Socialismo o Barbarie, periódico Nº 165, 04/12/09
 

 

 

 

 

 

Honduras: Pepe Lobo ganó pero su legitimidad quedó cuestionada

El 65% dijo no a los golpistas

“La abstención se situó entre el 65 y el 70%. Está clarísimo que hay un rechazo a la legitimación del golpe, el pueblo ha dado un golpe al golpe de Estado... La abstención llegó hasta el 80% en zonas como San Pedro Sula. La prolongación de más de una hora no fue porque estuvieran llenas las filas en los colegios, sino porque estaban desesperados porque la gente fuese a votar”(RDH-HN, 01-12-09).

El pasado domingo 29 se realizaron las elecciones en Honduras. El régimen gorila salió a decir que la participación habría llegado en torno “al 62% del padrón”... Sin embargo, la propia compañía contratada por el Tribunal Supremo Electoral de los golpistas para organizar el escrutinio (“Hagamos Democracia”) informó una asistencia del 47%”... Esto sólo se puede calificar de fraude masivo.

Porque la realidad es que la participación siquiera llegó a esa cifra: lo que se vivió fue una jornada donde el rechazo fue de masas: mayormente los centros electorales lucieron, literalmente, “desiertos”[1].

Según nuestros compañeros del PST H, la verdad es que la abstención alcanzó una cifra en torno al 65% del padrón. Incluso hubo regiones de gran tradición de lucha –como El Progreso, ex sede del Consejo General de Huelga de los sindicatos bananeros en 1954– donde la abstención habría alcanzado la friolera del 80%.

En estas condiciones, lo que el régimen golpista busca jugar a su favor es el hecho cierto de que el rechazo fue más bien pasivo amén del abierto apoyo del gobierno de Barack Obama que presentó la elección como “un paso adelante”.

Sin embargo, siempre tiene alguna consecuencia esconder la tierra bajo la alfombra. Es decir, el régimen golpista logró que las elecciones se llevaran adelante en un clima general de “tranquilidad”. oero la legitimidad de Pepe Lobo quedó muy cuestionada en la medida que la participación fue realmente baja.

La composición de la abstención

Tres componentes principales tuvo el pueblo “abstencionista”. En primer lugar, es un hecho que la abstención viene siendo importante en Honduras desde hace años[2]. Este es, en todo caso, un reflejo pasivo (y a la vez “despolitizado”) de que algo en el régimen hondureño de democracia de ricos nunca anduvo bien.

El Congreso le dice no a Zelaya

Pocos días después de las elecciones ocurrió lo que ya se sabía: el Congreso se reunió solo para rechazar masivamente la reinstalación de Mel Zelaya. Desde estas páginas ya hemos ido analizando pormenorizadamente la bajísima estatura de Zelaya incluso como dirigente burgués. Estaba claro desde un principio que el famoso acuerdo “Gaymuras-San José” era una mera mascarada para llegar a las elecciones y vender la cosa internacionalmente; un poco como para cubrirle la retaguardia a Obama. Un acuerdo cuyos “cartuchos” solo se pretendía que sirvieran para engañar, confundir y desmovilizar aún más a una resistencia que ya venía en baja dadas las continuas “agachadas” de Zelaya.

Sin embargo, no siempre se puede “maniobrar” a la historia. Es decir, aunque la Resistencia esté en un “bajón” profundo, la carencia de legitimidad real de Pepe Lobo, en algún momento se va a “cobrar la cuenta”...

Es que, en realidad, el régimen fue montado en las condiciones donde Honduras, en la década de los ‘80, fue el “portaviones insumergible” de los yanquis para sostener la lucha contrainsurgente en Nicaragua. Que un régimen armado hasta los dientes adquiera el mote de “democracia” al tiempo que es una plataforma para invadir un país que vive una revolución. Y que, al mismo tiempo, lleve adelante una represión “quirúrgica” que hace desaparecer a 150 de los mejores luchadores del país, es evidente que alguna “falla” de origen debe tener...

Y ni hablar cuando nos referimos a Honduras, la llamada “República bananera”, dónde la dominación burguesa tuvo siempre tantos componentes “oligárquicos” y de exclusión política y social.

El segundo componente lo constituyó la vanguardia de masas de la Resistencia. Está claro que si bien el “melismo” nunca fue consecuente con su llamado al “boicot” y que la dirección del Frente Nacional de la Resistencia no fue capaz de organizar un rechazo activo digno de tal nombre, la mayor parte de la base popular de la resistencia no fue a votar.

Esto es lógico porque las elecciones terminaron siendo vistas masivamente, y sobre todo por los sectores más activos de la resistencia, como lo que fueron: un burdo operativo de legitimación de los golpistas.

Pero, a la vez, se destacó un tercer componente entre los “abstencionistas”. Este lo constituyeron parte fundamental de la base social del Partido Liberal (que tiene rasgos que lo asemejan al PJ de la Argentina). Estos, asqueados por el comportamiento de dirigentes como el mismo Micheletti y Elvin Santos (candidato presidencial del PL y ex vicepresidente de Zelaya), los rechazaron por la vía de una masiva abstención.  Por esta razón, los liberales perdieron por lejos con Pepe Lobo del Partido Nacional. E, incluso, peligran quedar muy en minoría en el parlamento golpista[3].

