Por Rafael Salinas


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Elecciones parlamentarias el próximo 6 de diciembre

  

Se ha puesto de moda en América Latina (o más precisamente en Sudamérica) hablar del “fin del ciclo” de los gobiernos “progresistas”. Pero, como todas esas modas, sobre todo cuando la explotan los medios (de falsificación), se prestan a confusiones interesadas… aunque existan procesos reales detrás de ellas.

 

Si hemos de creer en las encuestas, las próximas elecciones parlamentarias en Venezuela, el 6 de diciembre próximo, estarían ya marcadas en el almanaque como el día del apocalipsis del chavismo. Ese día, se vota la renovación de la totalidad de los 167 diputados que componen la Asamblea Nacional; es decir, el congreso o parlamento venezolano.

 

Últimamente las encuestas electorales han demostrado ser poco confiables, incluso en países supuestamente “serios” como el Reino Unido. En verdad, hay mucho “dibujo” según los deseos de quien las encargue, sobre todo si se hacen para ser publicadas.

 

En el caso de Venezuela, hay que tomarlas además con doble cuidado. Pero, cifra más, cifra menos, hasta ahora muestran una perspectiva sombría para el chavismo en general y para el gobierno de Maduro en especial, incluso en encuestas de publicaciones oficialistas. Si la votación del 6 de diciembre las confirmase, Maduro perdería la mayoría del parlamento. Se abriría entonces el interrogante de cómo seguir gobernando hasta el lejano abril de 2019, en que finaliza su mandato.

 

Un desgaste acelerado

 

Desde el 14 de abril de 2013, en que asume la presidencia, Maduro (y el PSUV) han sufrido un desgaste acelerado. Los problemas ya venían de antes, pero fueron tomando dimensiones cada vez mayores y más graves. Su base material es el derrumbe de los precios del petróleo, que impactan en una sociedad que Chávez, en verdad, no cambió gran cosa. Como desde hace casi un siglo, Venezuela sigue viviendo –y dependiendo– de la renta petrolera.

 

Esto lo están pagando, en primer lugar, los trabajadores venezolanos, con una inflación monstruosa que ha licuado los salarios, con las colas interminables para conseguir alimentos y otros productos de primera necesidad, con la falta de medicamentos y hasta de algodón o pañales… y ahora, sobre todo en los últimos tiempos, con despidos y cierres de establecimientos.

 

En artículos anteriores[1], describimos este panorama cada vez más desastroso. Frente él, Maduro y su gobierno sólo han atinado a montar diversas fábulas para sembrar la confusión sobre sus causas… y, ante todo, para desviar la atención de los que se están llenado los bolsillos con ese desastre.

 

Ya explicamos cómo la ficción oficial de que 1 dólar vale 6,3 bolívares, cuando en verdad en el mercado “paralelo” se paga hoy más de 700 bolívares, es el marco del gran negocio de toda la burguesía venezolana (“boliburgueses” u opositores). Si uno está convenientemente “relacionado”, como para conseguir divisas a precio oficial con el cuento de hacer importaciones, puede ganar fortunas, ya sea haciendo importaciones falsas y quedándose con  los dólares, o importando productos para después enviarlos de contrabando a Guyana o Colombia.

 

Para tener una idea de esta inmensa sangría. El costo de las importaciones de fármacos subió de 434 millones U$A en 2003 a 2.443 millones U$A en 2014. ¡Sin embargo, mágicamente, el peso de las importaciones de fármacos bajó 8 veces!!![2] Esto explica el enigma de que Venezuela gasta casi seis veces más que hace una década en importar remedios… pero hay que hacer cola para conseguir aspirinas…

 

Estos fraudes podrían afrontarse con una simple medida: nacionalizar el comercio exterior. Pero esto haría muy difícil a todas las pandillas de la burguesía pelear su parte de la renta petrolera, en momentos en que se han derrumbado los precios de los hidrocarburos. ¡El “socialismo” del siglo XXI no llega a esos extremos!

 

Malos augurios para Maduro… pero con signos de interrogación sobre la oposición de derecha

 

Los salarios licuados por la inflación, la escasez, las colas y los despidos generan la tendencia a un “voto castigo” contra Maduro y la coalición electoral que encabeza el PSUV, el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB), donde también participa el PCV y otros partidos menores.

 

Esta tendencia al debilitamiento del gobierno hasta el punto de perder las elecciones, es lo que primero salta a la vista en los diferentes sondeos electorales, aunque en proporciones y modos distintos.

