Roberto Sáenz


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La CGT entrega los reclamos obreros por migajas –

 

“ ‘Hemos logrado que el miércoles se convoque a sectores empresariales a los efectos de abordar una discusión que tiene que ver con una suma de dinero para el sector privado, debido a que el sector público ya está avanzando’, sostuvo Daer al término del encuentro, que se llevó a cabo en la sede del Sindicato de Sanidad de esta capital” (La Nación on line, 12/10/16).

El dilatado minué por el paro general parece haber llegado a su fin de la manera más vergonzosa: desactivándolo por migajas. Entre otras excusas, está el hecho que el sábado se reunirá Macri con el papa Francisco y, entonces, convocar ahora a un paro general sería políticamente de mal gusto. Además, como el miércoles 19/10 se realizará una reunión del “Consejo Económico y Social” entre el gobierno, los empresarios y los sindicalistas, éstos les pedirían allí a los privados una “compensación” mediante el bono de fin de año, lo que por añadidura no vendría gratis, sino a cambio de condiciones de productividad.

Veremos a continuación las razones de esta escandalosa traición (que nuestra compañera Manuela Castañeira viene denunciando en los medios), que puede dar lugar a una apertura prematura de la coyuntura electoral, si bien todavía la última palabra no está dicha.

Migajas

Lo primero a subrayar tiene que ver con lo miserable del acuerdo. En nuestro periódico venimos denunciando esta voluntad de la CGT de entregar los reclamos por migajas desde hace varias semanas. De todos modos, el hecho que la traición se haya prácticamente consumado, plantea hacer una recapitulación de las cosas.

Lo concreto es lo siguiente: a) se le daría un bono de $1.000 a fin de año a los jubilados y a los beneficiarios de la AUH, b) en una ecuación que no resulta del todo clara, no pagarían ganancias en el medio aguinaldo aquellos trabajadores que tengan ingresos de hasta $30.000 en bruto. Esto sería lo acordado en la reunión ocurrida entre el gobierno y la CGT al cierre de esta edición.

Así las cosas, parece cerrada toda posibilidad de que los trabajadores docentes y estatales reciban cualquier bonificación; han sido entregados de pies y manos por los gremios del sector: “las negociaciones del sector público están avanzadas” dice el caradura de Héctor Daer, uno de los triunviros que encabeza la CGT. Los docentes y estatales no recibirán nada. En todo caso, dependerán de si las medidas que eventualmente resuelvan ATE o CTERA tienen algún efecto.

En su defensa, la CGT afirma que en la reunión del próximo miércoles se le “pediría” a los empresarios una bonificación de fin de año en el sector privado para “compensar el atraso de las paritarias”…

Esto plantea algunas consideraciones. Primero, que no existe ninguna obligación ni compromiso del gobierno al respecto: dependerá de la “buena voluntad” de los empresarios de los distintos sectores si se vehiculiza el bono o no. Segundo, en ningún caso este bono cubriría la pérdida en los aumentos logrados en paritarias, que según varias consultoras se estima en una caída del 10% en el salario real respecto al 2015 (la caída más importante desde el 2002). Demás está decir que sólo algunas actividades percibirán este bono que de ninguna manera cubrirá el desfasaje salarial; para colmo, al no haber ninguna obligación desde el gobierno, dependerá de la “buena voluntad” de los empresarios de cada sector. Tercero, y por si lo anterior no fuera suficiente, la percepción del bono se ataría a acuerdos de productividad en cada actividad. Es decir: se recompensaría a los empresarios que entreguen el miserable bono, con un aumento de los ritmos de trabajo, de la explotación.

Más allá de lo obvio, de que el gobierno y los empresarios siempre tratarán de ceder lo menos posible a los reclamos obreros, hay que detenerse un segundo en la lógica que está por detrás de esta cerrazón gubernamental a ceder más que estas miserables migajas (más allá, obviamente, de su confianza que la CGT, de tan traidora, no activará el paro general). La razón es sencilla: están juramentados a garantizarle a los empresarios y al Estado nacional y los provinciales, una baja general en los salarios reales.

