Por Claudio Testa



 

Elecciones presidenciales en EEUU: irrupción del “socialista” Bernie Sanders

 

“Gore Vidal [escritor estadounidense, 1925-2012] no se cansaba de repetir que «EEUU sólo tiene un partido –el de las grandes empresas, el del dinero, con dos alas: una demócrata y la otra republicana». […] Sin embargo, la actual pugna electoral hasta ahora no ha seguido el guión impuesto por ambas cúpulas. La toma del Partido Republicano por una insurgencia radical de derecha, encabezada por Donald Trump y Ted Cruz, ha atraído la atención del mundo.

“Pero la dinámica a principios de este proceso electoral no se ha definido sólo por la derecha, sino también por el surgimiento [dentro del Partido Demócrata] del proclamado socialista Bernie Sanders …, quien goza de mayor apoyo popular que Trump entre el electorado, y quien también está provocando alarma –y hasta histeria– entre las cúpulas políticas y económicas.

“[…] Lo que queda claro es que hay un hartazgo con el statu quo, con más de lo mismo, algo que se expresa tanto por la derecha como por la izquierda. Trump es un fenómeno alarmante por razones obvias. Pero la expresión progresista desencadenada por Sanders es igualmente sorprendente para las cúpulas… Por ahora, se portan como si estuvieran al borde de una crisis nerviosa.”
(David Brooks, corresponsal en Nueva York, diario La Jornada, 01/02/2016)

En el Estado de Iowa, el pasado 2 de febrero, comenzaron en EEUU las elecciones “primarias”. Luego, el martes 10, se votó en el Estado de New Hampshire. En ambas, la gran sorpresa ha sido la triunfante irrupción de Bernie Sanders, un pre-candidato del Partido Demócrata que gana elecciones proclamándose socialista… algo nuevo y notable en el país que sigue siendo el centro del capitalismo mundial…

Un sistema nada democrático

En las “primarias” se deciden los candidatos que los dos partidos –Demócrata y Republicano–, que monopolizan la representación política, llevarán finalmente en las elecciones del 8 de noviembre de 2016. Están en juego la presidencia (que no se vota directamente sino mediante “electores”), todos los “representatives” (diputados), una parte de los senadores, y también, en algunos Estados, gobernadores y otras autoridades locales.

Las elecciones en EEUU –modelo mundial de “democracia”… patronal– son las más antidemocráticas del planeta. Los mecanismos para bloquear cualquier expresión política independiente del gran capital, son tan variados como abrumadores. Incluyen que no existe representación proporcional sino que se elige un solo diputado por cada pequeño “representative district” (cuyos límites además se manejan según convenga), que el Estado no confecciona un padrón de electores sino que en cada ocasión el ciudadano debe tomarse el trabajo de inscribirse previamente, que en muchos Estados se ponen obstáculos a la inscripción por motivos raciales y sociales, que además se vota un día laborable, los martes, para que a los trabajadores les sea difícil concurrir, etc., etc. En resumen: todo tiende a la exclusión de los trabajadores, los afroamericanos, los latinos, los pobres y otros indeseables…

Y por encima de esos fraudulentos filtros “institucionales”, la gran barrera son los dólares. Es decir, cuántos centenares (o miles) de millones recauda cada candidato entre las corporaciones para la campaña.

Los “outsiders” a la cabeza

Volviendo a EEUU, digamos que las elecciones primarias “normales” establecen una “competencia” entre varios candidatos presidenciales. Esta puede parecer muy “dura”. Pero normalmente se da entre personajes auspiciados por las cúpulas o “establishments” partidarios… en sintonía con los sectores corporativos que en última instancia “bancan” la función. Así fue también con Obama, se presentó como algo “nuevo”. Sin embargo, su única novedad era su ascendencia afroamericana… En verdad, Obama era el candidato de un sector del establishment del Partido Demócrata (con centro en Chicago) que veía la oportunidad y necesidad de presentarse con “otra cosa”, aprovechando el desastre de las presidencias de George W. Bush (2001-2009).

Ahora la cosa va más “en serio”… aunque, por supuesto, dentro de los límites de las elecciones en EEUU, marcados por los dos “partidos del dinero”. En el campo del Partido Demócrata, Hillary Clinton y Bernie Sanders terminaron en un empate en Iowa. Pero el vencedor político fue indudablemente el socialista de Vermont. Luego, en New Hampshire, Sanders ganó por 20 puntos a Hillary.

Sobre lo que expresa esta crisis, un semanario socialista de EEUU subraya lo siguiente:

“Sanders había sido descartado como un candidato de protesta bien intencionado pero irrelevante electoralmente por ser demasiado radical… Pero Hilary Clinton, heredera de una dinastía política y ungida por el establishment del Partido Demócrata y que creía que tenía bien atado el paquete de Iowa, no pudo vencer a Sanders.

“Sanders, en un estado del corazón del país, ha revelado el descontento masivo político que existe en EEUU. Y prueba la falsedad del mito de que es una sociedad esencialmente de derecha.

