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Elecciones de Consejeros Superiores Estudiantiles en la UBA

  

Hace tan sólo una semana fueron renovados los Consejeros Superiores por los claustros estudiantiles y de graduados en la UBA. A tono con el clima más general del país[1], mediado por un giro electoral reaccionario, la lista de la izquierda (integrada principalmente por el PO y La Mella-Patria Grande) fue desplazada de la mayoría por una lista del Rectorado. De hecho, la izquierda amplia ni siquiera pudo soportar la presión de la situación más general y la derrota del kirchnerismo para llegar unificada a esta elección, todo lo cual motiva también una reflexión acerca de cómo enfrentar la etapa de ajuste que se viene.

Antes de entrar en los detalles y los aspectos polémicos, los números: Reformistas (Nuevo Espacio, Franja Morada y afines) +̣UES obtuvo tres consejeros con 23 votos; la lista del PO obtuvo un consejero con 15 votos y el frente encabezado por La Mella y Unidos y Organizados se alzó con un consejero con 13 votos.

Más allá del resultado concreto -cuya importancia no es despreciable en tanto refleja una correlación de fuerzas, pero que está limitado por el carácter antidemocrático del cogobierno[2]– cabe detenerse ante todo en una discusión que se instaló en las últimas semanas. Estamos a las puertas de un período que pondrá a prueba al movimiento de masas, a la clase trabajadora y también al movimiento estudiantil bajo los ataques que Macri y su gabinete del horror ya están poniendo a la orden del día. La discusión y el balance sobre la elección de Consejeros Superiores deben servirnos para desarrollar algunos lineamientos generales al respecto.

 

El avance de Nuevo Espacio y Franja Morada preanuncia duras luchas

 

Es importante no perder de vista que la nueva conformación vino a cristalizar una relación de fuerzas novedosa en el seno del movimiento estudiantil, dado que desde hace más de seis años la mayoría de los consejeros estudiantiles venían siendo de listas independientes del Rectorado. Los ganadores de la elección son el reciclaje de los sectores privatistas y empresariales que fueron expulsados de casi toda la UBA el 19 y 20 de diciembre de 2001. Desde este punto de vista, el fin de ciclo kirchnerista a nivel nacional se complementa con elementos de crisis en la representación estudiantil de la izquierda. No queremos decir con esto que el proceso esté cerrado, y es evidente que la izquierda en general y el trotskismo, siguen teniendo un lugar de enorme peso en las universidades, los colegios y terciarios a lo largo y ancho del país. Pero el punto de equilibrio en el terreno representativo se desplazó de la izquierda hacia el centro, como también atestiguaron las elecciones en los centros de estudiantes tanto en la UBA (donde la izquierda roja retiene sólo un centro de importancia, el de Filosofía y Letras) como en la UNLP (donde el kirchnerismo ganó cuatro centros de estudiantes en las últimas elecciones) por mencionar sólo algunos casos.

El Rectorado atravesó también momentos de crisis a lo largo de 2015, sobre todo en el primer semestre. En ese entonces fue catapultado el vicerrector Darío Richarte, y poco tiempo después un escándalo de corrupción fue saldado con la renuncia del decano de Económicas José Luis Giusti. Al poco tiempo, Emiliano Yacobitti y otros personajes de la cúpula universitaria radical quedaron en la lupa de  la investigación del periodista Bercovich por desvío de fondos millonarios de la UBA hacia la campaña porteña del próximo embajador en Estados Unidos, Martín Lousteau. Por último, pero no menos importante, la explosión de un autoclave en el Hospital de Clínicas generó una importante respuesta por parte de estudiantes e investigadores de la Facultad de Medicina. Este proceso, en el cual nuestra organización estuvo en primera línea, impulsó el surgimiento de un nuevo activismo en dicha facultad, activismo que tiene el potencial de ser una punta de lanza ante la quietud que imperó en la Universidad durante el resto del año, y debido a la cual la crisis en las alturas fue reabsorbida sin mayores sobresaltos.

En cuanto a las perspectivas para el período que se inicia, esta nueva conformación en el Consejo Superior y en las distintas facultades es una plataforma que tendrán las camarillas para aplicar el ajuste en la Universidad. A este respecto, los posicionamientos erróneos y facilistas de las agrupaciones estudiantiles con mayores responsabilidades ameritan un análisis profundo que permita fortalecer al movimiento estudiantil.

 

La Mella y la disolución política como bandera

 

Pocos días antes de la elección de Consejeros, la organización estudiantil de Patria Grande publicó un escueto comunicado cuya principal definición puede plasmarse con la siguiente cita: “Cuando la derecha avanza no hay soluciones mágicas, la construcción de unidad es una tarea impostergable”. Sin embargo, detrás de un elemento parcialmente cierto (que la derrota electoral del kirchnerismo plantea la necesidad de avanzar en la unidad con sectores que hasta el día de ayer se encontraban cerrados al diálogo), los compañeros de La Mella trafican una posición política totalmente errada: la disolución detrás del bloque del FpV.

Queremos resaltar dos aspectos críticos. Como primer aspecto, a lo largo de toda la campaña presidencial de cara al balotaje, Patria Grande se alineó de manera totalmente acrítica detrás de la candidatura de Scioli. Si bien la posición en sí misma era errada porque no servía para preparar el terreno para dar ninguna pelea -cuestión que salta a la luz actualmente, visto el pacto de gobernabilidad que la dirigencia del FpV está cerrando con Cambiemos- Patria Grande la abordó de la manera menos “digna” y más “arrastrada” posible. Su subordinación a la campaña del ex motonauta fue total, disolviéndose detrás de una candidatura patronal. Esta política se expresó también en el terreno específico de la UBA.

