Un funcionario del Proceso en la CoNEAU
En la última semana, el Ministerio de Educación –comandado por el privatista y enemigo de los docentes Esteban Bullrich- designó como miembro de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria a Francisco Piñón. Este personaje nefasto formó parte de la “Guardia de Hierro”, corriente del peronismo con estrechísimos vínculos con la Iglesia. La misma fue reabsorbida por el aparato del PJ como parte del giro a la derecha operado durante el gobierno de Perón y su viuda y sucesora, María Estela Martínez de Perón.
Tanto la “Guardia de Hierro” como el propio Piñón tuvieron fuertes vínculos con la iglesia y con el mismísimo Jorge Bergoglio, cuyo pasado afín a la represión previa y contemporánea a la dictadura es conocido (más allá de los intentos de Cambiemos y del propio kirchnerismo por lavarle la cara).
Piñón carga, además, con el repugnante precedente de haberle entregado un reconocimiento honoris causa a Emilio Massera mientras ocupaba el cargo de Rector de la Universidad del Salvador en el año 1977, ¡en plena dictadura militar! Es decir, de premiar con un supuesto reconocimiento académico a uno de los principales responsables políticos del genocidio que estaba teniendo lugar en esos mismos momentos contra una generación de activistas obreros, estudiantiles y populares.
Además, el nombramiento de Piñón en la CoNEAU ocurre a pocos días de la realización del “Operativo Aprender” impulsado, también, por el Ministerio de Educación. Entre los infinitos motivos que ameritaron el repudio de estudiantes, padres y docentes a dicho “operativo”, se encontraba una pregunta que cuestionaba la utilización de los centros clandestinos de detención como ejes del genocidio perpetrado por la dictadura. Ambos hechos demuestran el carácter reaccionario del macrismo también en relación a la educación.
Desde el ¡Ya Basta! y el Nuevo MAS repudiamos el nombramiento de este personaje despreciable y remarcamos que pinta de cuerpo entero el propio rol de la CoNEAU: lejos de ser una herramienta para desarrollar una verdadera educación pública, gratuita, de masas y al servicio de las necesidades populares, es una pata del vaciamiento y la destrucción de la universidad pública para favorecer a los empresarios, la Iglesia y los gobiernos que los representan.
Marcos Duch