“Por otro lado, los resultados de las primarias republicanas en Iowa muestran una cara diferente del descontento con la presente situación. Ted Cruz, senador de Texas sostenido por el Tea Party, superó al favorito en las encuestas, Donald Trump. El senador de Florida, Marco Rubio, quedó tercero. Pero tanto Cruz como Trump se proclaman como rebeldes de la derecha, opuestos al tradicional establishment del Partido Republicano.”[Danny Katch & Alan Maass, “Iowa’s radical message”, Socialist Worker, February 2, 2016.]

Por supuesto, la dirigencia republicana, en su fuero íntimo, no debe diferir mucho de las concepciones racistas y machistas de Trump. Tampoco la separa un abismo de la barbarie de la derecha evangélica atrincherada en la región llamada “Bible Belt” (Cinturón Bíblico). Pero una cosa es aprovechar esas ideologías racistas y retrógradas para manipular a la “clase media” blanca que ha salido perdiendo con la crisis. Otra, es dejar la conducción del país en manos de “irresponsables” que pueden llevar a un desastre.

El hecho es que, tanto en el Partido Demócrata como el Republicano, amenazan imponerse candidatos que, por distintos motivos, no son agradables para los que “bancan” las “dos alas del partido del dinero”. Hasta hace poco, los analistas daban por sentado que ya todo estaba “cocinado”, que no habría sorpresas. El candidato demócrata sería Hillary Clinton. Y el republicano, gente sensata como Jeb Bush o, en últimas, Marco Rubio. Pero el diablo del “descontento” metió la cola y dio vuelta los pronósticos.

Del “sueño americano” a la pesadilla de la crisis sin fin

Efectivamente, los síntomas indican que gran parte de la sociedad estadounidense está teñida por la disconformidad, por un descontento que cruza amplios sectores sociales. Al mismo tiempo, la contradicción es que eso no se expresa (aún) en toda su plenitud en movilizaciones generalizadas ni mucho menos en un ascenso obrero. Sin embargo, se han ido dando luchas, como las protestas del Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) y otras, pero dispersas y discontinuas.

Aunque se vista con distintas ideologías, ese descontento tiene razones tan sólidas como terrenales. Se basa en que gran parte de la sociedad –salvo lo que en EEUU llaman “el 1%” de billonarios y sus colegas menores– ha salido perdiendo con la crisis económica.

La crisis, además, no se ha revertido, en el sentido de un gran crecimiento que reabra posibilidades de “ascenso social”, como sucedió en el “boom” de posguerra. Las estadísticas de empleo, además de ser dibujadas, esconden el hecho que la gran mayoría de la juventud supuestamente ocupada, está condenada a trabajos precarios, y niveles de salario y explotación peores que los de sus padres. Por ejemplo, una componente básico del “sueño americano” –tener casa propia, que se pagaba cómodamente con una hipoteca a largo plazo– está cada vez más fuera del alcance del joven con trabajos inestables y mal pagos. Tampoco un título universitario es hoy garantía de nada. Más bien, para muchos, significa una cruz adicional para toda la vida, por el maldito sistema de educación paga… y de préstamos usurarios para financiarla.

Pero, como siempre sucede, la misma crisis que golpea a una sociedad genera respuestas muy diferentes –hacia la derecha o hacia la izquierda– según a quienes pegue.

Así, sectores de los llamados “WASP” (blanco, anglosajón y protestante), de pequeña burguesía en dificultades, educados además en la idiotez de las sectas evangélicas, se hacen eco de demagogos racistas como Trump, que culpa de la crisis a los malditos emigrantes mexicanos, y propone una “limpieza étnica” deportando a millones, levantando un gran muro en la frontera sur, etc.

Pero la gran sorpresa, es que otro sector importante –en su gran mayoría juvenil– se ha volcado a la “izquierda”, votando en las “primarias” del Partido Demócrata, por un candidato que se proclama expresamente socialista, algo que parecía inconcebible en EEUU.

Masivo voto juvenil por el “socialista” Bernie Sanders

Efectivamente, las encuestas de las elecciones en Iowa revelan una avalancha de votos de los más jóvenes por Sanders. Los sondeos entre los participantes dan las siguientes cifras:

* Franja de 17 a 29 años: Por Bernie Sanders: 84%. Por Hillary Clinton: 14%.

* Franja de 30 a 44 años: Por Bernie Sanders: 58%. Por Hillary Clinton: 37%.

* Franja de 45 a 64 años: Por Bernie Sanders: 35%. Por Hillary Clinton: 58%.

* Franja de mayores de 65 años: Por Bernie Sanders: 26%. Por Hillary Clinton: 69%.

(Encuesta de la NBC News, en Vox.com (02/02/2016) y Jacobin (06/02/2016).

Hay una fractura política generacional, que si se mantiene, se radicaliza y pasa al nivel de la acción (y no se queda sólo en votación) podría generar cambios fundamentales en el archi-conservador panorama político de EEUU.

 

Bernie Sanders y su “socialismo”

Es obvio que el movimiento que encabeza Sanders plantea medidas y reivindicaciones progresivas en muchos sentidos. Como decíamos, ha abierto una inesperada brecha progresista en la muralla archireaccionaria del sistema político estadounidense.

