Curso aceleradísimo de política monetaria – Amigos son los que te dicen la verdad – La opacidad de los Precios Transparentes – Si no puedes vencer la inflación, dibújala – El plan de viviendas macrista avanza a paso de microbio – Un imPROsentable de menor rango en los dos lados del mostrador – Familia imPROsentable de altísimo rango en los dos lados del mostrador – Un presidente perdido en la nube
Como señalábamos en la edición anterior, la inflación no da indicios de obedece las órdenes de Macri, Dujovne y Sturzenegger, y se encamina a un 25% anual que será dinamita salarial si el gobierno logra imponer su techo del 18% a las paritarias. Irónicamente, una de las razones de que la inflación siga su marcha es la que toda la vida criticaron los neoliberales hoy en el gobierno: el Banco Central emite demasiados pesos con el objetivo de financiar el déficit fiscal. Explicamos brevemente el circuito. El gobierno tiene obligaciones (gastos corrientes, como sueldos y obras) que debe cubrir en pesos. Como no los tiene (la recaudación fiscal bajó en términos reales gracias al dinero regalado a sojeros y mineras, entre otros), se endeuda en dólares emitiendo bonos en el exterior y localmente. Esos dólares se los “vende” al Banco Central “independiente”, que le paga con los pesos que el Tesoro necesita. ¿De dónde salen esos pesos? Pues de la maquinita de imprimir billetes. Naturalmente, como ese dinero no es el resultado de ninguna creación de riqueza real, lo que sucede es que en toda la economía circula más dinero para comprar la misma cantidad de bienes: inflación pura. Debe ser por eso que un economista bien ortodoxo, Federico Muñoz, reconoce que “tenemos dudas de que la actual política monetaria tenga realmente un sesgo antiinflacionario”. Si hasta un informe reciente de la banca JP Morgan se queja de que el gasto fiscal de Macri en 2016 fue incluso más alto que el de Cristina 2015, algo sólo disimulado por los ingresos del blanqueo. El colmo de los Chicago boys monetaristas neoliberales: llegar al gobierno y que los obliguen a emitir para cubrir gasto público. Buscan consolarse soñando con el 17%. Pero los sueños, sueños son.
Al respecto, el último informe de la JP Morgan calcula la inflación 2017, piso, en un 21%. La consultora Economía y Regiones, por boca de su economista director, Diego Giacomini, estima que la economía no crecerá más de un raquítico 1,8% en 2017, y calcula la inflación de este año en 22-23%. Por las dudas: Giacomini es tan pro Macri que lo justifica con el disparate de que “el gobierno recibió la herencia más pesada de los últimos 70 años”. Hasta esos amigos le ponen a la inflación un piso del 23%. A regañadientes, el BCRA tuvo que admitir que el propio Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que hace entre las consultoras (la mayoría bien amigas) le daba un piso de inflación para 2017 del 22% (algunas se estiraban hasta el 29%). De nuevo: ¿y el 17%?
El gobierno se mostró “desilusionado” con los supermercados por no exhibir los precios en cuotas en el marco de los “Precios Transparentes”. Felicitan a las cadenas de electrodomésticos por su comprensión porque el costo financiero “no subió demasiado” (todo sic). Por supuesto, ese costo que “no subió tanto” es para los planes de 3 y 6 cuotas; los de 12 y 18 cuotas subieron tanto que directamente casi ni se ofrecen. Ah, y los planes de 6 cuotas, según el cartelito que se puede ver en cualquier negocio, tienen un costo del 12,5%. Es decir, la inflación anual que estiman los bancos encargados del financiamiento (furiosos aliados del gobierno en su embestida común, e ilegal, contra la paritaria bancaria) es del 25%. Una vez más: ¿y el 17%?
