La CGT maniobra para llevar el descontento al terreno electoral

La coyuntura del país luce contradictoria. La última semana ha sido una de las peores de Macri. El escandaloso caso del ex Correo Argentino sumado al intento de reducir los pagos a los jubilados, hicieron que a muchos les comenzara a caer la ficha –¡ahora sí!- de que el gobierno de Cambiemos está exclusivamente el servicio de los de arriba.

Tal gravedad revistió este traspié que Morales Sola -editorialista del diario La Nación e incondicional del oficialismo-, salió a afirmar que “si se siguen repitiendo este tipo de errores, el gobierno podría perder la elección”…

Sin embargo, las luchas no terminan de despegar. El conflicto de los compañeros de AGR está aislado. Y la CGT maniobra para llevar la protesta al terreno estrictamente electoral. La convocatoria para el 7 de marzo no se parece al de una jornada de lucha. Se está llevando adelante de la mano del PJ y los intendentes del conurbano. Y su programa no coloca en el centro los reclamos por el salario y contra los despidos y el ataque a los convenios, sino “en defensa de la industria nacional”…

Mientras tanto, del paro general para la segunda quincena de marzo no se habla palabra; hoy por hoy parece muy dudoso que sea convocado.

La tarea de las próximas semanas es endurecer la lucha de los compañeros de AGR viendo la forma de romper su aislamiento; empujar para el lado de que la docencia ponga en pie un verdadero plan de lucha contra la propuesta miserable de Vidal y los demás gobernadores; al tiempo que se trabaja para que el 8 de marzo sea un hito histórico en la lucha internacional del movimiento de mujeres.  

Una estafa contra el Estado

La primera cuestión es entender esta cadena de “errores no forzados” cometidos por el gobierno. En el fondo, la cosa no puede verse como un tema “técnico” o de mera “gestión”: se trata de un problema de clase. Es que incluso los “errores” poseen su propia lógica y tienen que ver con lo que es característico de toda la gestión de Macri: todo para los de arriba, nada para los de abajo.

Las cosas pueden disimularse más o menos; hacerse de manera “prolija” o desprolija. Pero el contenido de clase de todas las medidas de Macri está clarísimo: beneficiar a los capitalistas en detrimento de los trabajadores. Por eso es ridículo que el gobierno se lamente de ser cada vez más percibido como lo que es: un gobierno directo del empresariado y los capitalistas.

Veamos ahora los casos del ex Correo Argentino y el fallido intento de descuento a los jubilados.

El del ex Correo Argentino es un escándalo por partida doble o triple. La circunstancia en el 2003 era que el mismo se venía abajo; la mayor parte de las estatizaciones de los K fueron para rescatar a los capitalistas en quebranto (o que vaciaban sus emprendimientos). Esta fue la situación de Aerolíneas Argentinas lo mismo que el del ex Correo Argentino (los casos de las AFJP y REPSOL fueron distintos porque en ambos casos se estatizaron ingentes recursos).

Ahora bien: cuando el ex Correo Argentino fue estatizado tenía una cuantiosa deuda con el Estado: no había pagado sus cánones por la operatoria del servicio. Pero según la ley de quiebras la deuda con los acreedores queda “congelada” al momento que se inicia el juicio por quiebra. Por una serie de razones, a lo largo de los últimos 15 años en ningún momento el Estado actuó de manera determinada para hacerle exigible dicha deuda, lo que evidentemente solo podía servir a los intereses de los Macri.

Bajo la dictadura militar, los K o Mauricio, siempre ha sido lo mismo. La familia Macri (padre, hijos, hermanos, etcétera) se han caracterizado por enriquecerse al amparo del Estado; de ahí que, entre otras cosas, Franco Macri apareciera durante el gobierno kirchnerista tan “oficialista”…

Resulta ser que bajo el gobierno de su hijo (¡es ridícula la afirmación de Aguad de que “no habría conflicto de intereses”!) se pactó y firmó un acuerdo que al parecer no será tan simple de llevar para atrás ahora, en el cual el grupo Macri reconocía una obligación con el Estado por el doble de la deuda inicial, pagadero hasta el 2030.

La maniobra aquí es evidente: del 2001 a esta parte los precios se han multiplicado por diez pero la deuda solamente se reconoce por el doble.

Es obvio que a la familia Macri le convenía que la deuda se fuera licuando a lo largo de los años, al tiempo que la administración K hacía la vista gorda. Asumido Macri, el gobierno de Cambiemos intenta hacer pasar este acuerdo escandaloso con la excusa de que la estafa al Estado “no sería de su responsabilidad” (un acuerdo en evidente beneficio directo de su familia).

De ahí que el convenio saltara por los aires ante la denuncia de que computando la inflación real, el acuerdo debería haberse pactado por una cifra de 4000 millones de pesos y no por 400 como se pretendió acordar (250 millones de dólares de deuda versus 25 millones).

