Socialismo o Barbarie, periódico Nº 179, 24/06/10
 

 

 

 

 

 

Nuevos dislates de J. Altamira - <<<Vea artículo anterior>>>

Solo la clase obrera podrá ser autora de
la emancipación nacional

Por Oscar Alba

En la edición Nº 1133 de Prensa Obrera, Jorge Altamira responde a las críticas realizadas desde nuestro periódico anterior (SoB Nº 178) a su discurso del 20 de mayo pasado en el acto en ocasión de la semana del Bicentenario de la República. Su respuesta está cargada de adjetivaciones hacia nuestro partido y al redactor de la crítica. Con su natural verborragia trasladada al papel, Altamira hace una ensalada donde se mezclan caracterizaciones, categorías, hechos históricos y tergiversaciones en defensa de sus palabras. Trataremos de responder a las cuestiones que nos parecen centrales en esta polémica.

En primer lugar, cuando criticamos el enfoque que Altamira hace de los procesos históricos de fines de 1700 y principios de 1800 comparándolos con el actual proceso de crisis económica capitalista, Altamira responde: “… toda época de ascenso es una época de descomposición: entonces estaba en descomposición el orden feudal o las transiciones entre el feudalismo y el capitalismo ahora la descomposición capitalista tiene como contrapartida el ascenso histórico de la clase obrera (incluso luego de la restauración capitalista en China y la ex URSS)”. Y da el ejemplo del surgimiento de la Revolución Francesa por la descomposición del feudalismo, y que luego el “intento de Napoleón de sujetar a los estados de Europa” va a provocar revoluciones y guerras.

Decir que “toda época de ascenso es una época de descomposición…” no dice nada más que una generalidad. Y aunque luego plantee el desarrollo histórico en Europa a partir de la Revolución Francesa, la cuestión es que los elementos y las tareas que se combinan en la actual crisis económica capitalista son claramente diferentes a los elementos que detonaron aquel proceso revolucionario en Francia. El elemento de clase de las revoluciones en Europa en 1800 estaba determinado por la burguesía y no por los “semi-proletarios” que tomaron La Bastilla como da a entender este señor. En América, en agosto de 1791, en Haití se inició la revolución de los esclavos negros, que luego de 12 años de lucha lograron instaurar el primer Estado negro. El señor Altamira ahora reconoce: “Para el caso, digamos que Haití, donde triunfó la revolución de la masa de esclavos negros, acabó en una sociedad congelada, precisamente porque bloqueó la posibilidad de cualquier desarrollo capitalista a partir del mercado internacional. Fue la gran revolución de la época (la única) y por eso debe ser reivindicada, aunque fue un fracaso histórico”. Es un avance que Altamira, que ve procesos revolucionarios en todos lados... reconozca que en Haití se dio la única revolución realmente social hasta ese momento en América. Pero su derrotista conclusión respecto de la única verdadera revolución social de ese período es que terminó en “un fracaso histórico”. ¿Por qué? Eso al máximo dirigente del Partido Obrero (PO) no le interesa. La revolución negra en Haití no prosperó porque no se pudo extender debido a que la mayoría de los procesos -desde Venezuela al Río de la Plata- estaban conducidos por las clases dominantes que vieron con terror que el fenómeno haitiano se extendiera al resto del continente. No es casual que realistas y criollos se unificaran para aplastar las rebeliones de Tupac Amaru y Tupac Katari, y que el proceso de la independencia haya tenido, respecto de las masas populares y sus reivindicaciones, un contenido conservador. En este sentido, en nuestro país, el movimiento de mayo de 1810, fue un proceso fundamentalmente superestructural en relación a la población más pobre. Y por eso también fue prácticamente el más conservador de todos los que se dieron de la independencia en la América hispánica.

Patrioterismo y embellecimiento de mayo de 1810

Es a la hora de responder sobre “el patriotismo que reivindica el Partido Obrero” que nuestro interlocutor se desliza por la senda de las tergiversaciones y la confusión política.

