Socialismo o Barbarie, periódico Nº 116, 13/12/07
 

 

 

 

 

 

Declaración de la Corriente internacional Socialismo o Barbarie y del PST de Costa Rica ante el triunfo del “NO” en Venezuela

¿Por qué perdió Chávez?

El triunfo del NO en Venezuela es uno de los temas más candentes y que más se debaten en la izquierda revolucionria a nivel regional e inclusive mundial. Presentamos esta declaración que es parte del relacionamiento  con los compañeros costarricenses y que muestra el grado de acuerdos alcanzados ante uno de los hechos que más polémica  ha desatado entre los luchadores

A altas horas de la noche del domingo 3, Chávez reconoció su derrota en el Referéndum Constitucional. La noticia está siendo comentada con sorpresa no sólo entre los medios de comunicación nacionales e internacionales, sino también entre amplios sectores populares.

En contra de todas las expectativas, inclusive del imperialismo, Chávez perdió por primera vez una de las doce elecciones en las que ha corrido. Esto es un verdadero terremoto político.

Se ha abierto, por eso, un gran debate sobre el futuro del proceso político de Venezuela. Esta discusión se extiende hoy en todo el espectro político, tanto de la burguesía y la derecha, como de las corrientes  izquierda, sean reformistas o socialistas revolucionarias.

En el campo de las corrientes que nos reclamamos de la clase trabajadora y el socialismo, llevar adelante profunda y seriamente este debate es una importancia trascendental.

Sin embargo, la primera derrota electoral de Chávez desde que fue electo como presidente (en el año 1998), no debería sorprender tanto. Desde hace semanas y semanas se venía comentando que la propuesta de reforma constitucional no solo era rechazada por los “escuálidos” (es decir, la recalcitrante oposición de derecha, burguesa y pro–yanqui), sino que –por razones muy distintas– tampoco lograba los “fervores” habituales entre amplios sectores populares y de trabajadores que venían apoyando desde hace una década a Chávez.

El aumento de la abstención

Perdió, precisamente por ese cambio en los sentimientos de buena parte de su base social popular y de trabajadores.

Lo que inclinó la balanza electoral hacia el triunfo del NO, no fue el aumento de los votos de la oposición de derecha, sino los tres millones de votos que Chávez perdió en relación a la elección presidencial del año pasado.

En efecto, el NO auspiciado por la derecha escuálida obtuvo unos 4.300.000 votos, que es prácticamente lo mismo que logró el año pasado su candidato presidencial, Manuel Rosales. ¡La derecha casi no aumentó un solo voto!

En cambio, Chávez, después de lograr 7.300.000 votos el año pasado, bajó en este referéndum a 4.300.000. ¿Adónde fueron esos tres millones de votos de trabajadores y sectores populares que siempre habían apoyado a Chávez? A la abstención (y un pequeño porcentaje al voto nulo).

En síntesis: tres millones de electores que el 2 de diciembre del 2006 habían votado por Chávez, el día de ayer prefirieron quedarse en sus casas. Lo que inclinó la balanza electoral, fue esa enorme abstención entre amplísimos sectores populares que llegó a más del 40%.

¿Por qué sucedió esto?

A lo largo de los últimos meses, se fueron potenciando varios hechos que llevaron a este resultado. Por un lado, fue creciendo una polarización desde la derecha, que en los últimos tiempos pudo aprovechar la movilización opositora de sectores estudiantiles de la Universidad Central de Venezuela.

Sin embargo, junto a estos hechos, muy inflados con bombos y platillos por los medios imperialistas, se desarrollaba un proceso menos ruidoso pero más profundo e importante: una creciente disconformidad, malestar y apatía entre las bases mismas del “chavismo”, especialmente en la clase trabajadora.

Chávez llegó al gobierno en medio de una catástrofe social de hambre y desempleo, producto combinado de años de neoliberalismo, precios miserables del petróleo y de descontrolado saqueo burgués e imperialista.

