Los medios de comunicación hegemónicos, como fieles lacayos del gobierno que son, cerraron el año que pasó clamando por la restauración del orden en las calles que tanto prometió Cambiemos a la burguesía. Según los datos esbozados por la consultora Diagnostico Político, a lo largo del año hubo un promedio de 2,6 piquetes por día hábil y los columnistas más recalcitrantemente lame botas sacan a relucir su obsecuencia poniendo el grito en el cielo en el nombre del afamado “derecho a la libre circulación”.
No es casualidad que los dos sectores que más se encontraron luchando en las calles en el año 2016 hayan sido, según el estudio anteriormente nombrado, las organizaciones sociales y los estatales, con 203 y 166 piquetes en el año respectivamente. En el caso de las organizaciones sociales es sabido que la calidad de vida de la población trabajadora y de los sectores populares decreció de manera estrepitosa, según un informe del INDEC del año pasado el 32% de la población está bajo la línea de la pobreza. Esto significa que 8,8 millones de argentinos no llegan a percibir el ingreso mínimo para cubrir sus necesidades básicas y de esa cifra hay un 1,7 millones de personas en la indigencia que ni siquiera pueden cubrir sus necesidades alimentarias. Más allá de las encuestas, con solo caminar por las calles de todo el país se puede constatar con mucha tristeza como aumentó la cantidad de personas que se ven obligadas a pedir limosna en el transporte público para sobrevivir, en muchos casos familias enteras que producto de la creciente desocupación y la inflación en alza se encuentran en situación de calle.
En el caso de los estatales, fueron uno de los sectores más movilizados ya que los miles de despidos en el sector público constituyeron el primer ataque del gobierno contra los trabajadores apenas asumió. En el marco de este ofensiva de Cambiemos, que también incluyó la difamación pública y una reaccionaria estigmatización al tratar de “ñoquis” a los trabajadores del sector público, tuvieron lugar medidas de lucha que incluyeron cortes, piquetes, paros, tomas de edificios públicos, etc.
En este sentido, hay que destacar que a pesar de las traiciones y entregadas de la burocracia sindical que como es habitual se juega a desmovilizar miles de activistas de base continúanluchandopor la recuperación de sus puestos de trabajo en las calles, desafiando el Protocolo Anti piquetes de Bullrichque hasta ahora no se animaron a aplicar.
Como señalábamos al principio, lo empresarios y sus voceros mediáticos le piden al gobierno “mano dura” y la “restauración de orden” en las calles. Es que si hay algo que los partidos políticos y movimientos sociales de izquierda ganamos gracias a las jornadas del Argentinazo Esla legitimación de gran parte de la sociedad de la apropiación del espacio púbico como forma de manifestación y el derecho a la protesta social como cuasi intocable. Más allá de que hubo represiones violentas, que sufrimos la perdida de compañeros por las patotas sindicales y las fuerzas de seguridad es una realidad que todavía hay grandes sectores de la población que están en contra de la criminalización de la protesta y que dar un giro en este sentido no le será gratuito al gobierno, que ya tiene bastante mermada “imagen positiva”según las encuestas.
Durante todo el año que pasó, como es usual, la mayoría de los cortes de calle se concentraron en la Ciudad de Buenos Aires por tratarse del centro político del país, por lo que hace unas semanas hubo una suerte de “tira y afloje” entre Macri y Larreta, en el cual el primero le endilgaba al segundo la responsabilidad de aplicar medidas contundentes para mermar la cantidad de piquetes en la Ciudad. El gobierno de la Ciudad respondió a este reclamodando comienzo a este año con la fusión entre la policía Federal y la Metropolitana en la nueva Policía de la Ciudad que tuvo su debut represivo en el bestial operativo de desalojo de los vendedores ambulantes del Once del lunes pasado. En este episodio, que todavía no ha culminado,los uniformados arremetieron contra los manifestantes con gas lacrimógeno y balas de goma, dejando un saldo de tres detenidos y gran número de heridos. Lo que quedó demostrado con estos acontecimientos es quea Larreta, aunque probablemente le preocupa no pagar el costo político que conlleva, en un año electoral como este, aplicar el reaccionario protocolo antipiquete, no le tiembla el pulso a la hora de reprimir la protesta social como ya lo hizo en otras ocasiones el gobierno porteño.
Ante el panorama de paritarias a la baja, congelamiento de salarios, despidos generalizados, tarifazo en los servicios públicos, aumentos de precios y todos estos ataques que el gobierno de Cambiemos viene descargando sobre la clase trabajadora los cortes de calle y piquetes seguirán siendo una de nuestras herramientas de lucha porque estamos convencidos que para enfrentar y derrotar a este gobierno reaccionario debemos estar más que nunca en las calles.
Verónica R.