La
responsabilidad de la “izquierda” del régimen
Es necesaria una alternativa obrera y
verdaderamente
socialista
Por
Claudio Testa
Esta
avalancha reaccionaria hubiese parecido inconcebible poco
tiempo atrás. Basta recordar las inmensas movilizaciones de
julio de 2001 durante la reunión del G-8, también con
Berlusconi en el gobierno, cuando fue asesinado el joven
Carlo Giuliani
en Génova. Desde allí, hubo no sólo grandes despliegues
del llamado “movimiento antiglobalización”, sino también
importantes luchas del movimiento obrero. Esto fue llevando
a un desgaste creciente de Berlusconi y las fuerzas de
derecha, que finalmente perdieron el gobierno en mayo del
2006.
La responsabilidad de su regreso
triunfal dos años después recae totalmente sobre la
“izquierda” del régimen. El gobierno de
“centroizquierda”, presidido por Romano Prodi y apoyado
incondicionalmente por Rifondazione
Comunista, se ganó el repudio de amplios sectores obreros y
populares. Es que el capitalismo italiano viene en un
curso de crisis y decadencia que Prodi y sus lacayos
pseudo “comunistas” hicieron pagar a las masas
trabajadoras con la profundización de las medidas
neoliberales. La situación obrera la sintetiza
bien el titular de un diario italiano del mes pasado: “Sin
puestos de trabajo y con el salario por el suelo”.
Esta
traición de la “sinistra” produjo una inmensa
confusión en las masas obreras y una grave
desmoralización de la vanguardia que había encabezado
las luchas de los primeros años del siglo XXI.
Mientras tanto, la derecha fue
convenciendo a muchos trabajadores desilusionados,
que tradicionalmente votaban a la izquierda, de que
si no hay empleos y el salario está por el suelo, la
culpa la tienen los inmigrantes, que además son
delincuentes.
Así, la Lega Nord logró en las
pasadas elecciones de abril el apoyo de una importante
franja de trabajadores. Este éxito llevó a Humberto Bossi
a jactarse de que la Lega es “el nuevo partido de la
clase obrera”. Otros sectores que tradicionalmente
votaban a la “sinistra” prefirieron abstenerse. El
“voto castigo” golpeó especialmente a los renegados de Rifondazione
y su “Coalición Arcoiris”, que por primera vez en la
historia quedaron fuera del parlamento.
Como vemos, lo de Italia presenta
contornos más sombríos que otros triunfos
electorales de la derecha europea. Sin embargo, también sería
un error sobredimensionarlos, algo que es utilizado
frecuentemente como chantaje para que la gente apoye al
“mal menor”; en este caso, al Partido Demócrata de
Walter Veltroni, cuyo programa y política sólo se
diferencian en los modales de los de Berlusconi. Basta
recordar que fue Veltroni el iniciador de las razzias
anti-inmigrantes cuando era alcalde de Roma.
Berlusconi no oculta que la
ofensiva antiinmigrante no es más que el punto de
partida de su “Revolución Conservadora”. La gran ópera
del Cavaliere está aún en su obertura. Lo decisivo
es si en los siguientes actos, cuando se levante el telón,
logra arrasar con lo que queda de las conquistas económicas,
sociales y políticas que el proletariado italiano logró en
la posguerra. La infame campaña racista tiene como propósito
desarmar y dividir a los trabajadores para esas batallas
decisivas.
En
esa perspectiva, está claro que todas las variantes de la
“izquierda” del régimen –desde el rosado Partido Demócrata
hasta los “rojos” de Rifondazione– sólo han servido
para pavimentar
el regreso al gobierno de Berlusconi y sus (no tan) “ex”
fascistas.
Por
eso, será decisivo que, de la resistencia que opongan los
trabajadores, los estudiantes, los inmigrantes y todos los
sectores populares, surja
una alternativa política obrera y verdaderamente socialista.
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