Chávez hizo frente a esa situación con un asistencialismo a gran escala –inmensos planes de asistencia social, llamados “misiones”–. La suba fenomenal de los precios de petróleo (de casi diez veces en estos años) le permitió sostener esto.

Pero, al mismo tiempo, pese a toda la verborrea acerca del “socialismo del siglo XXI”, el régimen de Chávez no ha llevado adelante ningún cambio estructural, de fondo de la economía y la sociedad venezolanas. Sigue en pié la “Venezuela saudita” de siempre, que vive casi exclusivamente de la renta petrolera, con una miserable lumpen–burguesía que se sigue llenando los bolsillos, y que tiene que importar la mayor parte de los artículos de consumo. Así, no se han desarrollado sectores productivos que permitan solucionar el problema social Nº 1: el abrumador desempleo, subempleo y precarización del trabajo. Es que, para lograr esto, habría que pasar de los discursos sobre el “socialismo del siglo XXI” al ataque real de la propiedad privada capitalista... que Chávez jamás pretendió cuestionar.

Durante todo un período, el asistencialismo a gran escala pudo satisfacer a muchos, especialmente a los sectores más pobres. Pero después de años y años, esos paliativos empiezan a ser insuficientes porque al mismo tiempo, visiblemente, no se solucionan los problemas fundamentales, comenzando por el desempleo, y siguiendo por el trabajo precario, los salarios de hambre, la esclavitud laboral, la vivienda miserable, la desintegración social que implica una masa de población transformada en buhoneros (vendedores callejeros), para no hablar del fenómeno masivo de la delincuencia que afecta especialmente a la juventud, en gran parte sin trabajo... y sin la menor esperanza de conseguirlo.

Por supuesto, Chávez no creó esta situación, pero tampoco la soluciona porque no hace ninguna transformación estructural de fondo, que sería necesariamente anticapitalista... y que simultáneamente también cuestionaría las bases mismas del Estado venezolano... que sigue siendo burgués aunque lo pinten de rojo “rojito”...

Dicho de otro modo: millones que creyeron en Chávez y lo apoyaron, han comenzado a chocar con los límites del asistencialismo, que puede ser un “calmante” temporal pero no una cura definitiva a esos gravísimos problemas sociales.

A eso se fueron añadiendo otras cuestiones no menores, que han ido contribuyendo al malestar y la apatía en las bases chavistas. Mencionemos dos de ellos: los reiterados ataques a los sectores del movimiento obrero que no se someten incondicionalmente a los dictados del gobierno y la desmoralización que produce la visible y generalizada corrupción.

Durante este año se multiplicaron las agresiones del gobierno a todo un sector de dirigentes y activistas obreros que estuvieron a la cabeza de la defensa de Chávez cuando el golpe de abril de 2002 y luego durante el paro patronal de diciembre. Explícitamente, Chávez se ha pronunciado contra la autonomía de los sindicatos frente al estado. Pretende estatizarlos por completo. Esto lo ha llevado a chocar con un amplio sector de activistas obreros, que hasta hace poco eran sus más incondicionales y fervorosos partidarios. Ellos fueron los que liquidaron a la vieja burocracia sindical venezolana e intentaron construir una nueva central clasista –la UNT (Unión Nacional de Trabajadores)–. El veto y sobre todo las agresiones del gobierno a este movimiento, le enajenaron a Chávez el apoyo de sectores fundamentales de la vanguardia obrera.

Aunque esta orientación antiobrera no llega directamente a las grandes masas populares, indirectamente ha privado al gobierno del anterior sostén de una vanguardia obrera muy combativa, cuya actividad era un fuerte “multiplicador” de la influencia de Chávez y de la posibilidad de movilizar sectores de base muchos más amplios.

