O cuando elteatro se convierte en un hecho político



El Dr Stockmanndescubre que las aguas del balneario de su pueblo están contaminadas, poniendoen riesgo la salud de la población. La denuncia de este hecho lo enfrentará a los poderes de la ciudad, entre ellos la prensa, y hasta a su propio hermano,el alcalde del pueblo. La burguesía y los funcionarios  se muestran sumamente preocupados por las pérdidas económicas en turismo e inversiones que esta denuncia puede ocasionar,y por ello inician una campaña para convertir al Dr Stockmann en el “Enemigo del pueblo”, destruyendo su imagen pública y su posición social e incluso poniendo en riesgo el futuro de su familia. De esta manera, Ibsen denuncia la contraposición entre los intereses económicos de las clases dominantes y los intereses generales, la salud y el bienestar del conjunto de la sociedad. Stockmann descubre que no sólo las aguas del balneario están podridas, sino también toda la clase política, la prensa y la sociedad burguesa.

En el marco del Festival internacional de Teatro, el director alemán Thomas Ostermeier junto a su compañía Schaubühne am Lehniner Platz presentan en el San Martín su versión de “Enemigo del Pueblo”. La obra es una correctísima puesta que combina excelentes actuaciones con un despliegue técnico y escenográfico muy creativo, revitalizando la obra de Ibsen. Pero quizás lo más llamativo de la obra es un interesante recurso de ruptura de la acción dramática que ocurre en el clímax de la historia, dónde se invita al público a intervenir en la conferencia de prensa que da Stockmann para denunciar la putrefacción política social y la contaminación del balneario, convirtiendo la puesta en la puesta en un hecho vivo al límite de lo teatral.

Pero lo que nadie se esperaba, fue la situación verdaderamente memorable del domingo 6 de octubre en el estreno de la obra en Argentina. Una vez expuesto el enérgico discurso de Stockmann a la población, el alcalde interpela al público,preguntándole si están de acuerdo con quienes “defienden el prgreso económico de un pueblo aunque ese avance afecte la salud de los ciudadanos, o si apoyan al único hombre que denuncia la mentira de ese enriquecimiento, aunque implique la quiebra financiera”. La mayoría del público levantó la mano en favor de Stockmann, pero al abrir el micrófono para que el público exprese por qué, inició un acalorado debate que superó las expectativas de los actores. Algunos comenzaron a manifestar sus propias críticas al sistema, denunciando al gobierno de la Ciudad que vacía y privatiza la cultura, haciendo alusiones a la contaminación en el Riachuelo, y hasta un espectador pidió que hable el funcionario que estaba en la sala, Darío Lopérfido, ex secretario de Cultura del gobierno de Dela Rúa y actual director del FIBA.

“Mientrasaumentaba el alarido social, uno levantó la mano y dijo: «Pero acá tenemos un funcionario público ¿por qué no le pedimos que hable?» La referencia era directa hacia Darío Lopérfido (ex secretario de Cultura del gobierno de Dela Rúa). El político tomó el micrófono: «No soy funcionario, lo fui. Ahora soy director del FIBA.» Esas palabras bastaron para que comenzaran los silbidos. Pero Lopérfido siguió: «Voy a responder lo que preguntan los actores. Yo estoy del lado de Stockman (el hombre que denuncia la crisis social). La obra nos dice que los que triunfan son los otros, porque la gente no quiere perder el bienestar económico. Y siempre hay complicidad de la sociedad civil, como nos pasó acá con la dictadura y en Alemania con el nazismo.» Pero la multitud ya no escuchaba, el germen teatral había dado origen a una pequeña histeria colectiva. “<1>

Lopérfidopudo salir de la mala pasada apelando a “volver a lo que preguntan los actores”y responsabilizando a la «sociedad civil», refugiándose en la ficción y los límites del teatro para tapar los cuestionamientos reales que le hacía la gente a él como funcionario. Es verdad que en la obra, tal cual lo dice Lopérfido, los que triunfan son los burgueses, los que defienden sus intereses económicos frente al bienestar social de la mayoría, y además logran arrastrar tras de sí a la opinión de los ciudadanos, pero este desenlace no es el único posible. Lopérfido lo sabe muy bien porque vivió en carne propia la rebelión popular del 2001 que lo echó de la Secretaría de Cultura y Comunicación de la Nación mientras De La Rúa se iba en helicóptero de la casa rosada. El “Que se vayan todos” también fue para él, y aunque por ahora pueda haber salido a flote y siga ostentando cargos públicos que le otorga el macrismo, los cuestionamientos siguen. La crisis económica punza los problemas políticos y la conflictividad social, impulsando a la juventud y los trabajadores de todos los países a las calles por sus reclamos. Ibsen planteó en su obra la contraposición de intereses entre el gobierno de la burguesía y el bien común, este planteo conserva toda su validez en el presente, pero su solución no puede partir de la acción individual como intentó Stockmann. La solución sólo puede venir de la organización de los de abajo. Los trabajadores, orientando el gobierno y la producción a los intereses de la mayoría podrán terminar con esta contradicción. Los nuevos artistas aportaremos no sólo con la crítica a las contradicciones del capitalismo, sino también acompañando las luchas de los explotados y los oprimidos por su emancipación, para quitarle el poder a la burguesía y poner la potencia de las fuerzas sociales y productivas bajo el control de la clase mayoritaria de la sociedad.

Facundo Maceira

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1- Tiempo Argentino 08.10.2013

La compañía Schaubühne am Lehniner Platz (Alemania) vino al IUNA a dar una charla sobre la obra, se sorprendieron de la cantidad de carteles y actividad política y aprovecharon para reivindicar que se milite en una universidad de arte

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