Convengamos que no es que les falten fondos, como creen algunos “izquierdistas” ridículos que definieron al país en “bancarrota” (¡la capacidad de crear deuda funcionado a full este año y por 30.000 millones de dólares!). Tampoco que no hayan sido generosos con sectores del empresariado: ver la rebaja en las retenciones a las patronales agrarias e industriales; o el pago millonario a los fondos buitre. Se trata, simplemente, que se quieren atalonarse en uno de sus grandes logros del año: la reducción del salario real como forma de recuperar ganancias empresarias (esto con la excusa de “mejorar la competitividad para que lleguen inversiones”…).

Gobernabilidad

Pasaremos ahora a explicar las razones políticas por las cuales la CGT se arrodilla frente a Macri. La más general remite a la apuesta de toda la “superestructura política”: desde el macrismo pasando por Massa, la Iglesia Católica, los radicales, los gobernadores del PJ y hasta los restos del kirchnerismo, a la gobernabilidad.

Algunos gustan más de la política oficialista, otros menos. Algunos son oficialistas, otros “opositores”; así como los hay también los que están en el “medio”. Pero en lo que existe una férrea unidad entre los de arriba (determinada, además, por la férrea unidad burguesa y del imperialismo en torno a Macri), es en no hacer olas, en garantizar la gobernabilidad. Es decir: en que todo se decide desde arriba, por los “políticos”, en que no hay que dejar que la conflictividad social se desarrolle, se desborde e imponga cosas desde abajo.

Esto hace a la “normalidad” del país. Que la política se decida por arriba, en las instituciones y no en las calles. Una estrategia que es común a todas las fuerzas burguesas.

Y necesariamente, como es evidente, esto incluye a la flor y nata de los sindicalistas de la CGT. Sindicalistas que con sus más y sus menos, prefieren mil veces que las cosas se encaminen por los “carriles normales”, sobre todo cuando, además, todavía cuesta por abajo sacar conclusiones acerca del verdadero carácter antiobrero y antipopular del gobierno de Macri.

Es verdad que en las filas de la burocracia hay sectores “disidentes”: Palazzo de Bancarios, Pablo Moyano de Camioneros parecen ser algunos de ellos. También los gremios agrupados en ambas CTAs. Sobre los primeros hay además razones de índole monetaria que explican las cosas. Ocurre que ambos gremios están entre los que pagan más ganancias junto a los petroleros, las terminales automotrices y algunos pocos más.

Pasa que infringiendo otra de sus promesas de campaña (¡como la abierta mentira de “pobreza cero” aplicando planes!), el gobierno ha cajoneado la eliminación de este impuesto a los trabajadores prometiendo a cambio un proyecto de ley donde sólo se modificarían miserablemente las escalas… Agreguemos, de paso, que esta es otra de las reivindicaciones que el nuevo triunvirato cegetista dejó en el camino en su capitulación a Macri.

Ya en el caso de los gremios vinculados a las CTAs, las cosas son más evidentes: salarialmente, no hubo sectores más castigados que docentes y estatales (seguramente es también el caso de los municipales); esto por no olvidarnos que, además, entre los estatales golpearon desde el comienzo del año los despidos.

Esto es lo que explica que desde estos sectores se esté hablando de alguna posible medida, que podría ser una especie de repetición de la exitosa Marcha Federal a Plaza de Mayo de dos meses atrás. Volveremos sobre esto.

Los “buenos oficios” de Francisco

Pero existe una razón más a tomar en consideración sobre la traición cegetista: el nefasto rol de Francisco. Éste se ha reubicado frente a Macri. De su primera reunión en que lo atendió con frialdad, el sábado próximo se realizaría una de “reconciliación”. La Iglesia argentina mantendrá seguramente su ubicación crítica frente a la gestión de Cambiemos, de manera tal de mantener elementos de “arbitraje”. Pero toda su actuación está presidida por el inocultable interés porque no haya olas.