Asimismo, la corrupción –que fue la enfermedad inevitable de todos los regímenes nacional–populistas del siglo XX– está afectando fuertemente al chavismo. Además del enriquecimiento notorio de los llamados “boliburgueses”, se ha estructurado todo un sistema clientelista y prebendario. Y esto –insistimos– es también imposible de solucionar en los marcos del capitalismo, de un sistema social que hace de la acumulación individual, la ley Nº 1, y que el chavismo alienta con su concepción de los supuestos empresarios “socialistas” (que explotan a los trabajadores y saquean al estado–petrolero, igual que sus pares “de derecha”).

Esto no puede menos que chocar a millones de seguidores de Chávez, que ven que sus problemas sociales fundamentales –empleo, salario, vivienda– siguen sin solución, mientras los “boliburgueses” y demás capitalistas se siguen enriqueciendo a dos manos.

Todo esto se resume en la ausencia de cambios de fondo, estructurales –cambios que necesitarían, sí o sí, afectar las bases sociales del capitalismo venezolano–. En este Referéndum, sus consecuencias han retornado como un “boomerang” sobre el propio Chávez, expresadas bajo la forma de apatía y desmoralización de amplios sectores populares.

La ausencia de debate democrático

Pero esto no es todo. Hubo un agravante: Chávez trató de impulsar una amplia reforma constitucional sin realizar la correspondiente Asamblea Constituyente.

La Asamblea Constituyente es una institución democrática elemental de la propia democracia burguesa. Aunque Chávez ha hablado mucho de “democracia participativa”, pretendió imponer una nueva Constitución sin siquiera ese mínimo y limitado debate y mecanismo democrático–burgués. [1]

Así, le sirvió en bandeja un argumento fuertísimo a la hipócrita oposición burguesa y pro–yanqui. Estos canallas, que en abril del 2002 impulsaron un golpe militar sangriento y en diciembre del mismo año un paro petrolero y patronal que amenazó con matar de hambre a las masas venezolanas, pudieron ahora presentarse como los campeones de la democracia.

Pero lo peor de todo es la ausencia de genuinas instancias de debate democrático entre los trabajadores y las masas populares. Chávez apela siempre al ultimátum de plebiscitarlo, sin abrir debate alguno en las filas de los explotados y oprimidos. Siempre los pone frente al “Sí o No”, frente al apoyo incondicional.

Pero ahora este mecanismo de chantaje también resultó ser un boomerang. El rechazo al ultimátum del “Sí o No” se expresó en la masiva abstención del domingo pasado.

En estas condiciones, desde la corriente internacional Socialismo o Barbarie, creemos que sentamos una posición correcta con nuestro llamado táctico a la abstención en el Referéndum del 2 de diciembre. [2] De alguna manera, además, esta posición supo detectar ese desplazamiento profundo que se estaba produciendo en las masas obreras y populares venezolanas.

Los que desde la izquierda “revolucionaria” llamaron al Sí, escribieron un nuevo y vergonzoso capítulo de su seguidismo y sometimiento incondicional a esta nueva versión de capitalismo de estado del siglo XXI. Ahora también son copartícipes de la responsabilidad por su derrota.

Y los que llamaron al No desde la izquierda –como hizo el PSTU–LIT–, tienen el triste y ridículo privilegio de quedar “pegados” a la recalcitrante oposición burguesa “escuálida”.

Chávez como organizador de derrotas

Está claro que las consecuencias entre las masas obreras y populares de Venezuela, y de América Latina muy probablemente no dejarán de ser graves. Podría abrirse una coyuntura (no sabemos bien con qué alcances) donde el imperialismo intentará sacar ventaja de este revés político sufrido por Chávez. Y debemos estar listos para enfrentar esto.

Pero, para hacerle frente, lo primero es que los luchadores antiimperialistas, obreros y socialistas tengamos absoluta claridad de que es el propio Chávez quien tiene la entera responsabilidad de lo que ha sucedido.

Una y mil veces en América Latina hemos visto cómo este tipo de direcciones y gobiernos se transforman en organizadores de grandes y/o pequeñas derrotas. Desde el peronismo de Argentina hasta el MNR de Bolivia, desde el Partido de la Revolución Mexicana de Cárdenas (luego PRI) hasta los “militares nacionalistas” de Perú, ésta ha sido la historia de todos los “movimientos nacionales” durante el siglo XX.

