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Esto sí que es perder la batalla cultural

 

Mientras todas las personas de este mundo con dos dedos de frente se horrorizan sanamente frente al triunfo electoral de Trump, Cristina Kirchner está muy contenta:

“Lo maravilloso de esta elección es que el pueblo de los Estados Unidos votó de acuerdo a lo que está sintiendo económicamente. Fíjense que había más de 300 medios de comunicación que apoyaban a la otra candidata y solamente 13 medios apoyaban a quien ganó. Sin embargo, la sociedad, a pesar de los exabruptos, a pesar de los estereotipos, eligió a alguien que decía que les iba a devolver el trabajo. Si después cumple, no está en análisis esto” (Cristina en un acto en la Universidad Arturo Jauretche).

Si se hubiera quedado ahí, podría interpretarse que la ex presidenta quiso hacer una especie de chiste (de muy mal gusto en todo caso) para cargar una vez más con su eterna queja contra los medios hegemónicos. Aun así, ya sería una catástrofe que la principal dirigente de una corriente que se presenta como progresista se identifique, aunque sea desde un aspecto lateral, con un acosador serial de mujeres, racista y xenófobo festejado por el Ku Klux Clan. Y que frente a la perspectiva muy probable de deportaciones masivas de inmigrantes, violencia exacerbada contra negros y mujeres, etc., lo único que se le ocurra sea acordarse de que a ella los medios también le hicieron nana. Pero la cosa es todavía peor, porque parece que la enemistad con los medios no es lo único que la identifica con Trump:

“Fíjense que a nosotros se nos acusaba de proteccionistas y de que quedábamos mal con el mundo, y fíjense lo que acaba de suceder en el país y en la economía más importante del mundo, señoras y señores. Acaba de ganar alguien que hace del proteccionismo, de sus trabajadores, de sus empresas, pero fundamentalmente de sus trabajadores y de su mercado interno, una bandera”. Para Cristina, el proteccionismo en Argentina es lo mismo que en EEUU. Pues no. Las medidas proteccionistas en un país dependiente y pobre pretenden proteger su economía de los ataques imperialistas, y por lo tanto son justas y legítimas (más allá de que si las toman gobiernos burgueses suelen ser insuficientes y efímeras y a los trabajadores solo les tocan monedas). El proteccionismo de los países imperialistas no es un intento de defender a “sus trabajadores” del capitalismo, sino una preparación para nuevos y peores ataques a las economías pobres y dependientes del resto del mundo, o sea, no es justo ni legítimo sino una amenaza de más pobreza, más violencia y más hegemonía imperialista sobre la humanidad.

Pero todo esto son pavadas, lo que importa es que los estadounidenses votaron “contra el establishment”. Por eso Cristina nos aconseja: “Que quien lo encare (al proteccionismo) sea una persona con determinadas características personales no puede oficiar de árbol para taparnos el bosque”. ¿Cuál es el árbol y cuál el bosque? ¿Ser un fascista latino-islamo-negrofóbico y misógino es “una característica personal” del nuevo jefe del imperialismo? ¿Ser jefe del imperialismo también es una característica personal?

Lo increíble es que en el mismo discurso criticó duramente a Pichetto por sus dichos racistas: dijo que es “una inmensa burrez culpar a los inmigrantes por los problemas económicos”. ¿Cómo se imagina Cristina el “proteccionismo” de Trump? ¿Latinos y árabes creando pymes con los negros y los indios sioux? ¿No escuchó que la primera de las diez medidas trumpianas para “devolver a EEUU al primer lugar” es la deportación de tres millones de inmigrantes? Después de haber acusado de insensibilidad hacia los pobres a los trabajadores argentinos que no querían pagar el impuesto al salario, ¿le parece para festejar que tantos trabajadores blancos yanquis hayan votado contra los trabajadores latinos y negros?

Cristina decía que los que nos vamos demasiado a la izquierda, damos la vuelta al mundo y aparecemos por la derecha. Pero ella misma no necesitó muchas vueltas para aparecer cantándole loas al fascismo imperialista.

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