Sobre llovido, mojado. Días después de firmado este arreglo ruinoso para el Estado resulta ser que el ex Correo Argentino (una empresa hoy fantasma pero que sigue operando en manos de los Macri porque nunca se le dio la quiebra) demandó al Estado por 2400 millones de pesos.

La deuda que reconoció pegadera hasta el 2030 el ex Correo Argentino es por 25 millones de dólares, ¡pero mientras tanto la empresa de los Macri demanda al Estado por 150 millones de dólares!

En síntesis: ¡el acuerdo era una estafa vergonzosa organizada por la misma familia del presidente Macri contra el Estado que este preside!

La provocación del 18% en cuotas

En el caso de los jubilados es igual. Mientras que a su familia Mauricio le hacía un regalo millonario, a los jubilados se les restaban unos pesos de sus ya miserables ingresos para que Dujovne pudiera sumar fondos a las matemáticas del ajuste.

Esa es la explicación que dejó correr el propio gobierno: que Dujovne se cebó. Ocurre que, en realidad, desde el comienzo de su gestión lo que se está viviendo es una nueva vuelta de tuerca del ajuste.

El juego del gobierno es bastante evidente. Se considera que el ajuste llevado a cabo en el 2016 no fue suficiente, que el panorama internacional se ha puesto más difícil y que si bien la “rueda del endeudamiento” viene funcionando de maravillas (sumando lo ingresado por el blanqueo, las reservas del Banco Central han alcanzado ya los 50.000 millones de dólares, una cifra nada despreciable), a mediano plazo el mismo no es sostenible; esto sobre todo cuando se tiene en cuenta que la balanza comercial es deficitaria o está levemente equilibrada (circunstancia que no va a cambiar en el futuro), al tiempo que la falta de llegada de inversiones productivas desde el exterior hace que al país le sea muy difícil generar saldos reales de divisas para afrontar las obligaciones.

¿Qué hacer entonces? Darle una vuelta de tuerca al ajuste económico; lo que significa una reducción en los gastos del Estado al tiempo que se avanza en la “competitividad económica”, todo esto de manera tal de llevar para arriba las ganancias empresarias, los saldos exportables, etcétera.

Y la maniobra es llevar adelante este renovado ajuste en estos primeros meses del 2017 antes de que comience en regla la campaña electoral; campaña electoral que, de todas maneras, comienza a colarse en la coyuntura.  

En lo inmediato lo que está puesto en primera plana es la pulseada por las paritarias. Ocurre que lo que el gobierno coloca como “propuesta” es una lisa y llana provocación: el acuerdo alcahuete y antiobrero firmado por UPCN en provincia de Buenos Aires por un miserable 18% en cuatro cuotas, supuestamente indexado en caso de que la inflación supere las estimaciones oficialistas.

Se trata de una provocación por varias razones. Entre ellas que nadie espera que la inflación del 2017 sea tan baja. Debido a la recesión y el ajuste económico, es posible que no llegue a los guarismos del año pasado. Pero ya por el arrastre estadístico de un aumento de precios que en el 2016 superó el 40%, la cifra en ningún caso será la que pregona el gobierno (habla de un 17% en el año).

Pero a esto hay que sumarle los aumentos de precios autorizados por el propio gobierno: gas, luz, naftas, el boleto en provincia de Buenos Aires (¡desde comienzos del mes próximo se irá a 11$ el mínimo!), las escuelas privadas, los alquileres (que rondarán entre el 25 y 30%), etcétera.

¿En qué cabeza cabe que la inflación se desplomará (porque pasar del 40% a un 17% es casi un desplome), cuando desde el propio gobierno se la fogonea todos los días?

En realidad, Macri quiere hacer algo que es clásico, propio de la receta del ajuste: a la par que se dejan correr cada vez más despidos –e incluso cierres de planta-, se busca utilizar el salario como variable de ajuste; como palanca para inclinar hacia abajo la inflación por la vía de una nueva reducción del salario real.

Una contradicción en este esquema es el reciente acuerdo con los bancarios. Se acordó finalmente como el gremio quería: algo en torno al 24% (no está del todo clara la cifra exacta). Triaca terminó presentando un recurso contra los jueces que aceptaron el amparo del gremio con el argumento que “si los empresarios del sector y el sindicato se habían puesto de acuerdo, ¿qué tenía que hacer el Estado en la cuestión?”.

En todo caso, los recursos judiciales del oficialismo contra los fallos favorables a los trabajadores, o contra jueces responsables de los mismos, se han multiplicado en las últimas semanas como parte de su redoblada ofensiva contra los derechos de los trabajadores.

Así y todo el resultado de bancarios no deja de tener elementos contradictorios. Es que el gremio había anunciado un paro de tres días que habría tenido un alto impacto. Bajo el habitual mecanismo burocrático de amenazar para negociar, el paro no se concretó y ese es también un dato de importancia, sobre todo cuando se suma a los interrogantes que despierta una coyuntura de amagues de la burocracias que luego no quedan en nada.

