Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 98, 09/03/07
 

 

 

 

 

 

Viaje de Bush: en busca del orden perdido

Repudiemos al genocida imperialista

El 8 de marzo, al aterrizar en Brasil, Bush inició su gira por América Latina. En el lapso de una semana, el fracasado Emperador del Mundo visitará Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México. Los tres últimos destinos no son una sorpresa. El régimen narco-paramilitar de Uribe en Colombia es el más fiel y servil lacayo de EEUU en Sudamérica. Hoy atraviesa una crisis política y Bush no puede hacer menos que ir a sostenerlo. El presidente de Guatemala, por su parte, sólo se diferencia de Uribe en que ha asesinado a menos gente que el colombiano. Pero Guatemala afronta elecciones este año y, con la candidatura de Rigoberta Menchú, podría ser otro país en el que se imponga un gobierno menos incondicional de Washington que el actual. En México, Felipe Calderón, el nuevo presidente nacido del fraude electoral, es otro servidor incondicional que necesita un espaldarazo.

Sin embargo, la importancia política de la gira de Bush no va a estar por supuesto en esos tres países. El centro de gravedad político de su viaje se ubica en el sur; es decir, en Brasil y, secundariamente, Uruguay.

Motivos y objetivos de una gira

Varias causas y propósitos se entrelazan en este viaje. En primer lugar, no se lo puede desvincular del cuadro de crisis política y militar por la que atraviesa la administración Bush. Necesita algo que se parezca a un “éxito” en política exterior, ya que todo lo que llega (Iraq, Afganistán, etc.) son malas noticias.

Además, un amplio sector de la burguesía y los políticos yanquis acusan a Bush de haber “descuidado” a América Latina en pos del sueño de un imperio mundial basado en la conquista de las arenas petroleras del Oriente Medio. Mientras ese sueño se convertía en pesadilla, el “patio trasero” latinoamericano de EEUU se retobaba. Es que no se trata sólo del fracaso de la administración Bush. Este fracaso ha debilitado las “relaciones de fuerza” geopolíticas que el imperialismo yanqui tenía en los 90, por las que lograba que se lo obedeciera sin chistar, en América Latina en primer término.

El caso más “extremo” de este proceso es el de Venezuela. Pero también la constelación de gobiernos “progres” que salpica el mapa latinoamericano es expresión de esa nueva realidad. El último de ellos ha sido el del Ortega en Nicaragua. Y asimismo, México tendría hoy un gobierno de ese tipo si el fraude electoral no lo hubiese evitado a duras penas.

Esta constelación de gobiernos “progres” no es homogénea. La gira de Bush apunta precisamente al “extremo derecho” de ese arco de gobiernos “progres”, para establecer acuerdos económicos y políticos que los mantengan en la redil estadounidense y, sobre todo, que presten su ayuda para “poner en caja” a Chávez. El gran tema político es, en el fondo, cómo volver a “poner orden” en el “patio trasero”. Pero ahora, vista la situación tan diferente a la de los 90, Washington no puede hacerlo golpeando sobre la mesa ni amenazando con los “marines”, sino yendo a negociar...

A partir de esto, hay diferencias entre Lula y Tabaré. Para Lula, Bush va con propuestas económicas relativamente sustanciales y, posiblemente, a nivel político, con la antigua “zanahoria” de Washington para Brasilia, de reconocerla como “potencia regional”, una especie de “subimperialismo”... que gire en la órbita de EEUU. En relación al miserable gobierno del Frente Amplio, la cosa se presenta distinta. Con toda razón, el gobierno estadounidense parece suponer que los servicios de Tabaré y el FA ya están asegurados con algunas monedas de la “caja chica” [ver “El Frente Amplio: un cadáver hediondo”].

Sin embargo, igual que en sus guerras, donde Bush interviene se producen “daños colaterales”. En esta ocasión, los “daños colaterales” ya empiezan a manifestarse en Uruguay, donde la sumisión abyecta de Tabaré ha desatado una crisis política muy progresiva en el Frente Amplio.

Marchamos el 9 a la Embajada yanqui

Al cierre de esta edición ya nos han llegado informes de la importantísima marcha de repudio al genocida Bush que reunió en San Pablo más de 20.000 personas y fue salvajemente reprimida por la policía de Lula y Serra. En Uruguay se espera un repudio aún mayor.

Aunque Bush no pisará Argentina, es necesario expresar también aquí el categórico repudio a su visita. El MAS, junto a otras organizaciones participa en la movilización convocada el viernes 9 en Buenos Aires, que marchará desde Plaza Italia a la Embajada de EEUU.

Asimismo, llamamos a no concurrir al acto de Ferro que preparan el kirchnerismo con la presencia de Chávez, y al cual le hacen de comparsa de “izquierda” corrientes como la CCC, el movimiento piquetero Aníbal Veron, el Partido Comunista y el MST.

Apoyar este acto oficialista implica cerrar los ojos al doble juego que hace el gobierno. Usando a su ala “izquierda”  –Hebe de Bonafini y D’Elía– (y a su comparsa “revolucionaria”) Kirchner organiza un acto para que Chávez hable contra Bush (lo que significa además un buen negocio electoral).

Pero, por otro lado, Kirchner, con el nuevo juicio de la AMIA, alienta la fabricación del pretexto para que Bush y/o Israel bombardeen Irán. Y el gobierno K es también el mismo que junto con Lula y Tabaré ha enviado tropas para ocupar Haití por cuenta de Bush.

En este marco, la política anti-Bush de Chávez otra vez se encauza como una “política de estado”; es decir, no por la movilización independiente de los trabajadores y el pueblo, sino mediante acuerdos con los gobiernos que se asocian a los negocios petroleros con Venezuela, como es el caso de Kirchner.

¡Viernes 9, todos desde Plaza Italia hasta la Embajada de EEUU a repudiar a Bush!

¡Fuera Bush de Iraq y de América Latina!