En segundo lugar, es menester comenzar a preparar una lucha fundamental que tiene por delante el movimiento estudiantil este año: de cara a la renovación de autoridades en las facultades y la Asamblea Universitaria, debemos definir un programa por la democratización de los órganos de cogobierno -mayoría estudiantil, claustro único docente, voz y voto para los no docentes, elección directa de las autoridades mediante el mecanismo “una persona = un voto”- para echar a las camarillas radicales, macristas y pejotistas de la Universidad, defender la educación pública y ponerla al servicio de los intereses populares.

La Federación puede y debe volver a llenarse de participación estudiantil sobre la base de ser un actor real en las luchas de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Hay que dejar de lado el callejón sin salida de llamar a instancias aisladas de cualquier proceso real para votar resoluciones formales. La movilización puede volver a darle vida a la FUBA; y, en ese marco, la FUBA puede volver a ser un actor clave en la movilización estudiantil.

¡Te invitamos a dar esta pelea con nosotros, por un movimiento estudiantil que sea protagonista de la lucha para derrotar a Macri!

Marcos Duch

Dejanos tu comentario!