La furibunda campaña del gobierno de Macri y sus ministros negando el genocidio de la última dictadura militar, bajó un poco los decibeles, justamente cuando un sector de trabajadores, los docentes, lo están enfrentando con un paro conjuntamente con una marcha masiva la semana pasada, junto con las importantes movilizaciones de la CGT (bochorno de sus dirigentes incluido) y el paro mundial de mujeres del 8 de Marzo. Paro que, además de la magnitud de las movilizaciones, puso en la palestra un método de lucha histórico del movimiento obrero.

Campaña de la cual se ganó la titularidad, pero como parte del ocultamiento de la verdad, todos los gobiernos patronales tergiversaron el número de trabajadores, muchos de ellos obreros industriales, que fueron el núcleo mayoritario de las víctimas.(1)

Porque el “gigante” se había puesto de pie y contra él fueron.

La clase obrera no sólo para los días de fiesta

La II Internacional Socialista acuñó la palabra socialismo para los “días de fiesta”, enterrando su contenido revolucionario.

El ascenso revolucionario y el triunfo de la Revolución Rusa de 1917 pusieron su significación y el rol de la clase obrera en el lugar que le correspondía. Con las derrotas en Europa y la burocratización de la URSS, volvió a ser un decorado para los partidos reformistas. Sólo el trotskismo lo siguió levantando con su verdadero contenido de clase.

Después del auge del postmodernismo y su fetiche de desaparición de la clase obrera mediante, vuelven a aparecer, en la experiencia de las nuevas generaciones, tanto el socialismo como la clase obrera como parte de la realidad.

Pero todavía es una nebulosa para quienes se incorporan o se reincorporan a la lucha porque no está en el centro de la escena. Es parte, se apela a ella, pero no es la principal protagonista. Su potencialidad está agazapada.

¿Cómo hacemos para ayudarla a salir de bastidores?

Acompañamos una historia reciente como aporte a este debate necesario. Es la de tres trabajadores, destacados activistas y dos de ellos delegados de sus compañeros de gremios industriales. Ellos fueron Arturo Apaza, Charles del Carmen Grossi y Carlos Agustín Falcón. El primero miembro de la comisión interna de la fábrica Del Carlo y de la Coordinadora Interfabril de Zona Norte (2). Charles Grossi era trabajador de la combativa fábrica Mercedes Benz; ambas plantas pertenecían al SMATA. Los llevaron las fuerzas represivas desde sus lugares de trabajo. Carlos Agustín Falcón, de la fábrica Sampi, de autoelevadores, perteneciente a la UOM, delegado de sus compañeros, secuestrado en su casa de Bernal Oeste a tres días del golpe militar. Ellos fueron militantes del PST (Partido Socialista de los Trabajadores) y desaparecidos en los años 1976 y 1977. Fueron parte indiscutida de una vanguardia obrera clasista y revolucionaria que se plantó ante el gobierno peronista y todas las variantes patronales.

Aunque la clase obrera pudo organizarse en su pelea contra el gobierno militar años después, no excluye que hubo resistencias parciales tan desconocidas como heroicas ante los primeros zarpazos sanguinarios.

“Entre tanto los trabajadores se movilizaron, concentrándose ante el cuartel de La Tablada, en el cual suponían que se encontraba Martín, y exigieron su liberación. En plena dictadura, con esta acción arriesgaron sus vidas. Esta resistencia masiva no fue registrada por la prensa. Dos largos días se mantuvo el campamento frente al cuartel y con esta valiente actitud le salvaron la vida a Martín, quien fue puesto en libertad, sin explicación alguna, luego de diecinueve días de prisión. ‘Cuando volví a la fábrica, todos los compañeros salieron a la calle, para saludarme. ¡Cuatro mil trabajadores! Los ojos se me llenaron de lágrimas.’” Este es el relato de Martín, en la Causa Mercedes Benz que tuvo más trascendencia internacional, al desarrollarse en Alemania. En esta planta de González Catán, desaparecieron 14 trabajadores, otros recuperaron su libertad luego de ser detenidos y torturados. Fábrica emblemática también al estallar la movilización democrática, ya que en la convocatoria de las Madres de Plaza de Mayo del 30 de abril de 1981 concurrió una delegación de la comisión interna, junto a familiares de los trabajadores represaliados, y se hizo un minuto de paro en la planta.