Habrá que ver cómo evolucionan los hechos en los próximos días. Pero de lo que podemos estar seguros, es de señalarles al imperialismo, a sus políticos a sueldo y a sus medios de comunicación que no se adelanten tanto a “festejar”.

En Venezuela se ha perdido un Referéndum que no tenía apoyo popular. Pero será otro cantar si se envalentonan para dar nuevos zarpazos golpistas o tratar de imponer medidas antipopulares. Las masas que no apoyaron al incondicional “Sí” chavista, tampoco votaron por el “No” de los escuálidos.

Además, si hay una consecuencia positiva de la derrota chavista, ésta es que –casi inexorablemente– abre el debate en las filas de los explotados y oprimidos “bolivarianos”, lo mismo que podría ayudar a relanzar la lucha por la autonomía de la UNT y por la puesta en pie de un partido o movimiento independiente de los trabajadores, alternativo al proyecto estatista–burgués del PSUV.

Sean cuales fueren las formas que pueda tomar esto, se trata de la cuestión clave para el futuro del proceso revolucionario en Venezuela: superar los limites del nacionalismo burgués chavista, poniendo en pie un movimiento o instrumento político de los trabajadores, independiente del PSUV, el gobierno y del estado. En última instancia, todo depende de la capacidad y la conciencia que tenga la importante vanguardia obrera venezolana, para constituirse, más allá de las luchas puntuales, como una alternativa política a la izquierda de Chavéz y su gobierno.

Las mismas reflexiones valen para toda América Latina. Está en curso un ciclo político originado en las grandes luchas y rebeliones que marcaron el inicio del siglo XXI. Y esto sigue vivo, a pesar de que continúa siendo dirigido por conducciones nacionalistas burguesas o frentepopulistas (como el mismo Chávez o Evo Morales en Bolivia), y de que la mayoría de las veces no tienen aún alternativas a su izquierda, sino que es enfrentado desde la derecha burguesa proyanqui.

Sin embargo, este proceso político continental no deja por eso de seguir lleno de vitalidad... y podría ponerse al “rojo vivo” ante cualquier evento, como podría ser próximamente en Bolivia en torno a la querella por la reforma constitucional.

En todo caso, frente a estos graves problemas y contradicciones, es más que nunca decisivo que, desde la izquierda revolucionaria, levantemos las banderas del auténtico socialismo. El socialismo que no cree que el capitalismo pueda ser “reformado” y / o “humanizado” y que apuesta a la clase obrera como el sujeto central de la transformación de la sociedad.

04/12/07, Corriente internacional Socialismo o Barbarie
Partido Socialista de las y los Trabajadores (PST) de Costa Rica


Notas:

1.– Los mecanismos de plebiscito o referéndum son mecanismos profundamente bonapartistas y antidemocráticos. Por eso los socialistas revolucionarios, desde Marx, siempre los habíamos denunciado y rechazado. Es por eso un escándalo que hoy, especialmente en América Latina, haya marxistas –como Marta Harnecker, algunas corrientes del PSOL de Brasil, “Marea Socialista” de Venezuela y otras– que revindiquen como democráticos esos dispositivos autoritarios y bonapartistas, donde el “pueblo (supuestamente) soberano” no puede en verdad debatir ni decidir realmente nada. Es colocado frente al ultimátum de votar por Sí o por No, a preguntas amañadas que se le formulan desde arriba.

La experiencia dice que en el 99% de los casos, los mecanismos plebiscitarios se vuelven contra los trabajadores y el pueblo. Así, poco antes de esta votación en Venezuela, tuvimos otro desastre: el caso del referéndum sobre el TLC en Costa Rica, que sirvió al imperialismo y la burguesía para infligir una grave derrota al gran movimiento de masas contra el Tratado de Libre de Comercio con EEUU.

2.– Nos parece que el llamado a votar nulo también era tácticamente correcto.