Socialismo o Barbarie, periódico Nº 116, 13/12/07
 

 

 

 

 

 

Protestas obreras en Francia, Gran Bretaña, Italia, Alemania y Rusia

Algo está pasando en Europa

Por Claudio Testa

Durante el 2007, y especialmente en los últimos meses, comienza a notarse en Europa un fenómeno sugestivamente silenciado por los medios: la vuelta a escena de la clase obrera y trabajadora.

Sólo las huelgas de Francia, porque paralizaron durante más de una semana el país, merecieron cierta difusión. Pero el hecho es que, sin llegar a esas dimensiones, en varios de los países más importantes de Europa se han venido desarrollando significativas movilizaciones, protestas y huelgas.

En Gran Bretaña se desarrolló una importante huelga del correo y otras luchas menores, en Italia se dieron grandes movilizaciones contra las “reformas” antiobreras del gobierno de “izquierda”, Alemania fue escenario de paros insólitos en los ferrocarriles y otros sectores y, por último, en Rusia (donde el desastre del stalinismo había dejado un “agujero negro” en la conciencia de clase y la lucha de los trabajadores), bastiones fundamentales del proletariado industrial, como las automotrices, han desarrollado duras luchas.

Por supuesto, los rasgos de estas luchas varían mucho. Sin embargo, hay algunos más o menos comunes: 1) las encabeza una nueva generación obrera y de activistas; 2) los viejos burócratas y sus organismos quedan descolocados y hasta desbordados; 3) hay un funcionamiento cualitativamente más democrático, con la tendencia a nuevos organismos, otros sindicatos, etc.; 4) aunque estas luchas tienen una importancia política trascendental, son aún mucho más débiles o inexistentes las alternativas políticas independientes.

Las huelgas de este año en Rusia son una ilustración viva de este nuevo fenómeno y sus rasgos. Son las primeras desde que subió Putin. Ha habido conflictos en muchos sectores: portuarios, correo, acerías, varias automotrices (como la Avtovaz, de 100.000 obreros) y otros.

Un cronista de la última y más importante huelga, la de la planta de Ford de 2.000 obreros en Vsevolojsk, cercana a San Petersburgo, que estalló el 20 de noviembre, pinta así la cosa:

“La patronal reaccionó prohibiendo a los trabajadores la entrada a la fábrica y llamó a los OMONs [brutal policía militarizada de Putin] para bloquear la entrada. Desde entonces, cada día se reúnen en la puerta cientos de trabajadores que, en una asamblea permanente, no dejan entrar a ningún carnero.

“Con estallidos de entusiasmo, bailan y cantan. Los empleados de la cantina, también en huelga, distribuyen té y sandwiches. Hay una atmósfera de euforia, al sentirse juntos luchando otra vez por sus derechos [En febrero había habido otra huelga, victoriosa]. La principal demanda es el nivel de salarios...

“La huelga ha atraído mucha atención en toda Rusia, lo que está relacionado a los masivos movimientos de huelgas en Francia y otros países de Europa. Así, se puede oír a los trabajadores cantando: «Francia mostró el camino, ¡hurra!»

“Ha pegado sobre la opinión pública y aun sobre la tradicional confederación sindical FNPR que siempre ha sido hostil a conflictos abiertos... Llegan mensajes de apoyo de sindicatos y colectivos de otros empresas de todo el país. En San Petersburgo y Moscú se han organizado piquetes de solidaridad...

“El caso de los «fordistas» es ejemplar para toda Rusia. Se trata de un joven sindicato que dejó la vieja confederación FNPR hace dos años, continuó trabajando en la base para hacer entender a los obreros que el sindicato son todos ellos y no una agencia de servicios en complicidad con la gerencia. Hicieron una ofensiva estratégica por la unidad sindical: a iniciativa del comité sindical de la Ford fue formado este verano el Sindicato Interregional de los Obreros del Automóvil, reuniendo sindicatos independientes de varias grandes empresas, en especial de la fábrica Lada en Togliattigrado [donde hubo una huelga salvajemente reprimida en agosto] y la Renault en Moscú. Es un caso ejemplar de sindicato combativo, apoyado por la mayoría de los trabajadores...

“Entonces, un viento de luchas obreras ha comenzado a soplar en Rusia. Incluso si sus dimensiones son menores comparadas con las huelgas de Francia, la radicalidad de este cambio debe ser puesta en el contexto ruso, donde las huelgas prácticamente habían desaparecido... Hay un cambio en las mentalidades, en la concepción de lo que debe ser un sindicato, en la práctica de la solidaridad.

“Hay también un cambio generacional. Han ingresado al trabajo muchos jóvenes obreros que se rehúsan a vender barata su fuerza de trabajo, exigen un reconocimiento justo de sus calificaciones y están menos impregnados con las tradicionales actitudes paternalistas en relación  a los gerentes y los sindicatos.

“Estos cambios también están relacionados a la evolución de las condiciones económico-sociales. Hay un crecimiento económico estable, un alza de las ganancias de las empresas y una inflación galopante: estos factores están acumulando un descontento creciente”. [1]


Nota:

1. Citas de Carine Clément, “Strike At Ford-Vsevolojsk”, International Viewpoint, December 2007