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Había un clamor generalizado hasta dentro del mismo PRO. La Carrió pedía “buenas noticias”. La Vidal dijo “Mauricio, hay que poner plata en los bolsillos de la gente”. El ala política del PRO miraba de reojo la reaparición de Cristina y pensaba cómo contrapesar tanto palazo con algún anuncio que diera una alegría. Ni hablar de la oposición burguesa, en un rango que iba desde el ruego lacrimoso de hacer algo por los pobres hasta la advertencia lúcida de que es peligroso acumular tanto “horror económico” en tan poco tiempo. Escuche al soberano, presidente Macri, le reclamaban.

Y Macri escuchó. Conmovido ante tanto sufrimiento, se apiadó de los millones que se desbarrancan en la pobreza o la gambetean como pueden, y anunció con (no mucha) pompa, en un centro de jubilados de Mataderos, el tan esperado “paquete de medidas sociales” para “acordarse de la gente”.

Más le hubiera valido que siguiera olvidándose: cuesta creer un plan tan miserable, una burla tan infame a las expectativas de alguna compensación a todas las calamidades que vienen soportando las masas desde que asumió este gobierno.

El paquete puede resumirse así: ampliar la AUH a los monotributistas, devolver el IVA a los jubilados y aumentar el seguro de desempleo. A eso se le agrega una verdadera provocación, como es dar un aumento de 500 pesos (no falta ningún cero) por única vez a jubilados y beneficiarios de la AUH (tres pizzas, diría Prat Gay). También es risible un plan de apoyo a los microemprendimientos por un total de 1.000 millones de pesos (de nuevo, no falta ningún cero). Plan de microapoyo, debería llamarse. Y la convocatoria al Consejo del Salario Mínimo, como guiño a la burocracia sindical.

Volvamos a lo principal. Si lo más importante de todo es pagar AUH a monotributistas, anunciado con grandilocuencia como “universalización del ingreso a la niñez”, eso da una medida del alcance misérrimo de las medidas. Y el resto da bronca, de verdad.

La devolución del IVA, por empezar, supone que los jubilados hacen todas sus compras con tarjeta de débito, cuando todos sabemos que los mayores, sobre todo los más pobres (los normales también, diría Michetti), son los más reacios a esos instrumentos, que conocen poco y mal, y prefieren usar efectivo. Pero lo más indignante es enterarnos de que en el proyecto enviado al Congreso la devolución del IVA tendrá un tope de300 pesos mensuales (por tercera vez: no falta ningún cero). Es decir, el máximo que un jubilado podrá gastar esperando devolución de IVA son 1.200 pesos, que es lo que puede salir una sola medicación. Decirles sinvergüenzas es poco.

En cuanto a la suba del subsidio de desempleo, que pasaría de los 400 pesos actuales a 3.000 o 3.500, es casi lo más preocupante. Porque el monto actual es ridículo, pero no suscitaba mayores quejas porque veníamos de varios años de bajo desempleo (aunque jamás de pleno empleo, como exageraban los K). En cambio, subir el subsidio a un valor que se acerca al 50% del salario mínimo es una admisión implícita de que va a volver ser verdaderamente necesario. Valga como ejemplo la hipocresía de Macri, que mientras pide a los empresarios que “cuiden el empleo”, prepara una ola de 2.500 despidos sólo en la estatal YPF.

El resumen lo hizo el propio Macri, también frente a su auditorio de patrones evasores de impuestos: “Lanzamos un paquete de ayuda social de 30.000 millones de pesos”. Para que se entienda de cuánta plata estamos hablando: esa “ayuda social” a un universo de “ocho millones y medio de personas” es a)apenasla mitad de lo que este gobierno le regaló a los garcas de la patronal agraria en rebajas de retenciones, o b)el mismo monto que las ganancias proyectadas de los bancos sólo en los primeros cuatro meses de 2016, o c) menos de la sexta parte de lo que se le va a pagar a los fondos buitres con la emisión de deuda.

Pensábamos terminar con un comentario irónico, pero esta afrenta es tan escandalosa que nos saca las ganas.

M.Y.

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