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El pasado 15 de junio se realizaron en la provincia de Santa Fe las elecciones generales para los cargos de gobernador, senadores y diputados, intendentes y concejales municipales. Al igual que las PASO, tanto la transparencia del proceso electoral como sus resultados están cuestionados al día de hoy. A diferencia de las recientes PASO, la particularidad de esta elección provincial es que arroja un resultado donde casi la totalidad de votos se reparte en tres partes casi iguales entre las tres fuerzas mayoritarias (FPCS, PRO, FpV) quedando una diferencia muy exigua de votos entre el primero y el segundo, por lo que hasta el momento ambos se adjudican la victoria, tanto el oficialismo Frente Progresista que lidera Miguel Lifschitz y el PRO que encabeza Miguel Del Sel.

Las elecciones de Santa Fe tienen su importancia nacional en la medida que prefiguran las posibilidades, tanto del oficialismo K como de la oposición patronal, de cara a las primarias nacionales y al armado de las listas y sus candidatos. Debido a las irregularidades denunciadas durante los comicios  y el recuento de votos, aún no se han oficializado los resultados definitivos que se esperan hacia el fin de semana. El Gobierno provincial  del PS se niega a realizar un nuevo recuento total de «voto por voto», que sería lo correcto desde el punto de vista democrático, y sólo se mostró dispuesto a revisar las mesas que fueron denunciadas. De todas maneras, gane quien gane, es en los hechos casi un virtual empate técnico y al mismo tiempo una victoria que sin duda condicionará en más de un sentido la posibilidad de gestión del ganador.

Respecto del binnerismo que gobierna actualmente la provincia, se verifica un duro golpe y una confirmación del «voto bronca», que si bien en las PASO había favorecido al PRO, apareció ahora más repartido entre el PRO y el candidato del Frente para la Victoria (Omar Perotti). El deterioro y la crisis política del PS se verifican en la ciudad de Rosario, donde pese a haber conservado el municipio reconfirmando a la actual intendenta Mónica Fein, lo hace con un muy apretado margen (siendo que Rosario ha sido en otros momentos un bastión donde “ganaban caminando”).

 

La despolitizante campaña del FIT y «los espejitos de colores»

 

EN lo que hace a la campaña y la performance del FIT en estas elecciones en un escenario de polarización entre los de arriba, la cantidad de votos obtenidos por la izquierda y la centro-izquierda no movió el amperímetro. Esto pese a que para la centro-izquierda representada por el periodista-candidato Del Frade (Frente Social y Popular) y para Ciudad Futura, liderada por Monteverde, hubo algunos puestos en la Legislatura provincial y aun en el Concejo Municipal (y claro está todavía pueden obtenerse otros lugares en la medida que se confirmen los resultados definitivos).

Por su parte, hay casos ya instalados desde la izquierda como la banca de Jorgelina Signa del PO en el Concejo Deliberante de la ciudad de Capitán Bermúdez. Sin embargo, lo más llamativo es el saldo político que deja la campaña del FIT, campaña muy despolitizada y con una gran fragmentación de las fuerzas políticas que lo componen. En toda campaña de masas los carteles callejeros son fundamentales por la posibilidad de llegada inmediata a miles de personas. En el caso del FIT estos afiches hacían referencia sólo a «cuántos votos les hacían falta» para llegar a pasar el piso proscriptivo o para entrar al Concejo Municipal, pero sin ninguna denuncia al gobierno provincial ni a la reforma electoral prosciptiva. Los afiches rezaban un indeterminado «nos exigen miles de votos» (no se sabe quién exigía), y otros «necesitamos 7 mil votos para entrar al Concejo» (sin decir para qué). Tampoco esbozaban ninguna consigna programática ni propuesta en relación al salario, paritaria o el ajuste del gobierno, que los distinguiera. Apostaron solo a la autoafirmación de decirse «de izquierda» en general para que la gente los votara, lo que pareció ser la única preocupación.

Esto es grave en corrientes que pretenden llamarse revolucionarias. Está claro que los votos y los puestos legislativos que se puedan adquirir son importantes y pueden ser una palanca para el desarrollo de una política verdaderamente revolucionaria. Pero eso sólo a condición de ser estos los subproductos de una verdadera política y campaña de izquierda y revolucionaria, donde se llame a las cosas por su nombre y no se esquive la realidad. El reducir toda la política y la campaña a la suma de votos, y transformar eso en un fin en sí mismo es un peligroso error oportunista que tensa en dirección a la adaptación al Estado Burgués…

Desde el Nuevo MAS pensamos que es evidente que la feroz interna del PO y PTS dentro del FIT acentuó la fragmentación de la campaña, dado que más que otras veces cada corriente «hizo la suya» con sus propios candidatos sin mencionar al resto, con lo que se perdió toda referencia a la mínima identidad política y de programa que supone ir en un «frente» político electoral, máxime si pretende llamarse de trabajadores. Pero lo que es una grosería electoralista, y en esto, tanto PO como PTS e IS fueron igualmente oportunistas, es en no educar a la clase, en no usar las elecciones y todas las armas del régimen de los patrones para ayudar al avance en la conciencia de los explotados y oprimidos, en no plantear que la solución está en nuestras propias manos y en la movilización independiente. Si dejamos de lado por un momento algunos concejales obtenidos y los pocos votos a gobernador, el balance respecto de esta principal tarea de los revolucionarios que se presentan a elecciones burguesas, deficiente. Una campaña despolitizada lejos de alertar a las masas sobre las instituciones del régimen, genera confianza en este desarmándolas. Esto dejó al FIT (que aún sigue siendo parte de la izquierda independiente) peligrosamente confundido con la centroizquierda de Ciudad Futura, que representa cierta «izquierda social» de «apoyo crítico» a los K.

Resulta muy curiosa y reveladora en este sentido la sorpresa del PTS ante el nuevo fraude de los “narco socialistas” del PS: «lo hicieron de nuevo» chillan en su web… pero, qué esperaban con esta ley electoral, con las PASO, con los fraudes, en la medida en que los revolucionarios no eduquemos alertar a los trabajadores y a las amplias masas. Esas creemos, son las consecuencias de no enfrentar abiertamente la proscripción y no poner la campaña electoral a la ofensiva con los ejemplos más avanzados de los trabajadores como la lucha de los aceiteros a la cabeza. Son esas, creemos, las alarmas de quienes peligrosamente se adaptan a las trampas del régimen buscando los «atajos» más simples  y no buscan consecuentemente (o han empezado a olvidar) la educación para la autodeterminación y organización independiente de la clase trabajadora.

 

 Nuevo MAS – Rosario

 

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