El fútbol es un deporte hermoso que está profundamente arraigado en las costumbres de la mayor parte de las sociedades latinoamericanas y de la argentina en particular. Su popularidad se entiende ya que sólo requiere una pelota para ser jugado, o cualquier bollo que pueda cumplir la función de pelota. Alrededor de este deporte se crean lazos de solidaridad entre trabajadores y vecinos y con el fin de extender dichos lazos se crearon hace más de un siglo los clubes argentinos como entidades sin fines de lucro.

Nuestro fútbol

El fútbol llega al país a mediados de siglo XIX de la mano de inmigrantes ingleses, se trataba de un deporte elitista ligado exclusivamente a la comunidad inglesa. En el siglo XIX se fundaron clubes, algunos de los que aún juegan en los torneos de la AFA (Gimnasia y Esgrima de La Plata en 1887, Rosario Central en 1889, Banfield en 1896, Estudiantes en 1898 y Quilmes en 1899) pero la verdadera explosión del fútbol llegó recién en el siglo siguiente. Durante el siglo XX se fundaron el resto de los clubes que aún conocemos, algunos ligados también a núcleos de descendientes ingleses pero ya con un carácter mucho más popular y masivo. Un ejemplo son los trabajadores ferroviarios –con todavía una importante población inglesa a principio de siglo- que fundaron varios clubes ligados a esta práctica, como el Club Ferro Carril Oeste en 1904. Otros grupos cuya solidaridad no residía en su práctica laboral sino en su afinidad política también fundaron clubes de fútbol, como es el caso de la Asociación Atlética Argentino Juniors, fundada por un grupo de trabajadores anarquistas y socialistas en 1904 quienes primero habían llamado a su club “Mártires de Chicago” en honor a los caídos en la jornada del 1° de Mayo.

El fútbol y el tango coincidieron en más de una canción, como en “Racing Club” de 1913 de Vicente Greco. Con el rock argentino ha sucedido algo similar: “La bengala perdida” del flaco Spinetta o “Maradó” de Los Piojos. La cumbia y el cuarteto nos han ofrecido también canciones sobre el fútbol (recordar “La mano de Dios” de Rodrigo). El fútbol es parte de la cultura de nuestro país, de nuestra historia y por eso debe ser defendido como lo que siempre fue: un espacio de encuentro y esparcimiento de los trabajadores, no un negociado para empresarios y mafiosos.

No a las SAD

Hay que decir claramente que quienes bancamos el fútbol argentino somos los que pagamos entradas o somos socios, los que pagamos el servicio de televisión: los y las hinchas. Y ahora vienen por una expoliación más a nuestros bolsillos a través de un plan de sincera privatización del fútbol argentino. Este es el plan de Macri, quien ya desde marzo del año pasado estaba haciendo declaraciones en distintos medios no sólo sobre la necesidad de volver a la televisación paga, sino sobre la necesidad de convertir a los clubes en empresas hechas y derechas: «Si el mundo aceptó obligatoria o voluntariamente la figura de las sociedades anónimas, el fútbol argentino lo tiene que aceptar»[1]. El plan del presidente es que los clubes pasen –voluntariamente o no- a ser empresas cuyo único objetivo sea generar ganancias para sus dueños y minimizar cualquier posibilidad de riesgo para los accionistas. En Argentina –y en otras partes del mundo- se han implementado las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), experiencias terminadas en todos los casos en más crisis financiera para los clubes. El argumento de que las sociedades sin fines de lucro son el problema es sólo un corolario de la lógica empresarial que el macrismo tiene para manejar el país y todas sus instituciones. ¡Si tiene un gabinete de CEOs, qué esperábamos que proponga para el deporte!

La privatización del fútbol genera la degradación del deporte: si cada equipo puede negociar sus derechos de televisación, los grandes equipos llenarán sus arcas de dinero, podrán mejorar su plantel y mantenerse en dicho lugar privilegiado. Mientras tanto, los equipos pequeños tendrán como único ingreso (además de la venta de entradas y sponsors de segunda o tercera categoría) la venta de sus propios jugadores, siendo incapaces de retenerlos. Es decir, que no habrá competencia real posible, los partidos se reducirán al espectáculo y la calidad del deporte caerá en picada. Los únicos interesados en que esto suceda son los dirigentes mafiosos que entienden al fútbol como su negocio y nada más. Esto es lo que sucedería si se concreta la SuperLiga: aquellas empresas que tengan los derechos televisivos deberán pagarle a la AFA por un lado y a la SuperLiga por el otro.

FOX, los nuevos dueños del fútbol argentino

Los derechos del fútbol argentino los compró este año la sociedad yanqui Fox-Turner, la cual ya está haciendo pomposos anuncios sobre cómo nos sacarán más plata a los hinchas: con el “netflix del fútbol”. Fox-Turner es una televisora, así que su plan jamás será sacarle clientes a la TV: este servicio deberá ser pagado aparte y costará el doble aproximadamente que el combo deportivo de la mayoría de las empresas de cable, que ellos también manejan. Una situación “win-win” (ganar o ganar).  Se habla de una cifra de $600 mensuales por el servicio de streaming, una barbaridad sobre todo si consideramos que supera por bastante el monto de la cuota social de muchos clubes de la Primera División.

Con este acuerdo espurio se coronará la nueva era de la AFA a partir del 29 de este mes[2] con el “Chiqui” Tapia y Angelici (títere macrista) como presidente y vice de la AFA y Tinelli y D’Onofrio como presidente y vice de la SuperLiga. Todo indicaría que esta vuelta el recuento de los votos será correcto. Se confirma lo que decíamos desde estas mismas páginas hace dos números, respecto de la huelga de futbolistas: la única alternativa al macrismo y a la dirigencia vendrá de la mano de los jugadores y los hinchas, de los defensores del fútbol.

 

[1] http://www.cronica.com.ar/article/details/57444/macri-no-se-da-por-vencido-y-quiere-privatizar-el-futbol

[2] http://www.lanacion.com.ar/1993302-acuerdo-sellado-chiqui-tapia-conducira-la-afa-y-marcelo-tinelli-la-superliga

Violeta Roble

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