Dirigentes de las CGTs oficialista y opositora se amontonaron para visitar al Papa desde su designación. Sus relaciones estrechas con las cúpulas eclesiásticas no son recientes. Basta recordar al que fue líder de la central en la época de Alfonsín, Saúl Ubaldini, compartir un palco en el Mercado Central con el papa Juan Pablo II en ocasión de su visita al país en 1987.

Desde los ultraoficialistas (incluyendo al ex espía del Batallón 601 Gerardo Martínez) hasta el pituco y posmoderno dirigente de camioneros e hijo de Hugo Moyano, Pablo, se han encolumnado para visitarlo. ¿Sólo una visita de cortesía?

Amiga de la burocracia, enemiga de los trabajadores

En un reportaje luego de su viaje a Roma, el dirigente Antonio Caló explicó la nueva relación con el Vaticano de este modo:

“–Sin embargo, con la cúpula de la Iglesia, el movimiento obrero ha tenido grandes problemas desde el ’55 a estos días…

–Sí, bueno. Pero se ha modernizado todo. Han cambiado los ejes del gremio y los de la Iglesia. No son las mismas cúpulas de ahora a las del ’55 en ninguno de los dos espacios… En la reunión con el Papa, nos dijo: ‘Si hay dos eslovenos hacen un coro, si hay dos serbios hacen una guerra, si hay dos croatas hacen un parlamento’. Y yo pensé: ‘Si hay dos argentinos hacen una interna’. Y creo que ése fue el mensaje. Pide que nos dejemos de internas y empecemos a trabajar por pacificar el país.” (infonewsur 22/12/13)

Claro que los tiempos han cambiado desde el 55 a esta parte. La Iglesia se alió con el golpe gorila contra Perón porque el movimiento obrero argentino era un peligro para el orden capitalista y había que pararlo. Como lo hizo en las sucesivas asonadas. Ahora brega por la unidad de las cúpulas sindicales para que las cosas no se vayan de madre y contengan a los trabajadores. La burocracia peronista se acurruca tras su sotana para que su bendición la ayude a mantenerse como dueña y señora de la dirección de las organizaciones de los trabajadores y no la muevan de sus sillones los aires de fin de ciclo del gobierno kirchnerista.

Dos “patas” claves del orden capitalista

A los jerarcas sindicales basta verles la cara y escucharlos hablar para darse cuenta de que si fueron trabajadores, fue un episodio lejano en sus vidas y muchos no lo fueron nunca. Llegaron a la cúspide del poder de los sindicatos encaramados con los poderes de turno (sean civiles o intervenciones militares). Pero esa percepción que tiene todo trabajador que los ve por TV se materializa en  una política concreta cuando actúan frente a los verdaderos reclamos y necesidades de los de abajo.

Ese aspecto, que aparece como “sindical”, se relaciona en el terreno político con las distintas corrientes patronales a las que responden los dirigentes. Este correlato con las patronales se ha hecho orgánico: los dirigentes de los grandes sindicatos de la industria responden a sus patronales respectivas. Como consecuencia son soldados de un partido o corriente patronal que son parte del andamiaje del Estado para controlar a los trabajadores.

Y actúan en consecuencia sin ningún tapujo, o con muy pocos. Cuando escuchamos a Barrionuevo, los periodistas no le preguntan por la situación de los trabajadores gastronómicos, sino sobre “¿cómo anduvo la temporada?” “Baja” o “alta” puede decir, porque contesta en base a cuánta guita entró en las cajas de las patronales. En las internas por las candidaturas electorales, pueden apoyar a Scioli, a De Narváez, a Massa o a Ricardo Alfonsín: todos tiran de la misma cuerda.

Son parte indisoluble del sistema capitalista y por eso sus relaciones con las jerarquías eclesiásticas son parte de ese entramado porque la Iglesia sostiene al capitalismo como un caballete sostiene un cuadro.

Sus visitas al Papa son para recibir un espaldarazo. Espaldarazo que no reciben de los trabajadores que los odian cada vez más, pero sí de los poderosos que sostienen el sistema.

Por eso para derrotarlos no es suficiente la pelea sindical, cotidiana, aunque es indispensable. La pelea contra la burocracia es global: en el terreno sindical, político y contra el sistema capitalista.

Es necesario construir y fortalecer herramientas para echarlos no sólo de sus sillones sino derribar las relaciones de poder que los amparan y cobijan. Es la única perspectiva real, aunque ardua, para sacárnoslos de encima.

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