Esta breve crónica no tiene el objetivo sólo de rescatar su memoria, lo cual no tiene una importancia menor, sino de ayudar a transmitir sus valores sindicales, políticos y humanos. ¿Eran mejores que los luchadores actuales? Eran distintos, de otra calidad política, porque vivieron en otra etapa de la lucha de clases. Se enfrentaron a todo: la patronal, la burocracia, el gobierno y su estado capitalista. Por eso confluyeron y fueron un punto de atracción natural para la juventud estudiantil que se incorporaba a la pelea desde su colegio o facultad y que también iba por todo. Ir a trabajar a fábrica era una aspiración natural de las jóvenes generaciones de activistas, incluso de los sectores más “profesionales”, porque era no solamente un puesto de lucha, sino de aprendizaje necesario, radical. Recordando a nuestro compañero desaparecido Federico Álvarez Rojas, encontramos que, a pesar de ser un destacado físico, trabajó en la fábrica Olivetti durante algunos años, antes de volver a su profesión y ser delegado en la Comisión Nacional de Energía Atómica.

Los focos de atracción están en otros movimientos

El pujante movimiento de mujeres, de la juventud, de las minorías afroamericanas, lgtbi, son los sectores más dinámicos en la actualidad. Desde ellos, y partiendo de sus reclamos, debemos levantar la puntería para ir hacia el movimiento obrero, aunque hoy no esté primero en la cartelera. Pero está presente, como lo demostró la marcha del 7 de marzo pasado.

No por un amor romántico, sino por una convicción marxista de que es la clase que, por su ubicación en la producción capitalista puede enfrentar y derrotar a la burguesía. En las décadas del 60, 70, nos enamorábamos de la clase obrera “a primera vista”… y ese amor duraba toda la vida. Porque tenía base material, visible, se expresaba en una generación de carne y hueso que trascendía su ámbito inmediato de acción. Ahora hay que construir ese “amor”, no sólo volcándose a la clase obrera y sus luchas, sino también apoyándonos en la politización permanente. Así será un amor “para toda la vida”, pero no en forma idealista, sino científica, en la construcción de una salida socialista desde abajo y con la dirección de la clase obrera y sus organismos.

Este 24 de Marzo, como parte de la pelea contra el gobierno de Macri y su embestida antiobrera y antipopular, levantamos más que nunca la memoria de quienes lucharon efectivamente contra la patronal, la burocracia y sus gobiernos. Y la proyectamos hacia nuestra pelea y construcción cotidianas, porque vamos por todo.

  • “Desaparecidos por profesión porcentaje. Obreros 30,2%, empleados 17,9%, docentes 5,7%, estudiantes 21%, profesionales 10,7%, autónomos 5%, amas de casa 3,8%, conscriptos 2,5%, periodistas 1,6%, actores 1,3%, religiosos 0,3%. En síntesis, sumandos los porcentajes de desaparecidos obreros, empleados y docentes, se llega a 53,8%, lo que significa que la fuerza de la represión cayó sobre los trabajadores”. ¿Por qué el golpe del 76 fue contra la clase obrera, el pueblo y las organizaciones populares?, Leónidas Ceruti, historiador.
    RELIGIOSOS 0,3%
  • En la movilización masiva conocida como el Rodrigazo (junio de 1975) recuerdo que un    compañero nos dijo: “Ahí está hablando Apaza”. Desde donde estábamos no podíamos escuchar su discurso, pero sí la fuerza de su voz y la columna de trabajadores que encabezaba quedó grabada en mi memoria como parte de ese día histórico.

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