Es el momento de poner en pie un polo de independencia de clase

Un párrafo aparte merece el Partido Unificación Democrática de Cesar Han. No contento con presentarse a las elecciones fraudulentas de los gorilas, llegó a declarar que las elecciones eran una “fiesta cívica”: “Estas elecciones son una fiesta cívica. A todos los que hemos estado en la resistencia, les digo que necesitamos tener mayoría de diputados y alcaldías desde donde podamos impulsar el proyecto de una Asamblea Constituyente para lanzar reformas sociales en Honduras”[4].

Pero este vergonzoso comportamiento se cobró su respuesta. Evidentemente nadie vio en la participación en estas elecciones fraudulentas y legitimadoras de los golpistas un “canal” para “impulsar el proyecto de una Asamblea Constituyente”... Unificación Democrática no llegó a alcanzar el 2% de los votos, la más baja participación electoral de su historia. Y el clima interno es que diversos sectores están de alguna manera planteándose otra perspectiva rompiendo por izquierda con esta formación traidora.

En esas condiciones, desde el Frente Nacional de Resistencia se está montando toda una ofensiva contra la Coordinadora Nacional y la Independiente.

Juan Barahona, uno de los principales dirigentes “melistas” del Frente Nacional acaba de plantear dos cosas. Por un lado, que la Coordinadora (que se está reactivando) debería “disolverse”. Está clarísimo que lo que se busca con esto es que no haya ningún sector del movimiento de masas hondureño que mantenga su independencia de todo sector burgués.

Para completar la “obra” en el plano digamos “político” su segundo planteo es que a partir de ahora se debería conformar un “nuevo partido” con la confluencia de los sectores liberales descontentos y/o “melistas”, las rupturas de la UD disolviéndose a tal efecto el espacio de la Independiente.

Desde los compañeros del PST H (apoyados por la corriente SoB) la posición es evidentemente la opuesta.

Por un lado, más que nunca, hay que “reflotar” la Coordinadora Nacional mas aún cuando se ha demostrado palmariamente la bancarrota del “melismo” que ni siquiera logró su reinstalación entregando todas las reivindicaciones de la lucha. Pero incluso independientemente de esto, siempre el Frente Nacional tuvo la estrategia –cual abrazo del oso– de operar para que no hubiera en el país una expresión organizativa de lucha independiente de los explotados y oprimidos.

Por otra parte, la discusión al interior de la Independiente es justamente la opuesta a la que plantea Barahona: es un momento histórico quizás único donde con el prestigio ganado de haber sido el único sector que no se prestó al circo electoral de los golpistas se tiene la autoridad de llamar a un reagrupamiento independiente y de clase a su alrededor.

Esto se apoya en elementos que venían de antes del golpe y que el mismo golpe, evidentemente, se han potenciado. Porque el rechazo al tradicional bipartidismo burgués del país es muy sentido (este elemento también hace al componente abstencionista), Y, precisamente, desde un ángulo de clase, la candidatura independiente pretendía venir a resolver este problema.

De lo que se trata ahora es de dar un paso adelante: nuclear en torno a un perfil de clase a sectores representativos de los explotados y oprimidos pero excluyendo cualquier representación política burguesa tal cual los Liberales en desgracia. Esto debería tomar la forma no de una estructura meramente electoral sino algo así como un movimiento político de los trabajadores.

Las perspectivas de aquí en más

“Lo de Honduras es una vergüenza, lo de Honduras es bochornoso, y es bochornoso lo que ha sucedido en EEUU con el gobierno de Obama, sobre las expectativas que Obama había despertado, que están siendo defraudadas en América Latina y el mundo entero” (Reportaje a Eduardo Galeano hecho por Telesur).

Pocos días después de las elecciones ocurrió lo que ya se sabía: el congreso se reunió para rechazar masivamente la reinstalación de Mel Zelaya.

Desde estas páginas hemos ido analizando pormenorizadamente la bajísima estatura de Zelaya, incluso como dirigente burgués. Estaba claro desde un principio que el famoso acuerdo “Guaymuras –San José–“ era una mera mascarada para llegar a las elecciones y vender la cosa internacionalmente: un poco como para cubrirle la retaguardia a Obama. Un acuerdo cuyos “cartuchos” sólo se pretendía que sirvieran para engañar, confundir y desmovilizar aún más a una resistencia que ya venía en baja dadas las continuas agachadas de Zelaya.

En este sentido el “acuerdo” cumplió cabalmente su papel, más allá de los manotazos del gorila Micheletti, en su impunidad y torpeza, evidentemente fueran difíciles de vender más allá de las fronteras de la propia Honduras.

Sin embargo, no siempre se puede maniobrar a la historia. Es decir, aunque la resistencia esté en un bajón profundo la carencia de legitimidad de Pepe Lobos es un hierro candente llamado a tener las más diversas consecuencias. En todo caso la tarea inmediata es reagrupar fuerzas desde la izquierda independiente, preparándose para las nuevas y agudas crisis que están por llegar.


[1] Al parecer, sólo en aquellos lugares donde el Partido Nacional movilizó su aparato electoral esto fue distinto.

[2] Fue del 21.46% en 1981, 15.95% en 1985, 24.09% en 1989, 35.19% en 1993, el 28% en 1997, el 33.73% en 2001 y el 44.62% en 2005.

[3] Esta es la razón por la cual en estos momentos se ha puesto en marcha –a todo trapo– una negociación tras bambalinas auspiciada por el gobierno de los EEUU para “dibujar” un reparto de la representación en el Congreso más “equilibrado” que incluso contemplaría las necesidades de la pata legitimadora por la “izquierda” de las elecciones: el Partido Unificación Democrática.

[4] RDS-HN, 01-11-09.