Por Claudio Testa



 

“Consecuencia necesaria de la competencia es entonces el empeoramiento general de las mercancías, la falsificación, la adulteración, el envenenamiento general, tal como se muestra en las grandes ciudades.” (Karl Marx, 4. La acumulación de capitales y la competencia entre capitalistas, Manuscritos Económicos y filosóficos de 1844, Primer Manuscrito)

 

Nada nuevo bajo el sol. Ya mucho antes de escribir El Capital, el joven Marx advertía que “la falsificación, la adulteración, el envenenamiento general” de las mercancías que se producían y ponían a la venta, era norma del naciente modo de producción capitalista.

Lo de la Volkswagen –que falsifica y adultera la medición de los gases venenosos producidos por sus motores–, prueba que, a ese respecto, no hay nada nuevo en el capitalismo del siglo XXI.

El mecanismo era ingenioso. Los motores diesel de las marcas Volkswagen, Porsche y Audi tenían en sus computadoras un software que permitía “manipular” (o sea, falsificar) la medición de gases contaminantes que emitían.

Pero en eso no operaban solos. Otra gran corporación alemana, Robert Bosch, les suministró ese software para ocultar su delito. Ahora, dando muestras de la hipocresíacon que se maneja el gran capital, los directivos de Bosch se declaran inocentes. Alegan que “Bosch entregó el software en 2007 para utilizarlo para las pruebas de emisiones, pero dijo a Volkswagen en una carta que el uso que tenía previsto hacer del mismo era ilegal…”[1]

¡Qué Santos Inocentes los directivos de Bosch! Confeccionaron el software que durante ocho años permitió a Volkswagen envenenar impunemente el aire que respiramos… pero enviaron una cartasecreta para advertir… al envenenador. ¡Están perdonados!

 

¿Sólo Volkswagen?

 

Las lógicas sospechas se extienden ahora no sólo a Volkswagen y sus diversas marcas, sino al conjunto de la industria automovilística. Es que el record de fraudes y ocultamiento de defectos es una larga historia de toda esa rama.Ahora se sospecha que la diferencia de Volkswagen con otras marcas, es que a la empresa alemana la descubrieron. Por esa razón, algunos funcionarios europeos –como el ministro de Economía francés, Michel Sapin–, se curan en salud, reclamando que la Unión Europea investigue a todos los fabricantes.

Las sospechas son explicables, porque la industria del automóvil –espina dorsal de la producción capitalista desde hace un siglo– tiene una historia particularmente ignominiosa en ese terreno.

En 1965, hace ya 50 años, un investigador estadounidense – Ralph Nader– se hizo mundialmente famoso con un libro: “Unsafe at AnySpeed” (Peligroso a cualquier velocidad). Fue un “best-seller” donde explicaba los peligros de diseño del automóvil norteamericano, en especial el Chevrolet Corvair de General Motors, de gran moda en ese momento.

 

Pero Nader fue más allá de las cuestiones técnicas. Políticamente, demostró la directa conexión de estos problemas con el bolsillo de la GM y demás fabricantes. Se negaban a gastar dinero en cosas tan elementales como poner cinturones de seguridad. Sólo el estruendo que provocó el libro de Nader, obligó a esas corporaciones a colocarlos.

 

Desde entonces, las cosas en el fondo no han cambiado. Así, meses antes de estallar el escándalo Volkswagen, los grandes fabricantes japoneses de automóviles Toyota y Nissan, se vieron obligados a reemplazar los airbags de casi diez millones de sus vehículos, porque eran una trampa mortal si tenían un choque.

 

El Gran Hermano los vigila

 

“Incidentes” como estos son de rutina, pero se publicitan poco. La insólita repercusión de la denuncia contra Volkswagen, quizás se explica por haber entrado en colisión con laEnvironmentalProtection Agency (EPA – Agencia de Protección del Medio Ambiente) de Estados Unidos, que hizo la investigación del fraude.

Obviamente, en Washington no deben ver con mucha simpatía a Volkswagen. Aunque General Motors y Ford la aventajan en EEUU, en el resto del mundoVolkswagen (y la japonesa Toyota) superan de muy, muy lejos a las marcas norteamericanas.

Pensamos esto, porque la EnvironmentalProtection Agency suele ser ciega, sorda y muda frente a diversas atrocidades contra el medio ambiente que se perpetran allí, como el fracking… que ha colocado a EEUU entre los mayores productores mundiales de hidrocarburos (petróleo + gas).En lo del fracking, la EPA mira para otro lado.

