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A horas de las PASO

 

El informe de Periodismo Para Todos (PPT) impactó como un misil en la línea de flotación de la campaña del jefe de Gabinete y las esquirlas se expandieron por todo el kirchnerismo bonaerense; la preocupación ayer en el pináculo de la dirigencia oficialista era palpable, sobre todo por el ocasional daño que pudiera provocar en la candidatura presidencial de Daniel Scioli, que ayer se recluyó en el mayor de los silencios” (La Nación, 4 de agosto del 2015).

Escribimos este editorial cuando faltan pocas horas para las PASO del 9 de agosto. Nuestro partido hizo una enorme campaña en todo el país y, naturalmente, las expectativas son elevadas. De todos modos, conviene detenerse en el contexto general de la elección para luego volver sobre la posible elección de la izquierda en su conjunto.

Un acelerado deterioro del contexto económico

El primer elemento a destacar es cómo el contexto por el cual transita la vida política y económica del país ha sufrido un acelerado deterioro últimamente. Estos elementos los venimos señalando en estas páginas, pero no está mal recordarlos nuevamente.

En el terreno económico está, en primer lugar, la baja persistente del crecimiento en China. China podría quedar este año por detrás del esperado 7% de aumento de su PBI, lo que marcaría un nuevo récord en su declive; es cada vez más evidente que la segunda economía mundial no encuentra un punto de equilibrio a partir del cual, eventualmente, recuperar dinamismo.

El gigante oriental se encuentra atravesado por enormes contradicciones que no podemos analizar en detalle; sin embargo, nos interesa identificar someramente dos. Una, desde el punto de vista estrictamente económico, el proceso de sobre-acumulación de capitales que viene sufriendo en varios terrenos: inmobiliario, obras de infraestructura, incluso en determinadas ramas de la industria. Una sobre-inversión que dificulta la valorización del capital invertido (es decir, obtener ganancias de él) y, lógicamente, atemoriza para realizar nuevas inversiones.

Dos, otro factor que podríamos señalar como “socio-económico”: una grave crisis en el tradicional manejo de la población (la gente se mueve entre el campo y la ciudad con pasaportes internos obligatorios). Es muy difícil que crezca el consumo interno en el país si no se dan dos condiciones: a) dejar que la población migrante –que constituye la flor y nata de la nueva clase obrera– se establezca definitivamente en las ciudades y no siga siendo “extranjera” en ellas; b) concomitante con lo anterior, dejar que ocurra un aumento de salarios, fenómeno que de manera inevitable vendría del definitivo establecimiento del nuevo proletariado en las urbes.

El problema dramático es que esto liquidaría uno de los pilares de la competitividad económica del gigante asiático en el mercado mundial: los bajos salarios respecto de los que se pagan en el mundo, a la vez que posibilitaría elementos de “agregación” y “solidaridad social” que permitirían un proceso de sindicalización inédito en el país, cuya consecuencia evidente sería comenzar a modificar las adversas relaciones de fuerzas del gigantesco proletariado chino respecto de la burocracia del PCCH que gobierna el país.

La lentificación del crecimiento chino, al ser hoy el principal consumidor de materias primas del mundo, viene derrumbando el precio de estas, caída para la cual no se ve en lo inmediato un mercado sustituto.

Una dramática crisis en Brasil

El retroceso de China ha golpeado de lleno a otro gigante: Brasil. Se espera que este año su PBI retroceda un 1,5% y sus empresarios empiezan a quejarse por la falta de competitividad del país. Esta situación es la que ha llevado a Dilma Rousseff a poner en práctica un durísimo ajuste económico buscando recuperar la competitividad perdida. Parte de este ajuste es dejar correr la devaluación del real: ha llegado a su cotización más baja desde el 2003. El efecto contradictorio de esta medida: la ocurrencia de un fuerte salto inflacionario en las condiciones de una caída del producto que lleva para arriba los índices de desempleo.

Como si fuera poco, el deterioro económico se está combinando con la más grave crisis política de toda la gestión del PT: Rousseff está en el punto más bajo de su popularidad, alcanzando 7%, un índice dramáticamente bajo, similar a cuando Collor de Mello fue echado del poder por la movilización popular a comienzos de los años 1990.

Para colmo, y como se observó ya en las últimas elecciones presidenciales del año pasado en dicho país, el PT ha perdido su tradicional base electoral en los municipios obreros del gran San Pablo (el llamado ABCD); es un dato de importancia que el PT, nacido como un auténtico partido de trabajadores (de connotación reformista), haya vivido una suerte de “transformismo” que lo vació de contenido convirtiéndolo en un “vehículo” para el ascenso de una “nueva burguesía” a posiciones de privilegio en el seno del estado.