No parece una jornada de lucha

Como señalamos al comienzo de este editorial, es un hecho que viene aumentando la bronca contra el gobierno. La percepción de que Macri toma medidas siempre para los de arriba y nunca para los de abajo, está instalada en amplios sectores.

Esto ha generado cierto triunfalismo en el PJ y el Frente Renovador con afirmaciones del estilo “no tenemos que hacer nada, solo esperar que Macri se hunda solo”…

Ahí es donde lo electoral se cruza con la estrategia de la CGT. A comienzos de febrero parecía que salían a “pintarse la cara” de luchadores; anunciaron una jornada de lucha para el 7 de marzo y un paro general para la segunda mitad de marzo.

Pero luego sus intenciones fueron diluyéndose. La propia burocracia que anuncio estas medidas, dio su apoyo para que se votara la antiobrera reforma de la ley de ART.

Y ahora parece decidida a organizar la jornada del 7/03 de la mano del PJ, con un programa patronal y sin continuidad asegurada.

Esto es un problema. Entre otras cosas porque como dijéramos en nuestro editorial anterior, si se convocara una verdadera medida lucha, quizás podría permitir que todo un sector de trabajadores cristalizara finalmente en su oposición al gobierno.

Pero con medidas vaciadas de contenido como las que planifica la CGT, esto no está para nada garantizado. La burocracia parece más preocupada por llevar todo al redil del PJ y el FR que otra cosa.

Por lo demás, parece decidida a cuidar a muerte la gobernabilidad. De ahí que no quiera encarar ninguna lucha mínimamente real; que lo suyo solo sea “espamento” para llevar la bronca al voto contra Macri en las elecciones. Además, no cualquier voto contra Macri, sino uno que lleve agua al molino de aquellos que detentan la CGT: el peronismo en alguna de sus variantes y la gente de Massa.

Nada que se vaya de los carriles; ningún impulso a una lucha real que pueda abrir los rumbos a un desarrollo independiente; ni en las luchas, ni en las elecciones.

De ahí que el proceso por abajo sea más complejo; cuestión que sigue beneficiando a Macri. Es que la campaña oficialista “contra la vuelta al pasado” sigue pesando en amplios sectores, y que la experiencia con el gobierno requiera de alguna combinación que incluya el que se desate algún proceso de lucha, que amplios sectores aparezcan de manera visible contra el gobierno.

Pero la burocracia no quiere dar ningún paso en falso no solamente por la gobernabilidad (aunque este elemento es, evidentemente, fundamental), sino que influye también, de alguna manera, el creciente peso electoral de la izquierda.

Es que la CGT pretende que nada se vaya de su cauce, de su control, ni en el terreno de las luchas cotidianas ni en el electoral.

Toda esta situación contradictoria de la base trabajadora parece expresarse entre los docentes. Que la propuesta de Vidal es una miseria a nadie se le escapa. Pero no está claro cuál es la disposición de lucha de la docencia.

El reciente fallo de la Cámara de Apelaciones en la provincia de Buenos Aires (que avalaron los descuentos de días de huelga de Vidal) seguramente entraran en la ecuación de muchos docentes: un día de paro como suele proponer Baradel no alcanza para nada; si, encima, nos descuentan: ¿cuál es el negocio?

De ahí que las cosas no sean tan simples. El electoralismo pro patronal de la burocracia, su extremo cuidado en no hacer verdaderas olas, en cuidar la gobernabilidad, dificultan que la base trabajadora haga una experiencia real con el gobierno y dejan aisladas las luchas reales como las de los compañeros de AGR-Clarín y varias otras contra los despidos que necesitan de una oleada real de peleas para triunfar.

8 de marzo: paro mundial de mujeres. Movilizate con Las Rojas y la Izquierda al Frente por el Socialismo

En este sentido, lo más real y revolucionario en las próximas semanas es el paro mundial de mujeres del 8 de marzo; una jornada que si reafirma las características del primer paro de mujeres en nuestro país el año pasado, tendrá los rasgos de una increíble e impresionante acción independiente de amplios sectores de compañeras y también compañeros en solidaridad, lo que se manifestará internacionalmente en la primera jornada mundial de protesta desde las marchas contra la guerra en Irak en febrero del 2003, y que se expresará también en nuestros país con sendas marchas en todas las ciudades.

Desde Las Rojas, el nuevo MAS y la Izquierda al Frente por el Socialismo, nos vamos a jugar con todo para que esta jornada sea un gran grito de protesta a nivel mundial contra Trump, Macri y todos los gobiernos capitalistas y patriarcales; para que se pare en la mayor cantidad posible de lugares de trabajo, para que las movilizaciones del 8 sean multitudinarias en todo el país.

Por José Luís Rojo

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