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La fiesta de ellos es nuestra hipoteca

 

Euforia en “los mercados”. Euforia en Wall Street. Euforia en el FMI. El gobierno, loco  de contento. Oficialmente, vuelve a girar la rueda del endeudamiento, del negocio financiero, de los intereses siderales, de las palmadas en el hombro al principio y los garrotazos en la cabeza al final. Nada que no hayamos visto, pero que nos lo cuentan como si fuera el estreno del año.

 

Los tres pajaritos de Prat Gay

 

Los hechos: el gobierno argentino hizo una emisión de deuda por 16.500 millones de dólares, en bonos a 3, 5, 10 y 30 años, a una tasa promedio del 7,14% anual. La oferta de los interesados en prestarle al país fue varias veces superior al monto a emitir: el total de ofrecimientos fue por 67.000 millones. Es verdad que los mismos inversores inflaron su oferta ex profeso (1), pero de todos modos el interés de “los mercados” financieros internacionales por entrar al negocio de la deuda argentina, cerrado por más de una década, es innegable. Con esa plata lo primero que se va a hacer es pagar el acuerdo con los buitres, que podría llevarse casi 10.000 millones.

Según Prat Gay, “con esta emisión matamos tres pájaros de un tiro: terminamos con el default de 2001, le pagamos a los tenedores de bonos que no cobran desde 2014 y conseguimos recursos financieros para no hacer un ajuste fiscal”. Pero en realidad, de esos tres pájaros hay sólo uno muerto, uno herido y otro vuela libre como el viento.

Veamos: sí es verdad que se resuelve la cuestión de los bonistas “palomas” que no cobraban desde 2014 por la retención del pago de 539 millones de verdes que hizo Griesa. Pero afirmar sin más que “terminamos con el default de 2001” es engañoso, o directamente falso. En realidad, se termina con el default instigado por los buitres y Griesa, lo que no es exactamente lo mismo: el obstáculo legal que representaba el juicio de Paul Singer y sus amigos en el juzgado de Nueva York se remueve, pero quedan otros.

Por lo pronto, del famoso 7,5% que había quedado afuera de los dos canjes, casi un 2%  sigue afuera, porque no aceptó la oferta del gobierno de Macri. Lo que ocurre es que, a diferencia de los buitres, no tienen el respaldo de un fallo de Griesa vigente para bloquear pagos o emisiones de deuda. Eso es lo que logró el equipo económico macrista: pasar la barrera Griesa, la más recalcitrante de todas, ya que el achacoso juez, en virtud del acuerdo votado en el Congreso, levantó todas las restricciones legales contra Argentina.

Pero entonces ¿se terminó todo o no? La respuesta es, entonces, que se terminó Griesa. Pero, como admitió el propio Prat Gay, “el acuerdo con los buitres no garantiza la terminación de la litigiosidad en tribunales extranjeros” (Página 12, 16-4-16). Los holdouts que quedaron fuera del acuerdo pueden volver a hacer juicio, y, sobre todo, los bonistas que habían entrado al canje y quedaron insatisfechos también podrían presentar demandas, aunque ya se trataría de otro juicio, con otro desarrollo, otro contexto y sin capacidad actual de bloquear las acciones del gobierno argentino.

Lo que es una redonda mentira es la idea de que este acuerdo significa que no habrá ajuste fiscal. Entre otras cosas, empecemos por el principio: el déficit fiscal 2016 no alcanza a financiarse con esta emisión de deuda, de modo que o habrá más deuda, o le pedirán plata al BCRA, o habrá más ajuste.

 

Del juicio del siglo al negocio del siglo

 

La causa abierta por los buitres contra el Estado argentino fue llamada “el juicio del siglo”. El fin de ese juicio y la posibilidad de emitir deuda es presentado por el gobierno como un “regreso al mundo” de la mano del dechado de virtudes que representaría el gobierno Macri. Pero el primer factor de la explicación es muy simple: todo el mundo de las finanzas quiere entrar al negocio de la deuda argentina porque es uno de los más rentables del planeta. Punto.

EL gobierno muestra como un gran éxito pagar más del 7% de interés en dólares. Pues bien, hay muy pocos países en el mundo que paguen esa tasa en su deuda soberana. No alcanza más que compararnos con otros países de la región, la mayoría de ellos con economías más pequeñas y con menos potencial que la argentina. Sólo en los últimos seis meses, Chile emitió al 3,40% (y al 1,97% en euros); Perú, al 2,75%; Colombia, al 3,87%; México, al 4,16% (y el 3,42% en euros); Uruguay al 4,50%; Paraguay al 5%, Bolivia al 5,95%. Y el resto del mundo es el mismo panorama: la amplia mayoría está muy por debajo del 5%, y sólo pagan más que Argentina países como Grecia, Rusia, Pakistán o Venezuela.

Justamente, lo interesante para los inversores es que Argentina paga tasas de país “populista” o en crisis con un gobierno ultraliberal que promete proteger rabiosamente los intereses de sus acreedores. Como dijo el representante del tradicional fondo de inversión yanqui Eaton Vance, “la Argentina es uno de los pocos casos de reforma positiva en el espacio de los mercados emergentes en el que se está viendo una liberalización económica; es algo que no se replica mucho en el mundo” (Ámbito Financiero, 19-4-16).

