Socialismo o Barbarie, periódico Nº 178, 11/06/10
 

 

 

 

 

 

Los dislates de Altamira

El patriotismo del Partido Obrero

Por Oscar Alba

En el reanimado debate alrededor del Bicentenario de la República surgen en la izquierda algunas concepciones políticas que hacen a determinadas estrategias y tareas propuestas para el movimiento obrero. En este sentido es interesante analizar las palabras de Jorge Altamira en el acto del Partido Obrero por el Bicentenario el 20 de mayo pasado.

Altamira comienza a discursear resaltando que “somos el único partido –de derecha, de centro, de centro izquierda o de izquierda– que al levantar una tribuna en el 200º aniversario de la Revolución de Mayo hemos tomado la decisión de politizar el Bicentenario, de partidizar el Bicentenario y de transformar el Bicentenario en un instrumento de la lucha política corriente contra las clases explotadoras y contra su gobierno.” Fueron numerosos las declaraciones y artículos que se escribieron sobre el tema. No es casual que la pedantería que caracteriza a Jorge Altamira le provoque cierta ceguera ante hechos de la realidad. Pero la cuestión aquí sólo comienza. A renglón seguido, Altamira inquiere: “¿Quién puede explicar que la burguesía argentina y sus políticos no canten “feliz cumpleaños” para ellos mismos?” Y rápidamente responde: “Y la razón es que en torno a 1810, por esas fechas, se desarrollaba en el mundo un proceso de crisis y revoluciones como el que se desarrolla en la actualidad y ellos no quieren que el pueblo, los trabajadores y la clase obrera se den cuenta de que la situación histórica que los parió a ellos, la situación histórica que los habilitó a crear y dominar una nación, vuelve ahora con creces contra ellos…”.

La situación a inicios de la década de 1800 a nivel internacional, estaba signada por el advenimiento de una nueva clase dominante, la burguesía, que desde Europa, buscaba expandir y consolidar su poder político y económico. Tal estado de cosas provocaba distintos movimientos: guerras, ocupaciones, etc. La invasión de la Francia napoleónica a la España monárquica, la independencia de las colonias norteamericanas de Inglaterra, la revolución de los esclavos en Haití y procesos como el de mayo de 1810 en nuestro territorio, en donde las clases criollas buscaban alejarse de la corona española para cobijar sus intereses a la sombra de Inglaterra. Es decir, la situación mundial era de expansión del joven capitalismo. El momento actual, por el contrario, está signado por la más grande crisis económica del capitalismo desde el crack financiero de 1929. Un capitalismo decrépito que siente crujir su columna vertebral: los países centrales imperialistas.

Una caprichosa analogía

Pero aquí no terminan los dislates del señor Altamira. En su afán por explicar la similitud de los procesos históricos hace una amalgama de roles y actores sociales. Altamira, por ejemplo, hace una analogía –y así lo dice– que es incorrecta; confunde lo que fue una verdadera revolución en Haití, donde los esclavos negros tomaron el poder, con la resistencia a las invasiones inglesas en Buenos Aires que no perseguía entronizar a ningún sector explotado en el poder.

A la hora de plantear las tareas actuales en nuestro país, Altamira nos dice que los explotados van a derrocar a la burguesía argentina, “como en su momento los patriotas derrocaron al virrey y al sistema colonial” para instaurar “en lugar de un régimen de explotación, un régimen de sujeción y un régimen de humillación, un gobierno de los trabajadores y una sociedad socialista”. Como ya lo hemos dicho, a los “patriotas” de los que habla Altamira no les interesaba una real independencia nacional, sino conseguir mejores condiciones para desarrollar sus intereses, cuando por el contrario la tarea de construir una sociedad socialista, tarea estratégica de los trabajadores, tiene en la proa la lucha por la independencia política de la clase obrera como condición fundamental para afrontar las tareas de liberación nacional y social.

El máximo dirigente de PO nos dice en su discurso: “Argentina a vos te parieron dos levantamientos populares que se destacaron por la heroicidad, por el vigor de las masas explotadas y por la cobardía, la pusilanimidad, la mediocridad y la traición de las clases dominantes, que huyeron ante la invasión y los que se quedaron colaborando con los invasores. Este clase que nos gobierna tiene su bautismo de nacimiento en la colaboración política con la humillación del territorio nacional por parte de Inglaterra, éstos: Arcor, Nestlé, como decía Pitrola, Terrabusi, todos estos son el producto de la traición a los intereses nacionales”. Esta cita extensa que tomamos define la confusión política del discursante. Una cuestión primera es que Altamira, al igual que otras organizaciones de izquierda nos quieren vender el mito de la “participación popular”(1).

No hubo levantamientos populares generalizados en las jornadas de mayo de 1810 y durante la resistencia a las invasiones inglesas. Pero lo más serio es su argumento alrededor de la supuesta perfidia y “la traición y la colaboración de las clases dirigentes” para que los ingleses humillaran el territorio nacional. Lo cual –siempre según Altamira– tendría como producto a las actuales patronales de Arcor, Nestlé y Terrabusi, entre otras. La burguesía nacional, ayer y hoy, lo que nunca traicionó fueron sus intereses de clase. ¿O Altamira piensa que las clases dominantes podían defender los “intereses nacionales” poniendo en riesgo sus ganancias enfrentando a las potencias imperialistas? Nunca dudaron, en este sentido, en colgarse de las faldas de los monopolios y las multinacionales, promoviendo gobiernos entreguistas, verdaderos felpudos del imperialismo. Nuestro diestro orador luego concluye: “Entonces el 25 de mayo de 1810 es la clase de los estancieros y de la clase de los comerciantes que usufructúan el levantamiento popular como ha ocurrido tantas veces”, volviendo al mito de los levantamientos populares.