De ahí los casos de corrupción que están jaqueando al gobierno (desde Lula y Dilma para abajo, todos sus funcionarios están involucrados en esa mugre), al tiempo que el debilitamiento de su base social tiene como consecuencia que está paralizado, a la defensiva: es incapaz de movilizar masivamente para responder a la eventualidad cada vez mayor de juicio político a Rousseff.

Cuando la economía amenaza con meter la cola

En cualquier caso, la suma de la crisis económica en China y la económica-política en Brasil (a lo que se puede sumar el debilitamiento del gobierno progresista de Bachelet en Chile, Correa en Ecuador y ni hablar del chavismo en Venezuela) suman para el deterioro del contexto en el cual opera el oficialismo en nuestro país.

Sobre llovido, mojado: en las últimas semanas se terminó instalando el debate de hasta dónde llega el deterioro de la economía argentina. Seguramente será tarde para que las contradicciones económicas crecientes del país impacten en los resultados de las PASO (todas las encuestas anticipan que Scioli las ganaría caminando).

Pero en un país como la Argentina, el tiempo que falta hasta octubre es tan “sideral” que podría introducir una serie de imponderables que modifique en algo la carrera que se cree triunfal del ex motonauta a la presidencia.

La realidad testaruda de la escalada del dólar paralelo a 15$, sumada a la enorme devaluación en el Brasil, el fortalecimiento del dólar mundialmente y la posibilidad del aumento de tasas de interés a fin de año en el amo del norte, son todas presiones que van para el lado de una devaluación en regla de la moneda argentina.

Los que han motorizado el reclamo devaluatorio las últimas semanas son los empresarios: un nuevo “club de los devaluadores” que está planteando que el dólar oficial a 9 pesos “no se aguanta más”, que los costos y sobre todo los salarios en dólares están “demasiado elevados” y un largo rosario de quejas que apuntan hacia el mismo lugar: imponer la devaluación.

Junto con esto, se exige una serie de medidas de ajuste económico para que la devaluación no sea “comida” en poco tiempo (como ocurrió con la de enero del 2014): frenar el gasto del estado, reducir el déficit fiscal, frenar la emisión de moneda; medidas para evitar que la devaluación se traslade rápidamente a los precios y salarios quedando sin efecto.

Y debemos agregar que Kicillof, que tanto alardeó contra los fondos buitre, acaba de declarar que el próximo gobierno deberá “inevitablemente” acordar con ellos…

De todas maneras, siguiendo a pies juntillas la práctica burguesa de “no decirle la verdad al electorado si se quiere ganar la elección” (Menem), ni Scioli ni Macri dicen qué medidas tomarán de llegar al gobierno.

De ahí que la campaña de nuestro partido denuncie abiertamente la devaluación que se viene y el ajuste que le será concomitante, sea de la mano de Scioli como de Macri.

Fernández vs. Domínguez

A pocos días de las PASO, al oficialismo se le sumó otra preocupación de mayores consecuencias en lo inmediato: la feroz interna desatada en la provincia de Buenos Aires entre sus dos listas a gobernador.

La realidad es que Scioli tenía la elección prácticamente “asegurada” (tanto en agosto como octubre). Pero el ensombrecimiento repentino del panorama económico (¡no por ello menos esperable!), sumado a esta “guerra interna” en el seno del PJ provincial, podrían arruinarle la “fiesta” (no tanto para el domingo 9 sino para octubre).

Las acusaciones entre Fernández y Domínguez han alcanzado niveles que pueden hacerlas incontrolables. Es obvio que a Aníbal Fernández le montaron una operación desde el programa de Lanata; una operación muy oportuna. Desde ya que entre estas mafias burguesas –sean oficialistas u opositoras– no se puede poder las manos en el fuego por ninguna de las dos: ¡una de las características de la política burguesa es ser una cloaca sin principio alguno!

De todos modos, es evidente que la operación contra Aníbal beneficia a Domínguez o, en todo caso, a Macri y Massa.

Respecto de Domínguez, el problema parece ser que no puede permitirse perder (en todas las encuestas aparece detrás de Fernández). La crema del aparato de los intendentes provinciales –expresado en Espinoza, de la Matanza– se inclinó por él y, en caso de ser derrotados, se daría la rara circunstancia de que quedaría al frente de la provincia alguien por el cual no apostaron.