Altamira dice: “…Lo concreto es esto: mientras que la burguesía busca que olvidemos que Mayo es un episodio revolucionario y con alcances históricos progresivos, la verdad histórica es que lo que hoy es Argentina es un resultado fundamentalmente, de levantamientos, guerras nacionales y guerras civiles. En oposición a la versión oficial oponemos el lugar jugado por las masas.”

Sobre el lugar jugado por las masas, lo que dice Altamira es una pura mistificación: no jugaron ningún rol independiente en el proceso de la independencia. La idea que da es como que la Argentina capitalista hubiera sido un subproducto de acontecimientos revolucionarios de amplios alcances históricos, los que solamente están en su cabeza. Además, el carácter efectivamente progresivo de la independencia de España, casi inmediatamente fue hipotecado con la renovada dependencia y semicolonización, primero con Inglaterra y luego, dando la vuelta de página del siglo XX, con los EEUU.

Por si lo anterior fuera poco, es falso que el festejo Kirchnerista se hubiera privado de destacar el carácter “revolucionario” de 1810: esto no es así, sino que por el contrario, fue usado para intentar pasar la re-fritada interpretación progresista de esos eventos, que tiene –por lo demás- varios puntos en contacto con la que trasmite Altamira, donde lo que se hace es transformar en fetiche esos eventos “fundacionales”...

Porque la testaruda verdad es que la burguesía y el gobierno kirchnerista utilizaron los festejos del 25 de mayo como para recrear nuevamente frente a las masas trabajadoras aquellos símbolos que representan a la “argentinidad” (la Argentina burguesa), detrás de una versión engañosa del proceso de la independencia que oscurece el carácter capitalista y de clase del país que ellos dominan hace doscientos años y cuyo símbolos patrios son la bandera y el himno nacional.

Entonces la cuestión es la siguiente: si está claro que en países semicoloniales como el nuestro las tareas de la independencia nacional siguen siendo de primer orden, trasmitir una versión patriotera de las mismas solo puede servir para oscurecer la conclusión de que, hoy como ayer, si esta tarea no está en manos de los explotados y oprimidos, de la clase trabajadora, no puede tener resolución satisfactoria: este es el abc de la Teoría de la Revolución Permanente de León Trotsky, y que su deslizamiento patriotero Altamira termina perdiendo de vista.

Altamira se queda de que digamos que “los obreros no tienen patria”. No lo decimos nosotros: lo dice el Manifiesto Comunista. Es una definición que apunta no contra el necesario antiimperialismo en un país colonial o semi-colonial, sino a combatir al veneno nacionalista y burgués que la burguesía inocula en la conciencia política de los trabajadores con el objetivo que afirmar la unidad nacional y de no permitirles a los trabajadores lanzarse por la vía independiente de la revolución social, la que, a la vez, es necesariamente internacionalista.

El propio Manifiesto efectivamente, luego señala que “la revolución comenzará en los marcos nacionales, es que para que se inicie en el cuadro nacional debe haber una experiencia y una lucha política nacional”. Tal definición es en relación al desarrollo concreto en cada país. Y aquí es donde el señor Altamira se pone la corbata y se olvida la camisa en la percha: la educación socialista es internacionalista porque define ante todo, la estrategia. Altamira, exagerando los supuestos alcances “progresivos” de mayo de 1810, embellece un proceso donde por definición los explotados y oprimidos no tuvieron arte ni parte, y se desliza peligrosamente a una concepción del socialismo nacional.

En un acto de oposición al Bicentenario burgués, con la propaganda oficial taladrando los ojos y los oídos de los trabajadores con el canto de sirena de la patria, si hablamos de “apropiarnos de la Argentina expulsando al capitalismo y llevando al poder a los trabajadores”, tenemos que marcar a fuego el carácter de clase e internacionalista de la revolución obrera: no por nada la tarea es el establecimiento de la Federación Socialista de Estados Latinoamericanos.