No se trata sólo de su abierta reivindicación del “socialismo” frente al capitalismo, en el país donde más se ha calumniado y falseado ese concepto. Sanders también plantea un programa de medidas concretas favorables a los trabajadores y la juventud, que de aplicarse implicarían un ataque a las superganancias de las corporaciones y un retroceso en la escandalosa polarización social de EEUU, que hoy es la mayor de su historia. ¡Más brutal aún que la desigualdad que precedió a la crisis de 1929/30!

Además, a diferencia de Obama, Sanders no sólo aparece agitando la idea del “socialismo” sino también exhibiendo un grado de independencia mayor respecto al aparato del Partido Demócrata y a los billonarios de Wall Street, que hoy bancan a Hillary Clinton… y antes a Obama.

Así, una de sus armas de campaña más eficaces contra Hillary, que le ha dado gran popularidad a Sanders, es la de comparar las respectivas listas oficiales de cotizantes. Mientras ella ha recaudado montañas de dólares de grandes contribuciones de corporaciones, el promedio de cotizaciones a Sanders es de 27 u$a cada una. Y, expresamente, rechaza aportes de corporaciones.

Hillary, furiosa, replicó que ella, aunque le coticen millones, no obedecerá las órdenes de ninguna corporación cuando sea presidenta… algo que hizo reír a medio país.

Pero, más allá de su grado de independencia en relación a las corporaciones –algo que comparte en cierta medida con precedentes como el de Franklin D. Roosevelt (presidente 1933-1945)– Bernie Sanders no es un socialista en el sentido revolucionario. Su programa no es el de expropiar al gran capital ni el de poner la economía en manos de un Estado democrático de los trabajadores.

Sanders es un socialdemócrata… sólo que lo es de verdad. Es decir, de cuando la socialdemocracia en Europa continental, el laborismo en el Reino Unido y poco antes Roosevelt en EEUU hacían ciertas reformas favorables a los trabajadores, y le marcaban algunos límites y controles a la omnipotencia del gran capital… pero de ninguna manera apuntaban en sentido anticapitalista; es decir, de expropiar al capital y organizar otra sociedad.

Pero hoy, la socialdemocracia (como el PS de Francia, el SPD de Alemania o el PSOE de España) es “social-liberal”… Sus partidos no son reformistas sino neoliberales pintados de rojo. En ese vacío del espacio reformista, surgen fenómenos nuevos, como el de Sanders en EEUU.

En ese sentido, Sanders es un fenómeno político parecido al fulminante ascenso del líder laborista Jeremy Corbyn en Gran Bretaña, el año pasado. Corbyn, también con un programa reformista (en serio), se impuso en las “internas” del Partido Laborista, apoyándose en la irrupción de sectores juveniles, populares y sindicales, hartos de los recortes y la desigualdad social del neoliberalismo.[1]

Nota:
1.- Ver “La sorpresa de Jeremy Corbyn”, SoB 28/08/2015 ( http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=5866 ) y “¿Quién es Jeremy Corbyn?” SoB 28/08/2015 ( http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=5856 ).

 

 

¿Algo raro está sucediendo en EEUU con el “socialismo”?

Lo de Sanders, ha puesto la palabra “socialismo” en el centro del debate político-electoral, lo que es insólito en EEUU. El interrogante es si eso no expresa “movimientos tectónicos” más profundos. En ese sentido, un periodista residente en New York reflexiona sobre los siguientes datos:

“¿Quién podría haberse imaginado que en la capital del capitalismo, en el epicentro del imperio neoliberal mundial, de repente ha detonado un debate sobre el socialismo?

“Socialismo fue la palabra más buscada en el portal de los diccionarios Merriam Webster en 2015 (seguida por la palabra fascismo). En los sondeos, una amplia mayoría de jóvenes afirman que están dispuestos a votar a favor de un candidato que se dice socialista. En los debates entre los precandidatos demócratas se tuvo que preguntar a cada quien si era o no capitalista (por primera vez en la memoria reciente), y en las entrevistas con todos los candidatos siempre está la pregunta sobre el socialismo. Nadie recuerda cuándo fue la última vez que el carácter capitalista casi sagrado del sistema estadunidense se ha cuestionado en foros vistos por millones en la televisión, ni cuándo el socialismo fue pregunta en sondeos nacionales.

“Los expertos se han visto obligados a debatir si un socialista puede llegar a la Casa Blanca (antes a nadie se le ocurría la pregunta).

“Y aún más sorprendente es que un sondeo de Bloomberg News/Des Moines Register de la semana pasada entre votantes demócratas en Iowa, el primer estado donde habrá votación para determinar la candidatura presidencial, 43% se definió socialista, y 38% pro capitalista. Un sondeo del New York Times/CBS News en noviembre encontró que 59% de los votantes demócratas tenían una percepción favorable del socialismo, mientras 29% tenían una impresión negativa.” (David Brooks, “Un poco de rojo”, La Jornada, 01/02/2016)

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