Un caso flagrante de electoralismo



En el momento que estamos cerrando esta edición, está por realizarse el primera paro general contra el ajuste lanzado por el gobierno kirchnerista a partir de la devaluación de enero. Desde estas páginas señalamos en más de una oportunidad que la izquierda no tenía en nuestro país tarea más importante en estos momentos que clarificar acerca de los alcances del ajuste K, así como impulsar y/o participar de toda medida de lucha que aun sea parcialmente, se enderezara hacia la pelea por la derrota del ajuste.

En este contexto, en su momento realizamos la crítica al FIT en la medida que en tanto frente de las organizaciones de la izquierda que se había alzado en octubre con más de un millón de votos, tenía la inmensa responsabilidad de salir primera a la pelea política contra el ajuste. Como es sabido, esto no ocurrió y más bien cada uno de sus integrantes fueron partícipes de iniciativas por separado, una de las cuales muy importantes dio lugar al enorme plenario nacional que realizamos en Atlanta llamado «Encuentro del Sindicalismo Combativo», con cuyos integrantes de la mesa provisoria hemos coordinado algunos de los piquetes seguramente más importantes que se realizarán durante la jornada del 10 para pelear por darle un carácter activo al mismo.

Más allá de esto, sin embargo, resulta ser que el FIT, frente al paro general, un acontecimiento de la lucha de clases de semejante importancia, siquiera ha podido sacar una línea en común como frente. Esto es realmente lamentable: resulta ser que frente a algo tan elemental como un paro general donde las posiciones de clase son tan sencillas, el FIT no ha podido emitir una sola declaración demostrándose a cielo abierto su carácter de mera «cooperativa electoral».

Desde nuestro partido reiteradas veces hemos señalado que nada tenemos en contra de los frentes únicos electorales de independencia de clase, incluso si los mismos no se pueden traducir a otros terrenos de acción común. Pero las cosas cambian cuando esos frentes, de ser meramente episódicos (para una elección) se transforman en permanentes, como es el caso del FIT, que ya va a cumplir varios años de existencia ininterrumpida.

También hemos señalado que no es nuestra posición bregar por la «ruptura del FIT», pero a veces se nos acusa, sino dar una pelea en regla, poniendo sobre la mesa una cuestión esencial: los integrantes del FIT pretenden aprovechar todas las ventajas de su participación electoral común, pero no asumiendo ninguna de las responsabilidades que significan mantener un frente permanente, lo que termina en un curso lisa y llanamente oportunista. Tal como se está demostrando tan flagrantemente hoy, cuando siquiera han podido sacar un renglón en común -no hablemos de una acción en común- frente al paro general.

Razón demás está para colocar sobre la mesa con mucha fuerza el escándalo que significaría que fueran a un acto del 1° de Mayo «cerrado», puramente electoralista, en momentos en que la coyuntura del país se agita por el crecimiento de las luchas contra el ajuste -como la reciente huelga histórica de los docentes de la Provincia de Buenos Aires-, y del contundente paro general que estamos viviendo hoy y que deja colocada la necesidad de exigirle e imponerle a Moyano y Cía. la continuidad del mismo en un plan de lucha y nuevas medidas de lucha de conjunto para derrotar el ajuste K.

El acto que organicemos desde la izquierda y las organizaciones obreras independientes en lucha (como el Encuentro Sindical Combativo, el Plenario de FATE y otros) deberá estar puesto al servicio de esta pelea, así como a una perspectiva políticamente independiente del gobierno y la oposición patronal.

Hacer un acto cerrado del FIT nuevamente este 1° de Mayo sería un escándalo y un bochorno de electoralismo y oportunismo sin fin.

 

J.L.R.

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