Bueno, basta de torturarnos con la pregunta: el PRO le encontró la solución mágica al problema. Consiste, sencillamente, en dibujar el número. Eso sí, con métodos un poco más discretos y prolijos que los del pistolero Guillermo Moreno en el INDEK. Veamos cómo. Primero, el BCRA dejará de considerar como medida de la inflación el índice de precios al consumidor (IPC) del AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires, es decir, Capital y GBA), y pasará a considerar uno “de mayor cobertura geográfica”, esto es, que incluya el interior del país. Por lo pronto, ese índice todavía no existe con el nivel técnico que sí tiene el informe AMBA, pero la trampa es que de esa manera se baja el índice de inflación, porque el impacto de los tarifazos es más grande en Capital y GBA que en interior. La diferencia no es nada despreciable: según el propio INDEC (¿o IMDEC?), en 2016, la inflación AMBA fue al menos cinco puntos mayor que la inflación “nacional”. Segunda truchada, en parte vinculada a la anterior; desdoblar los tarifazos en dos meses, como el reciente de la luz, de manera que el índice pegue un salto menor justo en los meses “calientes” de paritarias. Tercera picardía: el BCRA se refiere cada vez con más frecuencia a la “inflación núcleo”, es decir, la que excluye los precios estacionales y los precios regulados, como lo son, justamente, las tarifas (I. Olivera Doll, Ámbito Financiero, 1-2-17). En suma: el gobierno quiere hacer más goles, pero en vez de mejorar el plantel o armar otro esquema de juego, pide que agranden el arco rival. Así cualquiera.
Posiblemente con la idea de mostrar “gestión” en un año electoral, el gobierno acelera los planes de obra pública. El funcionario a cargo del área, Ricardo Delgado, prometió una inversión en infraestructura sólo para este año de 14.000 millones de dólares, un 22% más que en 2016, según él (aunque el año pasado, la verdad, fuera del asfaltado de calles porteñas que ya estaban asfaltadas, no se vio mucho de eso). Pero cuando se le piden precisiones, el plan hace agua por todos lados. Por ejemplo, en el tema vivienda, Delgado se propuso como meta “otorgar 25.000 créditos para la solución casa propia”. Cuando uno recuerda que el déficit habitacional argentino supera los tres millones de hogares, sorprende la modestia del número. Pero todo es relativo: en realidad se trata de un objetivo muy ambicioso cuando nos enteramos, por boca del propio Delgado, que en lo que va de su gestión “ya hemos otorgado casi 500 créditos”. ¡“Casi”! ¡Ánimo, Delgado y Macri, sigan así que antes del año 3000 todos los argentinos tendrán su vivienda propia!
Otra perla más en el collar de los “imPROsentables”, sección que homenajea a los funcionarios PRO que no cuidan las formas. El nuevo director nacional de Generación Térmica, José María Vázquez, designado por el ministro de Energía y Tarifazos Juan José Aranguren, era hasta menos de tres meses antes de su designación miembro del directorio de Central Puerto. Bueno, un CEO más en un gobierno de CEOs, dirán ustedes. Pero resulta que esa empresa aporta la sexta parte de la generación térmica del país, y es una de las beneficiarias de “incentivos monetarios aprobados la semana pasada para que las generadoras aumenten el nivel de disponibilidad de los equipos” (Ámbito Financiero, 7-2-17). ¿Se entiende? El tipo tiene que controlar a la empresa para la que trabajaba hasta hace nada, y para colmo no tiene posibilidad de excusarse de la toma de decisiones que la atañen, porque, dado el lugar dominante de esa empresa en el sector, equivaldría a no decidir nunca nada en su área. En fin, Y como dicen en la tribuna, no dejen de aplaudir a más imPROsentables que ya van a venir.
Justamente: a último momento, se agregó uno: Mauricio Macri. Se trata del (auto)regalo que le hizo a Franco Macri al aceptar, como jefe de Estado, la propuesta del Grupo SOCMA (al que Mauricio perteneció toda su vida adulta), lo que implica condonar deuda de Correo Argentino SA por valor de 70.000 millones de pesos (apenas 4.400 millones de dólares, o el equivalente a todo el tarifazo de luz de este año). De modo que cada vez que ustedes se caguen de frío en invierno sin poder prender estufas eléctricas, o tengan que achicar gastos del hogar para pagar la factura de luz, ya saben quién es el beneficiario directo de sus sacrificios: el papi del nene de papá.
Frase PROtuda de la semana: lo confesamos, hicimos trampa. La frase es viejísima, data de marzo del año pasado. Pero es tan actual, tan certera e ilustra de manera tan acabada la profundidad intelectual y estirpe de estadista de su autor, que no pudimos resistir la tentación. Ahí va:
“La inflación es una nube: llega un momento en el que no vemos nada, no se sabe cuánto valen las cosas” (Mauricio Macri, que por lo visto no ha logrado salir de esa nube, compuesta no sabemos de qué gases, salvo para beneficiar de vez en cuando a amigos y familiares directos).
Marcelo Yunes