Por Flora Kessler, desde París para Socialismo o Barbarie, 18/11/2015



 

Después de la incredulidad y el dolor, hay una condena general a los criminales. Pero a partir de allí aparecen las diferencias…

 

Uno podía caminar tranquilamente por las calles de París. Hoy la realidad es otra. Cada vez que vemos un café con sillas al exterior pensamos en esos muertos del viernes en la noche, en una sociedad que no está acostumbrada a ver asesinatos en las calles. Pero la violencia asesina existía: cada año mueren 130 mujeres a manos de su pareja, y más de 400 niños perecen anualmente a causa de maltratos[[1]].

Después de la incredulidad y el dolor que han provocado estos asesinatos, hay una condena general a los criminales. Pero a partir de allí aparecen las diferencias.

Nos damos cuenta que gran parte de la población ignora simplemente que el Estado francés interviene militarmente en Medio Oriente desde por lo menos 14 años. E incluso no saben que Hollande había decidido intervenir en Siria, para “parar” la ola de refugiados de este verano, y si lo sabían se han tragado los cuentos del gobierno de una intervención militar en favor de la libertad, para salvar a la población víctima de Daesh (Estado Islámico).

Entonces, para muchos, comienza el delirio islamófobo: que los musulmanes deben condenar los atentados públicamente, que hay demasiadas mujeres con velo, demasiadas mezquitas. Que el Islam engendra por naturaleza asesinos. Y en el metro vemos miradas agresivas hacia las mujeres musulmanas.

La población inmigrante, sobre todo de origen árabe, siente ya más discriminación que de costumbre. Se saben entre los primeros afectados por la situación creada por asesinatos, se preguntan qué les espera. Lo más agresivo no son las miradas que dicen que ocupás un lugar que no es el tuyo, que no eres bienvenido en Francia, sino los controles de la policía y el ejército. Un joven nos cuenta que le han registrado el cuerpo cuatro veces en un día, a la vista de todos, con ademanes violentos, en una estación de metro del sector popular de París.

Después vienen otros análisis, como los que hablan de la exclusión de los jóvenes en los barrios populares de las ciudades-dormitorio, que explicarían la captación por los integristas de Daesh.

Es cierto que hay un terreno propicio desde hace algunos años al proselitismo islamista reaccionario. Una ínfima cantidad de jóvenes víctimas de discriminación, del fracaso escolar producto de la educación elitista francesa, del desempleo y la falta de alternativas políticas de clase, revolucionarias, pueden ser presas de esas redes de integristas fanáticos, financiados y organizados por Arabia Saudita y Qatar para imponer políticas reaccionarias y liberticidas. Incluso algunos jóvenes no musulmanes han sido ganados por estos integristas. Acosan por todos los medios a chicos y chicas de barrios “sensibles” con campañas de propaganda muy inteligente, proponiéndoles relaciones sociales y un futuro mejor.

Pero también está el sector de jóvenes y viejos de vanguardia, que analizan y denuncian los atentados como producto de la política imperialista del gobierno francés en Medio Oriente, entre otros territorios explotados. También muchos intelectuales denuncian públicamente la complicidad de los gobiernos franceses con los países que financian el islamismo terrorista. A través de las redes sociales se ha popularizado una frase que resume estas ideas: “Vuestras guerras (del gobierno), nuestros muertos”, que militantes del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) lanzaron con textos explicando la intervención militar. Miles de personas han leido estos textos a través de internet.

Nos hemos encontrado con un grupo de trabajadores de los hospitales Saint Louis, Tenon, la Pitié y Bretonneaux en la Plaza de la República, donde se reúnen muchas personas en permanencia, a pesar de que las concentraciones públicas están prohibidas, precisamente en una semana donde estaban programadas varias movilizaciones de trabajadores contra el gobierno, ahora suspendidas por el estado de excepción. Ellos hablan de cómo los servicios de emergencia están funcionando cada vez peor, con trabajadores voluntarios que deben venir a trabajar en sus días de reposo, a pesar de la fatiga de hacerlo bajo presión cuando falta personal de manera permanente. Y de que van a continuar la lucha, porque los planes del gobierno contra los trabajadores van a continuar también, que esta situación de parálisis es pasajera.

Se pueden encontrar algunos parecidos entre estos grupos integristas y las bandas narcos conectadas a gobiernos en América Latina, como en México. Ambos buscan aterrorizar a la población, para paralizar la lucha independiente y la resistencia de los jóvenes, los trabajadores y el pueblo. Ambos están al servicio de los poderosos y por el neoliberalismo, y tienen relaciones directas y complicidades con gobiernos represores. Ellos son encargados directos de crear la barbarie y la guerra a la que nos conduce el capitalismo neoliberal en todo el mundo.

[1].- «Le phénomène de l’infanticide pourrait être complètement sous-évalué en France», 20 minutes, 19/01/2014.

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