 

Sin embargo, eso no implicaría que automáticamente los votos que pierden el PSUV y su coalición irían al bolsillo de la oposición de derecha, la MUD (Mesa de Unidad Democrática). En las diversas encuestas se insinúa otra posibilidad, que hasta ahora no se había dado en anteriores elecciones bajo la V República.

 

Por regla general, estas elecciones han sido extremadamente polarizadas entre el chavismo y la oposición de derecha. Eran un péndulo que oscilaba exclusivamente entre esos dos polos. Prácticamente no dejaban margen para terceros en discordia. Y, cuando por alguna circunstancia, el voto al chavismo estaba esquivo –como sucedió en el referéndum de la reforma constitucional de 2007–, esto no se expresaba positivamente, sino mediante la abstención; es decir, no yendo a votar.

 

Ahora, en distintas proporciones según cada sondeo, se insinúa otro panorama: una proporción mayor o menor de un llamado “voto independiente”. El origen de este voto sería principalmente de sectores del chavismo hartos de Maduro y el PSUV, pero que tampoco por eso les cae simpática la repelente “Mesa de Unidad Democrática”.

 

Probablemente, esto sería no sólo por sus posiciones políticas y el descarado auspicio de Washington. También pesaría el hecho –de cierta importancia en la sociedad venezolana– de que sus dirigentes –desde el “moderado” Capriles hasta el desaforado “facho” Leopoldo López– son casi todos blanquísimos hijos de la burguesía venezolana.

 

Para la masa de votantes chavistas, Chávez, a simple vista, era uno de ellos. Ni Capriles ni López pueden ser vistos así. Por otra parte, un “voto castigo” a Maduro no implica que las masas desilusionadas del PSUV deseen volver al desastre de la IV República.

 

¿Esto llegará a traducirse en un voto “independiente”? ¿Y de qué contenido?

 

Notas:

1.- Ver en Socialismo o Barbarie, 13/08/2015, “Venezuela y Ecuador: dos casos de pronóstico reservado” y “Venezuela: ¿Parados sobre un polvorín?”

2.- Manuel Sutherland, “Venezuela: crisis, importación, dólares, inflación-escasez y el default inevitable”, CIFO, 13/08/2015.

 

 

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Ganar al posible “voto independiente” para una alternativa obrera y socialista

 

Por supuesto, para los socialistas revolucionarios no hay terreno más difícil y complicado que las elecciones burguesas… lo que no quita de ninguna manera la necesidad y obligación de participar. Además, las tendencias favorables que en un momento se insinúan –como que una parte del voto en ruptura con el chavismo no vaya automáticamente hacia la derecha–, pueden esfumarse finalmente cuando el aparato electoral de la burguesía vuelque todo su peso a imponer la polarización.

 

Sin embargo, esto no disminuye la obligación política de los que se reclaman del socialismo revolucionario, para ir hasta el final en tratar de aprovechar esa posible oportunidad. Y ahora con más razón, porque la combatividad de la clase obrera y trabajadora de Venezuela confrontada a la bancarrota del chavismo, podría dar como resultante un curso político independiente, por lo menos de algunos sectores más avanzados.

 

Esto implica, concretamente, responsabilidades para dos organizaciones, el PSL (Partido Socialismo y Libertad) y Marea Socialista. En un estado, Mérida, han acordado candidatos comunes. Pero, inexplicablemente, esto no se ha extendió a todo el país. Si era correcta la unidad en Mérida, ¿por qué no en el resto de los estados?

 

Esto exigiría asimismo, promover una amplia unidad de todas las organizaciones y corrientes independientes, socialistas revolucionarias, así como de los sectores del activismo obrero y juvenil que no la van ya con el chavismo pero tampoco con la MUD y sus dirigentes millonarios.

 

En relación a Marea Socialista, es ya insostenible su política de seguir alineándose como corriente del chavismo que hoy –más allá de discursos “rojos”– implica apoyar la política cada vez más reaccionaria, antiobrera y represiva de Maduro. Y, para el PSL, su iniciativa de impulsar en las elecciones una alternativa independiente del chavismo y la MUD, es contradictoria con las alianzas que desde hace tiempo ha venido cultivando, con corrientes como el FADESS de Froilán Barrios alineados con Capriles.

 

Hoy Venezuela vive, probablemente, un giro histórico como fue en los 90 el hundimiento de la IV República y el surgimiento del chavismo… que a su vez “taponó” el camino a una alternativa política de clase e independiente.

 

Ahora la crisis del “chavismo” esboza una nueva etapa. Pero es apenas un esbozo de signo aún indefinido. Pero es en situaciones así donde la acción de las organizaciones revolucionarias, aunque sean pequeñas, puede definir muchas cosas.

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