El catastrofismo como método

Por último, queremos aclarar someramente algunas cuestiones respecto de los dichos de Altamira sobre la crisis mundial y las posiciones respecto de la misma de nuestra corriente Socialismo o Barbarie (1). El dirigente de PO escribe: “Ocurre que lo que caracteriza a las múltiples variantes que vienen del morenismo, es que han negado, primero, la bancarrota capitalista todo el tiempo que les fue posible con el argumento de que el capitalismo se reconstruye en forma espontánea si no existe, antes, una fuerza preparada para abatirlo, y segundo, transformaron el reconocimiento de esta bancarrota en un concepto vacío de contenido, en un eufemismo, con la afirmación de que esa bancarrota no desarrolla tendencias de alcance político ni tampoco revolucionario”.

Con respecto a nuestra visión de la bancarrota capitalista (2), en verdad, lo que expresa el señor Altamira, es el catastrofismo político que caracteriza al Partido Obrero que, como el pastorcito del cuento, viene durante años anunciando el derrumbe del capitalismo: el PO solo vuelve a re-fritar una vieja versión de las corrientes no socialistas revolucionarias del siglo pasado, donde la caída del capitalismo podría ocurrir sin la intervención de la clase obrera...

Por nuestra parte, tomamos el método clásico de lo mejor del marxismo revolucionario, por el cual la crisis crea las condiciones más “objetivas” de la eventualidad del estallido revolucionario, pero la resolución de los procesos y de la derrota del capitalismo no dependen de la crisis misma, sino de la intervención revolucionaria del factor subjetivo: la clase obrera. Es decir: confiamos en el presupuesto revolucionario de la clase obrera para llevar adelante la lucha por el socialismo. Y lo hacemos poniendo el mayor esfuerzo en el equilibrio en nuestros análisis: “Las reflexiones anteriores nos obligan a volver al terreno material de la crisis. Como advertimos en estas páginas un año atrás, ante un acontecimiento de alcances históricos como la crisis actual, y ante la acumulación de dramáticos desequilibrios que ésta implica, sería de una ceguera monumental dar definiciones que cierren prematuramente procesos abiertos y que están llamados a tener efectos duraderos sobre la economía, la política y la lucha de clases a nivel mundial por los próximos años.” (3)

Y en el mismo texto, referido a la crisis actual del capitalismo, planteamos una perspectiva clara:Por otra parte, este hecho objetivo ocurriría en las condiciones históricas subjetivas creadas por la liberación de energías que estratégicamente significó la caída del estalinismo. Y, por tanto, la eventual creación de condiciones políticas para una acción más autodeterminada de los explotados y oprimidos, en particular de la clase obrera, que en determinadas regiones del globo se está ubicando —si bien todavía lentamente— más en el centro de la escena.

En conclusión, crisis y lucha de clases seguirán entrelazándose, realimentándose mutuamente, sobre todo si se verifica que el actual “respiro” es de corto alcance y que, de una u otra manera, sólo prepara nuevas recaídas.” (4)

Una vez más Jorge Altamira muestra su hilacha política a la hora de querer ganar discusiones. Parafraseando al activista de FOETRA, que él mismo cita al principio de su nota, diremos: “El señor no está en el cielo y aquí abajo hay que saber debatir entre compañeros”.


Notas:

1- Altamira gusta además de las amalgamas: dice cualquier cosa de Nahuel Moreno, y al mismo tiempo pretende ocultar los balances de las corrientes que no somos una iglesia -como la suya- y hemos sacado conclusiones de la experiencia histórica. Sin ser morenistas, le hacemos honor a Moreno contra Altamira cuando este miente sin tupé al afirmar que corriente morenista, en su Congreso de 1967, llamó a sustituir la formación del partido por organizaciones armadas. Lo que caracterizó, en esa etapa al morenismo, más allá de viajar a Cuba y participar en reuniones de la OLAS, fue la batalla política contra el militarismo de Santucho, lucha política que llevó a la ruptura del sector guerrillero con Moreno como es de público conocimiento.

2- Respecto de nuestra crítica y reivindicación del Morenismo y su muy rica experiencia, remitimos al texto “A 20 años de la muerte de Nahuel Moreno: crítica y reivindicación”, en www.socialismo-o-barbarie.org.

3- José L Rojo. Economía mundial: cuando se prepara una recaída. Revista internacional de teoría y política de la corriente Socialismo o Barbarie Nº 23/24. Año VII. Diciembre 2009.

4- Op. cit.