En todo caso es evidente que al conjunto de la oposición le conviene que la interna del PJ se caliente, que se “maten”, lo que tiene consecuencias no solo a nivel provincial sino que podría impactar de lleno en la campaña de Scioli.

En todo caso, nuestro partido reforzará el alerta por el ajuste que viene en la campaña que se viene hacia octubre (sea nacionalmente o en los distritos donde pasemos el 1,5%), como parte de la batalla que venimos dando por colocar una alternativa socialista sobre la mesa del debate de la campaña.

(Recuadro)

Vamos por miles de fiscales en todo el país

Por abajo, en lo que hace a la izquierda, la elección parece venir muy abierta. Nuestro partido está haciendo una histórica campaña a nivel nacional, llegando como Nuevo MAS a lugares de trabajo, barrios, regiones y provincias adonde jamás habíamos llegado. Estamos fundando nuevos equipos y regionales en provincias antes impensadas, y la apertura de nuevos locales partidarios está a la orden del día. ¡El caso es que vamos a fiscalizar el domingo prácticamente en todo el país!

En la masa de reflejos de la actividad hay varios elementos comunes: el cansancio “con los de siempre”, la inclinación a votar por “partidos chicos”, el buscar “caras nuevas”, el ver las PASO (contradictoriamente) como una instancia para votar más “libremente”, menos condicionados por el voto útil, el hecho que el país siga instalado en un clima progresista general sin giro a la derecha, que la masividad de los spots gratuitos sean una suerte de brecha o “consecuencia no intencionada” de una ley proscriptiva que deja afuera la representación de parte importante del electorado en la elección que realmente vale: la de octubre.

Todos estos elementos parecen abonar a una importante elección de la izquierda, salvo por lo que sale en las encuestas, que a priori muestran una baja intención de voto incluso en el caso del FIT. Contradiciendo esto, en la campaña de nuestro partido vemos extendiéndose la simpatía por la candidatura de Manuela, que ha impactado sobre sectores objetivos del electorado.

Es verdad, de todos modos, que la votación de la izquierda en general (el FIT y nuestro partido) viene siendo más contundente entre amplios sectores urbanos, por así decirlo, que entre el grueso de los trabajadores; entre estos predomina Scioli (y en menor medida Massa); tiene peso la “clausura” que impone el trabajo fabril, el que las “novedades” lleguen más tarde ahí, y también la censura que ejercen la burocracia y la patronal. Todo lo cual no quita que un sector de vanguardia, de la nueva generación obrera o de trabajadores con tradición, voten alguna variante de la izquierda.

En conclusión: qué votación obtendremos, ¡solo Mandrake los sabe! Seguramente será de cierta importancia, pero la evaluación de sus alcances reales de la misma –más allá de especulaciones subjetivas– es muy compleja para hacerla por anticipado.

Los resultados de las urnas lo dirán, sobre todo si se logra evitar las avivadas, el robo de boletas, el que los punteros del PJ, la UCR y el PRO se hagan “dueños” de las escuelas y otros fenómenos por el estilo que introduzcan matices fraudulentos en la elección. De ahí la enorme importancia de la fiscalización el domingo.

De todos modos, independientemente de los resultados electorales, la campaña de nuestro partido ya es histórica para el Nuevo MAS: nos está permitiendo dar un salto de envergadura, acercándonos a la meta de transformarnos en una organización realmente nacional, dejando instalada a Manuela como una figura política y haciendo emerger al partido como la otra alternativa en el seno de la izquierda. Casi que se podría decir que para el 9 hemos derrotado el intento del FIT de presentarse como la “única izquierda” en el país; se verá si esto podrá terminar de consolidarse hasta octubre.

En definitiva: se verá si los esquivos votos (que van y vienen) nos acompañan para redondear un salto cualitativo en la instalación del Nuevo MAS y de Manuela Castañeira en la escena nacional que nos ayude a transformarnos en una actor político para lo que realmente importa: las enormes batallas que se vienen en el 2016 y más allá, cuando el país, seguramente, saldrá de este clima general de “primavera política” light para instalarse en un escenario de duras luchas contra el gobierno del ajuste que viene y todos sus agentes entre los trabajadores.

Te invitamos a que nos ayudes a defender nuestros votos en todo el país, la enorme elección que seguramente haremos, asegurando que si hay una posibilidad entre diez de romper las PASO proscriptivas, las rompamos.

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