Para que tengamos una idea, fondos puestos a una tasa del 7,14% anual, el promedio de la emisión argentina, duplican la inversión en casi exactamente diez años. Y la tasa del bono a 10 años, 7,5%, duplica la inversión en 9,6 años. En un contexto de tasas cero o negativas en muchos países europeos, y de tasas escuálidas del orden del 1 al 1,5% en buena parte del mundo desarrollado, una ganancia del 100% en menos de 10 años es un tarro de miel gigante al que vuelan todas las moscas financieras.

¿Lluvia de dólares? ¿Inversiones a granel? ¿Estabilización del dólar? ¿Baja de la inflación? Todo eso está por verse.(2) Pero hay varios puntos sobre los que sí hay certeza. Hagamos la lista.

1-Los bancos viven en el mejor de los mundos. Incluso con la moderada tasa de comisiones del 0,18% (once veces inferior a la que cobraron los amigos de Macri y Grindetti en 2010 por la emisión de deuda porteña), los conocidos de siempre (y ex patrones de los actuales funcionarios; ver aparte) se llevan sólo por ese concepto casi 30 millones de dólares. Para no hablar del negocio del préstamo que en su momento le hicieron al BCRA por 5.000 millones de dólares, recibiendo a cambio 10.000 millones en títulos como garantía (Página 12, ídem).

2-Vuelven otros viejos conocidos, como las calificadoras de riesgo y el mismísimo FMI. La evaluación de los nuevos títulos públicos estará a cargo de Standard & Poor’s. Y el Fondo ya avisó que llegará al país una delegación en septiembre para hacer la revisión anual de las cuentas públicas (el famoso artículo IV) que el kirchnerismo había suspendido desde 2006. El director de la División del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, celebró “el compromiso de las autoridades argentinas con el Fondo”. El macrismo jura y perjura que no le van a pedir un mango al FMI. El adverbio que corresponde es “todavía”.

3-El verso PRO –que aún repiten en TV algunos funcionaros y legisladores incautos de Cambiemos– de que parte de la emisión de deuda irá a parar a “obras de infraestructura que beneficiarán a millones de argentinos” es uno de los verdaderos pajaritos muertos por el acuerdo Macri-buitres-Griesa-bancos. Prat Gay ya reconoció que la (poca) plata que sobre después de pagarle a Singer y Cía. (unos 6.000-7.000 palos verdes) irá a financiar el déficit fiscal. Es decir, los gastos corrientes, no obra pública nueva. Por otra parte, ya dijimos que incluso hacía falta todavía más financiamiento.

4-De esta manera, la “emisión de deuda más grande de la historia argentina”, como la anunció orgullosamente (??) Prat Gay, además de subir más del 40% el monto de deuda pública con privados, pondrá en marcha nuevamente un circuito que ya conocemos. Dejemos que lo describa la economista del Estudio Bein Marina Dal Poggetto: “Si se financia el desequilibrio fiscal con deuda (4,8% del PBI antes de intereses este año) y si la tasa de interés promedio medida en dólares es mayor que la tasa de crecimiento de la economía en dólares, el reloj de la deuda y los intereses empieza a correr”. Es decir: si me endeudo con tasas que son mayores a la del crecimiento de la economía (y de los ingresos del Estado), el peso de la deuda crece en forma exponencial. Ya vimos a qué ritmo: se duplica en 10 años.

Es el mismo mecanismo de los 90. Es lo que ya vivimos. Es lo que le espera a este país, a los trabajadores, los jubilados, los sectores populares, si no se ponen de pie para enfrentar y derrotar el ajuste con endeudamiento y recesión que tanto festejan los beneficiarios de todo esto.

Marcelo Yunes

 

Notas

1-Técnicamente, cuando sobra oferta por el monto a emitir, el emisor (el gobierno) distribuye, o prorratea, el monto real final entre todos los que ofertaron. De modo que para recibir una proporción mayor de ese paquete, y sabiendo que va a sobrar oferta, los inversores “inflan” el monto a ofrecer para que lo que finalmente les toque se acerque a sus intenciones iniciales. Por ejemplo: si un inversor quiere quedarse con 1.000 millones de los 15.000 que salían en emisión, pero sabe que la oferta total va a ser mucho mayor, propone 2.000 o 3.000 millones, porque si sólo ofrece 1.000 tal vez le toquen 300-400 millones en la distribución proporcional. Ese mecanismo de inflar la oferta alienta a otros a hacer lo mismo, de modo que el monto final propuesto por los inversores puede ser, como en este caso, varias veces mayor a la emisión. Cuando eso sucede, el emisor puede optar por subir algo la emisión, como pasó ahora, que aumentó de los 15.000 millones de dólares iniciales a 16.500.

2-Curiosamente, los economistas más neoliberales son los más escépticos y los menos propensos a dejarse envolver por los cantos de sirena del gobierno. Muchos de ellos (como Broda o Tagliavini) desconfían de la llegada inmediata de inversiones grandes, y proponen lo contrario de lo que dice Prat Gay: a no aflojar con el ajuste que todavía no se logró nada.

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