No es un servicio menor de Bergoglio hacia Macri. Un favor que responde a una de las grandes inquietudes de la clase capitalista respecto a este gobierno, su gobierno, con el que se sienten 100% identificados: su capacidad de sostener en el tiempo las políticas de apertura al mundo y el libre mercado.

La base sociopolítica de Macri es todavía limitada. Ganaron la presidencia y la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Además, la crisis terminal del kirchnerismo y el discurso de la “herencia” los beneficia, ayudando a mantener alta la popularidad, sin que aparezca nada en lo inmediato que lo vaya a afectar. El oficialismo especula incluso con ganar las elecciones del año que viene y con que Macri se presente, en el 2019, a la reelección…

Le convendría no adelantarse tanto. Porque todo lo anterior no puede soslayar que Macri tiene profundas debilidades: no posee mayoría propia en las Cámaras, por lo que depende de los favores del PJ. Además, en tanto que el PRO es un partido con poquísima “reticularidad” en la geografía nacional, depende de que los radicales no saquen los pies del plato. Por último, pero no menos importante, no tiene representantes directos en la CGT, la que está manejada por las huestes del Frente Renovador de Massa (¡que se muestra como “opositor”, pero de manera permanente actúa como casi oficialista!) y el Frente para la Victoria (más “opositor” pero comprometido 100% con la gobernabilidad).

Aquí es donde aparece Francisco para soldar las relaciones políticas; para casi “blindar” al gobierno. Una Iglesia que mantiene un discurso “crítico”, que pide que se le den “concesiones” a los sectores “menos favorecidos”, pero que al mismo tiempo se ofrece como garante de la gobernabilidad del gobierno neoliberal.

Vamos por una medida de lucha contra el acuerdo traidor y por un nuevo frente de izquierda

Entre los sindicalistas hay sectores disconformes. Fundamentalmente en ambas CTAs, que si bien no tienen poder de fuego (¡ni voluntad!) para lanzar un paro general, vienen de una Marcha Federal exitosa. Además, sectores como Palazzo (bancarios convocó a un paro general del gremio para el 28 de este mes por reapertura de paritarias) o el mismo Pablo Moyano, podrían sumarse a una medida.

En este escenario, y junto con la tarea de apoyar las luchas que se desarrollan desde abajo, está planteado aprovechar con el método de la unidad de acción en la lucha, cualquier contradicción que pueda expresarse como consecuencia de la traición de la CGT. Exigir una medida de fuerza a los sectores disidentes contra el ajuste. Una medida que, si da lugar a una concentración en Plaza de Mayo, debería encontrarnos en una columna unificada a aquellos que queramos participar manteniendo nuestra independencia de todo sector burocrático.

En los próximos días está planteado, también, redoblar la campaña entre los docentes para que se rechace activamente la “evaluación educativa” que pretende imponer Macri, de manera tal de hacerlos responsables del desastre educativo, una tarea que ya venimos llevando adelante desde nuestra Lista Gris Carlos Fuentealba.

Finalmente, y ante la cerrazón del FIT, que en un curso oportunista y sectario ha salido a convocar un acto puramente electoral y a puertas cerradas en Atlanta para “relanzarse”, nuestro partido ha decidido sondear la posibilidad de poner en pie otro frente de izquierda: un frente que plantee la necesidad de derrotar a Macri en las calles y que ofrezca una alternativa de independencia de clase frente a los K en decadencia y a todo sector patronal.

De no realizarse el paro general, se abriría prematuramente la coyuntura electoral. Pero de todos modos subsisten contradicciones en la medida que las CTAs y sectores disidentes de la CGT podrían lanzar una medida de fuerza, cuestión que dejaría desubicadas a aquellas fuerzas que, como el FIT, se mueven por un exclusivo criterio electoral.

Junto a los trabajadores, las mujeres y la juventud, en sus luchas cotidianas, como el reciente e histórico Encuentro en Rosario, y con el desafío de poner en pie un nuevo frente de izquierda encaminado a impulsar las luchas en las calles contra Macri y la más intransigente independencia de clase, éstas serán las tareas de la militancia del Nuevo MAS en el próximo período.

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