 

Notas:

1.- Friedrich Geiger, “Bosch suministró software a Volkswagen y advirtiósobreusoilegal”, Wall Street Journal, 28/09/2015.

 

Gato por liebre

La práctica de vender gato por liebrehace a la naturaleza del capital, porque es parte de los mecanismos para inflar sus ganancias. Los operativos para “falsificar, adulterar y envenenar” –como advertía Marx– se extienden a todos los productos y prácticas… con tal que dejen más ganancia.

Es verdad que los estados capitalistas tienen abundantes legislaciones sanitarias y de control. Pero su misma exuberancia, prueba la potencia de esa tendencia del capital a multiplicarse a costa de la salud y la vida de los seres humanos…algo que las reglamentaciones dificultan pero no evitan.

Esto se ve, por ejemplo, en dos ramas de la producción que afectan directamente al hombre, como los fármacos y los alimentos.

La industria farmacéutica es el teatro de las más ingeniosas prestidigitaciones. Allí los cañones apuntan a varios blancos. Entre los más importantes está el de hacer consumir medicamentos que, aunque sean inocuos, son innecesarios con una alimentación normal. Uno de los casos más famosos en el siglo pasado fue el delirio por la vitamina C, que se publicitaba como un “curalotodo”, en primer lugar de la gripe. Claro que había que consumirla en dosis enormes… algo muy conveniente para Roche y otros grandes laboratorios dedicados a las vitaminas…

Otras estafas no son ya tan innocuas. Afectan al bolsillo… pero también la salud. Consisten en exagerar el beneficio de una medicación o procedimiento médico, y subestimar sus riesgos.

En los mismos días que tronaba el escándalo Volkswagen, otra noticia era silenciada por la mayor parte de los medios: “Essure: La multinacional farmacéutica Bayer contra las cuerdas”.[1]

En ese artículo de un diario español de izquierda, se denuncia que nuevos estudios sobre el dispositivo anticonceptivo Essure, que produce Bayer, revelan que tiene una eficacia muchísimo menor que la publicitada por la corporación.

Lo vendían asegurando que tenía “un 99.9% de éxito en la prevención de embarazos”.(cit.). En verdad, “Essurefracasaría en una de cada ocho mujeres, y con efectos secundarios bastante desagradables e incluso peligrosos como perforaciones de los tubos ováricos, infecciones y dolores agudos frecuentes en la zona lumbar”.(cit.)

 

Ni los peces se salvan

 

La producción de alimentos a escala industrial, como por ejemplo el pollo, es un avance importante de las fuerzas productivas. Pero en manos del capitalismo, las aves desbordantes de antibióticos y hormonas para acelerar su crecimiento, no son garantía de alimento saludable.

 

Pero ahora también llegan las malas noticias sobre el aristocrático salmón. Esto ha desatado la ira de diarios como “La Nación”. En su edición del 12/09/2015, nos informa que hoy el salmón “por su crianza es menos sano que una hamburguesa”.[2]

 

Es que la pesca industrial irrestricta (otra calamidad del capitalismo) ha logrado casi exterminar la especie. Entonces, se establecieron criaderos de salmones. Pero, como en todo negocio capitalista, hay que maximizar las ganancias.

Para eso, –informa La Nación– “los peces reciben antibióticos y pesticidas para evitar la propagación de enfermedades en los criaderos donde crecen hacinados y colorantes para lograr su característico tono rosado artificial, ya que el natural se obtiene sólo a partir de la alimentación de crustáceos y se alcanza recién a los tres años, es decir, más del doble del tiempo con el que salen al mercado (el promedio de los pescados que se consumen en la mesa de los argentinos no supera los 15 meses)… [Entonces] el salmón de criadero está lejos de ser un alimento sano y natural… Su cultivo supera en horror al pollo…Es cinco veces más tóxico que una hamburguesa de cualquier cadena de comidas rápidas”.(cit.)

Que la plebe se envenene con hamburguesas, pase. ¡Pero respeten a nuestros salmones!, clama indignada La Nación.

¡La consigna de envenenar, falsificar y adulterar no perdona ni a sus aristocráticos salmones!

 

C.T.

 

Nota:

1.- eldiario.es, 23/09/2015, Madrid.

2.- Laura Reina, “El salmón, un alimento de lujo cada vez más polémico”, La Nación – Suplemento Sábado, 12/09/2015.

 

 

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