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Como venimos adelantando en estas páginas, el “Gabinete del Horror” de Macri tiene varios personajes nefastos, y el nuevo ministro de Salud no es la excepción. Sobre todo porque Jorge Lemus de “nuevo” no tiene nada. Se trata de quien fuera ministro de salud de CABA de 2007 al 2012, cargo al que renunció en medio de la controversia por el protocolo de aborto no punible (ANP) que implementó en la Ciudad. Tras su renuncia se mantuvo fuera (pero no lejos) de la administración pública. Aun así, su pasada gestión en CABA es más que suficiente como para permitirnos hacer algunas conjeturas respecto de su rol a partir del 10 de diciembre.

Recapitulemos algunos acontecimientos: en marzo del 2012, la Corte Suprema resuelve por unanimidad el fallo respecto del ANP. Macri, para ahorrarse un intenso debate con la oposición, así como hacia dentro de su propio bloque en la Legislatura, decide que la implementación no venga de mano de una ley de la Ciudad sino de una resolución del Ministerio de Salud a cargo de Lemus. Pero este protocolo era mucho más restrictivo que lo resuelto por la CSJ, al punto que la misma justicia lo vetó. En última instancia, a Macri en aquella ocasión el tiro le salió por la culata, Lemus debió renunciar y en septiembre de aquel año la Legislatura porteña promulga por escaso margen una ley de ANP que se ceñía a lo dispuesto por la justicia. Sin embargo, poco tiempo después Macri vetaría esta ley.

Respecto del carácter de este protocolo, consideremos algunos aspectos. Por un lado, sentaba el límite para el aborto en las 12 semanas, un plazo demasiado corto si consideramos la atroz experiencia por la que pasa una mujer embarazada producto de una violación. Ni hablar si se tratase de una “mujer idiota o demente”(1).  Por poner un ejemplo, en los países donde es legal, el aborto puede realizarse hasta la semana 23. Además, permitía que el médico recurriera a “comités interdisciplinarios” para ““confirmar el diagnóstico y la procedencia de la interrupción (del embarazo)” y daba cabida a la intervención de organismos estatales. En los hechos es darles participación a agentes externos a aquellos que competen a la decisión de la mujer y el médico que la atiende. Por aquí es por donde se cuelan los ya conocidos grupos que buscan avasallar los derechos de la mujer, buscando interferir en provecho de sus propios intereses, socavando la decisión de la mujer sobre su propio cuerpo y su propia vida.

El protocolo también establecía la objeción de conciencia “caso por caso”, es decir una objeción de carácter discrecional -no al entrar en vigencia la norma o al ingresar el médico al sistema de salud público, como dictó la CSJ en su sentencia- y confidencial por parte del médico. O sea, que una mujer puede verse forzada a tener que acudir a varios médicos en busca de uno que no se niegue a realizarle el procedimiento que la justicia considera que es su derecho. Por si esto fuera poco, si se tratase de una menor violada, habría que dar cuenta a sus responsables legales, es decir, sus padres. En un contexto donde muchas veces las violaciones son perpetradas por un familiar, una disposición de estas características raya con el sadismo puro. Queda claro que la estrategia del macrismo en aquella ocasión era establecer “algún” protocolo, de modo tal  de conservar las formas y acatar lo que la justicia había determinado, pero el contenido era reaccionario y el objetivo era el de dificultar lo más posible el acceso al ANP.

Si bien nos estamos enfocando en un aspecto muy puntual de la gestión de Lemus, nos parece importante realizar esta breve reseña dado que fue la seguidilla de acontecimientos, desde el fallo de la CSJ en adelante, la que llevaría a Macri allá por el 2012 a anunciar públicamente día y lugar de la realización del primer ANP en la Ciudad. Se trataba pues, del procedimiento a realizarse en el Hospital Ramos Mejía. Grupos ultracatólicos puestos en alerta por el “inocente” anuncio del Ingeniero, montaron una manifestación en el lugar y simultáneamente interpusieron un recurso de amparo en un juzgado de lo más reaccionario.

El resto es historia conocida, pero no por eso pierde valor. Aquella vez, como tantas otras veces, fueron Las Rojas quienes, junto al movimiento de mujeres, se plantaron desde la hora cero, en las calles y en la puerta del mismo hospital para enfrentarse a los funcionarios reaccionarios y a la justicia machista y patriarcal. Así, desde abajo, luchando, fue como se logró que la justicia retrocediera, que efectivamente se realizara dicho aborto y se obtuviera la renuncia del entonces director del hospital.