Un ingenioso descubrimiento tan falaz como estéril

Hacia el final de su discurso plantea “poner el patriotismo al servicio de la revolución”. Y en una nueva martingala lingüística nos dice que “tenemos que apropiarnos de la Argentina expulsando al capitalismo y llevando al poder a los trabajadores. Este es el patriotismo que reivindica el Partido Obrero”.

Si hablamos de patriotismo es bueno recordar a Trotsky refiriéndose a la cuestión en momento de cumplirse 90 años del Manifiesto Comunista: “12º- ‘Los trabajadores no tienen patria’ estas palabras del Manifiesto han sido evaluadas más de una vez por filisteos como un escarnio agitativo. En realidad proveyeron al proletariado con la única instrucción imaginable en el problema de la ‘patria’ capitalista.” (2)

En momentos en que la burguesía y el gobierno kichnerista aprovechan el Bicentenario para diluir las contradicciones entre las clases y tratan de insuflar el pecho de los obreros de un reaccionario “patriotismo” de conciliación de clases, debemos decirles a éstos que no hay “patria obrera” ni “patria revolucionaria”, que las tareas “nacionales” por acabar con la dependencia del país del imperialismo -en un país semicolonial como el nuestro- solo pueden ser parte de una misma y única lucha comandada por la clase obrera para terminar con el imperialismo y la burguesía en nuestro país, Latinoamérica y el mundo como un todo. La palabrería de Altamira no hace más que aportar confusión a la conciencia política de los obreros (3). “Poner el patriotismo al servicio de la revolución”, en la etapa actual, es una frase realmente indigna e impropia de quien se dice dirigente revolucionario.

Ahora bien, a esta altura del discurso, la combinación entre la verborragia altamirista y su alquimia conceptual engendran un novedoso descubrimiento: el gen histórico de los obreros.

Según su discurso la burguesía no puede “avivar a los obreros de ahora. No hay que decirle al obrero argentino, no hay que decirle que él lleva en su gen, que no es un gen biológico, que él lleva en su gen nacional, en su gen histórico los elementos para orientarlo hacia la revolución socialista y hacia el gobierno de los explotados”. Para Altamira estos elementos que orientarán, entre otras cosas, a los obreros hacia la revolución, son las acciones de Mariano Moreno y los “patriotas” de mayo de 1810.

En cuanto al famoso gen nacional del obrero argentino y más allá de las disquisiciones seudo-cientificistas expuestas, decimos con claridad que la clase obrera tiene, a través de varias generaciones, experiencias propias de grandes luchas como la Semana Trágica de enero de 1919, la huelga general del 7 y 8 de enero de 1936, la Resistencia Peronista en la década del 50, el Cordobazo de mayo de 1969, las luchas con ocupaciones de fábricas de los años 70, el Rodrigazo de 1975 y la heroica resistencia a la dictadura genocida de Videla. ¡El microscopio político de Altamira descubre genes impensados pero es inútil y estrecho para abarcar la tradición de lucha de la clase obrera en nuestro país! Y esta tradición debe ser recuperada por la nueva generación de trabajadores. Porque la burguesía de lo que se ha preocupado es de borrarla de la memoria de la clase obrera. Liquidando una generación de luchadores y poniendo por delante de las narices de los trabajadores los valores de la “patria” y los “intereses nacionales” mientras sigue pagando la deuda externa a los pulpos internacionales y abre las puertas para que rapiñen los recursos naturales del país.

En este sentido las parrafadas que provienen del púlpito altamirista con sus invocaciones patrioteriles, lejos de marcar a fuego las verdaderas intenciones burguesas, revelan un acentuado populismo oportunista a la hora de orientar las tareas estratégicas de la clase obrera y no hacen más que sembrar confusión en las filas de su vanguardia.


Notas:

1- En SoB nº 177 del 27/05/10 citamos al dirigente Otto Vargas del Partido Comunista Revolucionario: “la revolución de 1810 no fue simplemente el producto de la acción de una élite cívico militar. Como en toda verdadera revolución, que enfrenta un poder constituido, hubo sí una minoría organizada en forma conspirativa en el llamado Partido de la Independencia, hubo también rebelión de una parte de las fuerzas militares, inspirada por esa minoría, y sobre la base del alzamiento popular generalizado. La derrota de las invasiones inglesas de 1806 y 1807, en la que jugó un papel decisivo el pueblo de Buenos Aires en cuyas milicias participaron también mujeres y negros, y las nuevas fuerzas militares creadas en el curso de la defensa y lideradas por criollos, estimularon la agitación política y militar, y la organización clandestina de los sectores patriotas.”

2- León Trotsky. Escritos. Tomo IX. 1937-1938.

3- En el diario Página12 del 25 de mayo, salió una encuesta de 10 preguntas a distintos dirigentes políticos. Al preguntar qué “Marcha y canción preferida”, mientras Giustiniani del PS se inclinó por la Internacional, Altamira en su “patriotismo” eligió El Himno Nacional...