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Al aparecer esta edición de nuestro semanario Socialismo o Barbarie, se estará realizando en Ecuador el “Paro Nacional del Pueblo”, convocado por una multitud de organizaciones sindicales (la mayoría en el Frente Unitario de Trabajadores que agrupa a las cuatro centrales), movimientos sociales (en primer lugar indígenas, encabezados por la importante CONAIE, Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), federaciones estudiantiles y una diversidad de movimientos políticos y partidos de izquierda.

Esta movilización está parcialmente en curso desde el 3 de agosto, día en que la CONAIE inició una “Marcha por la dignidad, la democracia y contra el extractivismo”, que arribará a Quito cuando el paro.

A diferencia de Venezuela, esta movilización opositora (que cuenta este año con antecedentes importantes de movilizaciones el 19 de marzo y el 1º de Mayo) no la convocan los partidos de la oposición patronal sino las principales organizaciones sindicales, campesinas, estudiantiles y partidos de izquierda.

Lo que ha encendido el fuego de la oposición a Correa son las medidas que ha ido tomando para responder a la crisis. Ecuador, como Venezuela vive casi totalmente de la exportación de bienes primarios (un 91% Ecuador contra un 95% de Venezuela), cuyos precios hoy están por el suelo.

Esta situación se combina con que Ecuador sigue sin tener moneda propia. Desde 1999 utiliza el dólar. Correa no rectificó esto cuando se vivía la bonanza de las materias primas. Si Ecuador tuviese moneda propia, podría maniobrar y hacer ajustes vía emisión-inflación.

Ahora es demasiado tarde para cambiar de moneda. Cualquier ajuste hay que imponerlo “a lo bestia”, como les sucede a los desdichados griegos, españoles, portugueses o italianos encadenados al euro.

Las medidas tomadas por Correa implicaron efectivamente ir al choque, con medidas de ajuste que van desde importantes aumentos de la electricidad hasta retirar la financiación estatal del 45% del monto de las jubilaciones. Asimismo, la caída mundial de las commodities no ha hecho rectificar a Correa la línea del “extractivismo”. Es decir, basar el desarrollo de la economía de Ecuador en la extracción y exportación de minerales e hidrocarburos realizadas, además, por corporaciones extranjeras. Por el contrario, las necesidades inmediatas obligan a redoblar estas políticas.

A eso suma la negociación de un “Tratado de Libre Comercio” con la Unión Europea. Esto es particularmente rechazado por la CONAIE y otras organizaciones indígenas-campesinas, que temen –como sucedió a México con el NAFTA– ser barridas por la producción agrícola subvencionada.

Choques con la burguesía

Por supuesto, las medidas frente a la crisis pusieron a Correa en “cortocircuito” con los trabajadores y sectores campesinos (muchos de los cuales han sido sus votantes). Pero también implicó choques con la gran burguesía y las llamadas “clases medias”, sobre todo sus capas más altas.

A principios de este año, Correa presentó proyectos de leyes de “herencia” y de “plusvalía” (impuesto a las ganancias), que aterrorizaron los bolsillos de estos sectores. Este descontento desde la derecha, puso también en la calle a estos sectores privilegiados que, en las “redes sociales” –por ejemplo, en el Facebook de la CONAIE– decían: “Todos a marchar por una sola causa: ¡fuera Correa, no al comunismo (textual!)!”

Esto se expresó no sólo en Facebook: así la movilización del 19 de marzo mostró un carácter peligrosamente “ambiguo”. Convocada y encabezada por las organizaciones sindicales y populares que ahora llaman a la jornada al 13 de agosto, incorporó a importantes sectores de la clase media de Quito, que venían a tumbar a Correa por “comunista”… ya que pretendía cobrarles impuestos…

Correa se curó en salud, retirando los proyectos de leyes de “herencia” y de “plusvalía”… pero no las otras medidas que van contra los trabajadores, los campesinos, etc.

Si se va Correa, ¿que venga quién, para hacer qué?

Esto exige a los luchadores obreros, campesinos y estudiantiles de Ecuador clarificar bien el programa no sólo para la acción del 13 de agosto, sino también para las perspectivas más estratégicas. De hecho, cada convocante del 13-A levanta programas y consignas muy distintas.

Lo más chocante es que la cuestión esencial –si se va Correa, ¿que venga quién, para hacer qué?–, permanece generalmente sin respuesta o se la contesta con ambigüedades gaseosas.

Es evidente que en Ecuador, la oposición de derecha no puede, como en Venezuela, impulsar directamente un movimiento que tumbe al malherido nacional-populismo de Correa. Pero, la historia reciente de Ecuador –donde han caído varios gobiernos por efecto de rebeliones populares masivas– indica que si de allí no surge un reemplazo, después el vació lo ocupan otros.

La oposición a la derecha de Correa está encabezada principalmente por Guillermo Lasso –millonario ultra-neoliberal– y su partido «Creando Oportunidades» (CREO). Luego le siguen el ex-militar y ex-presidente Lucio Gutiérrez (derrocado en la rebelión de abril del 2005) con su Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero.

En el bloque de organizaciones que convocan al 13-A, hay dirigentes (como los de Pachakutik, expresión política de la CONAIE) que han sido ministros de Gutiérrez. Asimismo, desde esos sectores políticos de la CONAIE, se propuso públicamente “dialogar” con Lasso, Gutiérrez y otros personajes de la misma calaña para establecer una alianza.[1] El repudio los hizo callar, pero no creemos que se hayan arrepentido de esa política. Otro sector convocante, como la Coordinadora Plurinacional de las Izquierdas han sido ministros y funcionarios de Correa. La independencia política y de clase no es precisamente el rasgo de muchas de las direcciones convocantes, aunque estén al frente de organizaciones obreras, campesinas y populares. A eso se suma, en la “extrema izquierda”, el peso de organizaciones maoístas, que combinan la verborragia “revolucionaria” con las peores políticas decapitulación.

El paro y movilización del 13-A es absolutamente legítimo. Hay que enfrentar el giro de Correa, que descarga la crisis sobre los trabajadores y las masas populares de Ecuador. Pero, al mismo tiempo, hay que hacer eso repudiando explícitamente a la oposición de derecha, que puede tratar de aprovechar eso para “combatir al comunismo”. O, sea sacar a Correa, para gobernar ellos.

La situación hace imprescindible que los luchadores más conscientes en Ecuador se agrupen en una organización socialista revolucionaria, para levantar una nueva alternativa.

Nota:

1.- “Pachakutik evalúa diálogos con otros sectores”, El Universo, 16/05/2015.

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