Si corremos el foco a otros elementos de la gestión de Lemus, encontramos que fue él quien allá por 2008 promovió los convenios de las universidades privadas con los hospitales públicos, cediéndoles vacantes que pertenecían a la Facultad de Medicina de la UBA, en un claro ataque a la educación pública. También en 2008 fue Lemus quien firmó junto a Macri y Larreta el decreto de veto a la ley que establecía la  creación de un laboratorio de producción pública de medicamentos. Si dice “público”, a Lemus parecería no gustarle.

Recientemente Durán Barba dijo que los que conforman Cambiemos están a favor de la libertad y que “si una señora quiere abortar, que aborte”. Seríamos más que ingenuos si creyésemos una palabra de lo que dice, sobre todo cuando horas más tarde Macri salió a desautorizarlo. A lo dicho, sólo resta sumar el compromiso firmado por Macri con Abel Albino de la fundación CONIN (ver recuadro). La revolución de la alegría no puede ser más que una burda mentira, las gestiones previas nos marcan la tónica de las que vendrán, pero también las luchas libradas nos indican el camino y demuestran que la salida es organizándose para luchar, con las mujeres, los trabajadores y la juventud, defendiendo la salud y la educación públicas, plantándose por el aborto legal, seguro y gratuito.

 

Nico Ducho

 

  • Es esta la nefasta terminología empleada por nuestro Código Penal en el inciso segundo del artículo 86.

 

(Lo siguiente es el recuadro sobre Albino)

 

Macri y Abel Albino: el escandaloso compromiso entre Cambiemos y el Opus Dei

 

El viernes 6 de noviembre, Mauricio Macri firmó un compromiso por el cual, de resultar electo presidente, pondría a la desnutrición infantil en la agenda del gobierno y establecería una política específica para combatirla. El domingo, en el debate, hizo mención al pasar de dicho compromiso. Resulta que el acuerdo lo firmó (¡en la casa de Lilita!) con el Dr. Abel Albino, director de la fundación CONIN, Cooperadora de la Nutrición Infantil. El doctor, vinculado al Opus Dei, exhibe en materia de políticas de salud, posturas propias del oscurantismo, profundamente retrógradas y machistas.

Veamos. Ya en la página de CONIN, al establecer la visión que persiguen dice: “Un país con igualdad de oportunidades en donde todos puedan desplegar su potencial genético y optar con libertad el camino a seguir”. En pleno siglo XXI, el discurso del “potencial genético” resulta, como mínimo, desafortunado y anacrónico. Sin necesidad de bucear mucho más en la página de esta fundación, se encuentran afirmaciones como: “La educación de la madre, como principal agente sanitario es la base de todas las intervenciones que se desarrollan para la recuperación del niño, y es a través de ella que se busca la integración de la familia y de la comunidad”. No es el Estado el responsable, es la madre en el hogar la que debe ocuparse de los chicos. En el fondo, el verdadero hilo conductor de las políticas que plantea la fundación no es la desnutrición infantil, como nos quieren hacer creer con un discurso emotivo que le lava la cara a la derecha conservadora. El verdadero eje que subyace detrás de todo esto es un  pensamiento atrasado, machista y patriarcal, al cual le quieren levantar una fachada de “amor cristiano”.

“Gobernar es Poblar: ¿Paternidad responsable o fornicación asistida?”, tal es el título del libro publicado por el doctor Albino en 2010. Un libro prologado por un cura, y que resulta (burdamente) engañoso: en lugar de ser un libro científico sobre la desnutrición, su prevención, abordaje y tratamiento, es un manual de atraso, machismo y misoginia. No nos sorprenden, pues, sus recientes declaraciones respecto de la homosexualidad al decir barbaridades como que “más de una vez fue una violación dentro de la familia lo que provocó eso”.

No nos interesa darle tribuna y reproducir el discurso medieval de este personaje, algo que por otra parte nos tomaría una extensión considerable de páginas. Pero es necesario prestar atención a figuras como la de Albino, portavoz y representante de la derecha que se viste de caridad. Para estos personajes no hay clase obrera, no hay explotación, no hay oprimidos. Hay pobres que están destinados a serlo, cuya máxima aspiración es la caridad de los poderosos. Es este el discurso que no puede ser tolerado, discurso al que hay que contraponerle la lucha en las calles por una alternativa que realmente llegue a todos, una alternativa socialista.
N.D.

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