En segundo lugar, que la “solución mágica” es justamente la que proponen los compañeros. En lugar de hacer un análisis concreto de una situación concreta, tarea imprescindible para que cualquier intento de unidad realmente sirva para que un sector del movimiento estudiantil avance, se esconden detrás de una formulación absolutamente vaga y general. Ni por asomo se detienen a pensar, por ejemplo, por qué el candidato al Ministerio de Educación del frustrado Daniel Scioli fue… ¡el propio Alberto Barbieri, rector de la UBA y dirigente de Nuevo Espacio! No somos necios y reconocemos que dicha elección generó malestar en un sector de la base del kirchnerismo, aunque nunca llegaron a cuestionarlo. Sin embargo, una elección de Consejeros Superiores en las condiciones de pasividad actuales no dialoga con el movimiento estudiantil, sino únicamente con la cúpula que participa de la “rosca” para cerrar una lista que, repetimos, no refleja ningún proceso real. Tampoco se puede dejar de lado que el sector con el cual La Mella acordó la lista se encuentra actualmente como segundón de la UES (agrupación aliada del Rectorado en estas elecciones) en la conducción del centro de estudiantes de Sociales, la facultad de mayor peso político en la UBA.

 

Una vez más, el FIT mira su propio ombligo

 

Por su parte, el FIT (hegemonizado en la Universidad por el PO) planteó una política con un elemento acertado… y una estrategia que brilla por su ausencia.

Correctamente, los compañeros rechazaron realizar un frente con Unidos y Organizados, aduciendo que han actuado en la mayoría de los casos como aliados de Nuevo Espacio (por ejemplo, a la hora de quitarle quórum al congreso de la FUBA). Agregamos nosotros que siempre han sido los más fervientes detractores de la movilización estudiantil, tanto por los asuntos específicamente universitarios como también a la hora de ser parte de las luchas populares y de los trabajadores.

Sin embargo, si la orientación de La Mella puede ser calificada de oportunista, la del PO es un nuevo ejemplo de sectarismo. En ningún momento se intentó convocar siquiera a las corrientes universitarias de izquierda para discutir cómo afrontar esta elección, lo cual se desprende de su ya gastada lógica: lo que mueve a esta corriente son los potenciales votos que pueda obtener. Por eso, no ven que las verdaderas luchas se darán en las calles, con movilizaciones, con tomas de facultades, y que para triunfar será necesaria la irrupción de una nueva camada de activistas como empezó a ocurrir en Medicina. Tampoco se les cae una idea a futuro en relación a esto, ante la necesidad de reagrupar las fuerzas del movimiento estudiantil en un terreno que no sea sólo el electoral. Para los compañeros del PO, las elecciones son el principio y el fin de la política. Esta concepción los desarma para enfrentar los desafíos que vienen, en los cuales está planteado desbordar a los representantes del Rectorado y las camarillas y aprovechar cada posición conquistada para impulsar la lucha.

 

La apuesta estratégica de ¡Ya Basta! y el Nuevo MAS

 

Desde nuestra organización entendemos que el período que viene va a estar signado por luchas más duras. La derrota electoral del kirchnerismo implica que se harán a un costado una serie de mediaciones y que los enfrentamientos serán más directos. Esto también tendrá su expresión en las universidades, donde algunas autoridades serán reemplazadas y la mayoría ya está cambiando  de color para convertirse en garantes del ajuste. El Ministerio de Educación en manos de un privatista y vaciador confeso como Esteban Bullrich no deja lugar a dudas a este respecto.

En estas luchas se pondrá a prueba, más que nunca, la capacidad de construir la unidad del movimiento estudiantil. Pero esta unidad verdadera no tiene nada que ver con la posición superficial de Patria Grande a la cual nos referimos más arriba. La unidad debe darse en pos de objetivos políticos concretos, y debe ser una herramienta no sólo para triunfar en las distintas batallas, sino para poner en evidencia que las roscas de la dirección de Unidos y Organizados y el FpV no tienen nada que ver con las necesidades del movimiento estudiantil, como la defensa de la educación pública o la democratización de la Universidad.

A su vez, frente a un ajuste que se dará de conjunto, hay que tener en claro que el aislamiento en las cuatro paredes de las facultades sería un gran obstáculo en el desarrollo de un verdadero activismo universitario. Es necesario, de una vez por todas, romper la burbuja y el aislamiento para que la juventud estudiantil irrumpa en la arena política junto a sus aliados, los trabajadores.

A esta perspectiva volcaremos nuestras fuerzas desde ¡Ya Basta!

 

Marcos Duch

[1]     Si bien la elección de Consejeros Superiores se realiza de manera indirecta (cada claustro se compone de cinco titulares y cinco suplentes que son electos por la totalidad de los Consejeros Directivos de las trece facultades) tras las elecciones estudiantiles de este año se verificó un fortalecimiento de Franja Morada, Nuevo Espacio y sus aliados. El resultado del Consejo Superior es una primera muestra de esta situación, cuyo próximo jalón será el año que viene cuando se realice el Congreso de renovación de autoridades de la FUBA.

[2]     Con esto, nos referimos a que ni siquiera una mayoría absoluta de la izquierda en el claustro estudiantil podría inclinar la vara dada la composición del Consejo Superior: el Rector, los trece decanos, cinco graduados y cinco profesores.

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