El 2 de febrero pasado, se realizó la primera vuelta de las presidenciales y también la elección de diputados a la Asamblea Nacional. Ningún candidato logró el 40% de votos necesarios y se realizará una segunda ronda el 6 de abril. Se votará entre Luis Guillermo Solís del Partido Acción Ciudadana (PAC), que logró un 31% de los votos, y Johnny Araya Monge del Partido Liberación Nacional (PLN), que hoy gobierna y que obtuvo sólo el 29%. Fue un gran “voto castigo”, que además bosquejó tendencias de ruptura (principalmente hacia izquierda) en relación a los partidos tradicionales de Costa Rica, como el PLN y el PUSC (Partido Unidad Social Cristiana) que ni siquiera llegó al ballotage. Estos elementos de ruptura se reflejaron también en la votación del Frente Amplio, un agrupamiento reformista ultra-rosado, que logró un inesperado 17%. En la siguiente declaración de los compañeros de Nuevo Partido Socialista (NPS) –que presentó lista de diputados en la provincia de Heredia, de concentración obrera y popular– se analiza esta situación, y las perspectivas y tareas (Redacción de SoB).

 

Llamado del Nuevo Partido Socialista (NPS)

¡En esta segunda ronda no vote por nadie!

Las elecciones nacionales dejan muy claramente establecido que, sea quien gane la segunda ronda, en los próximos cuatro años habrá luchas callejeras y una Asamblea Legislativa sumamente reaccionaria. Se constata que sectores de clase media y populares (sobre todo fuera de la GAM [Gran Área Metropolitana]) rompen electoralmente con la burguesía y este movimiento generó una respuesta reaccionaria, cuya expresión es la segunda ronda entre el PLN [Partido Liberación Nacional] y el PAC [Partido Acción Ciudadana], o sea entre partidos dirigidos por la burguesía.

Desde el NPS llamamos a no votar en esta segunda ronda porque, sea quien quede, será necesario luchar contra el futuro gobierno, pues los ataques al salario, a los derechos de las mujeres, la oposición al matrimonio igualitario, etc., serán tema de todos los días.

Durante meses en el NPS planteamos que las elecciones no se imponían del todo, sino que las luchas sociales previas las ensombrecían, al punto que terminaron por reflejar, con todas las distorsiones electorales del caso, la ruptura de una franja amplia nacional con los proyectos de la burguesía, expresada en la votación del FA [Frente Amplio] y sus nueve diputados así como en el crecimiento evidente de la izquierda trotskista.

Esta ruptura electoral es progresiva. Pero insistimos una y otra vez en que es sólo el reflejo de una ruptura política que se ha venido preparando con años de neoliberalismo y que en los últimos tiempos ha ido encontrando formas políticas de organización. Esto debe ser explícito, para no caer en el desbarranque oportunista de creer que es en las elecciones donde se transforman las relaciones políticas.

Por sí mismo, este movimiento de ruptura podría profundizarse o detenerse, dependiendo de la manera en que los partidos de izquierda logren intervenir en las luchas sociales y entonces puedan marcar un camino de profundización de la ruptura de manera general, hasta romper con toda la burguesía.

Esa posibilidad sin embargo estará tan abierta como su opuesta: la posibilidad de detenerse ante los objetivos emancipatorios. Desde ya todos los opresores y explotadores se colocan en sus puestos para impedir una ruptura decisiva.

En el NPS confiamos en que las experiencias de oprimidos y explotados aclararán el camino a seguir y nos colocamos de manera militante en la trinchera de la ruptura con la burguesía y la defensa de los intereses de todos los oprimidos y explotados.

A pesar de que las elecciones constatan esta ruptura política con la burguesía, el medio electoral distorsiona todo y hace olvidar que las elecciones de la burguesía no son democráticas, sino que están diseñadas a imagen y semejanza de los empresarios. Hacen olvidar que la opresión y la explotación son cotidianas y que no es posible ser presidente del estado burgués sin ponerse del lado de la opresión y la explotación. Queda pendiente entonces el abandono en la confianza de la “democracia” burguesa por oprimidos y explotados. Y para esto será necesaria, sin duda alguna, mucha más lucha de clases.

En todo caso, en el plano realmente histórico, en el plano de la lucha de clases, las elecciones han puesto en entredicho si la pequeña burguesía del Valle Central tiene que seguir o no a la gran burguesía, mientras que amplios sectores rurales ya han dado ese paso.

Y si ese paso no fue más profundo y radical, se debe sobre todo a las poses pequeñoburguesas y acomodaticias con que el Frente Amplio asumió la campaña del miedo que lanzó la burguesía. El reformismo de su caudillo impidió que la pequeña burguesía del Valle Central confiara en sus propias fuerzas y terminó girando de manera conservadora hacia el PAC, restableciendo en alguna medida el acuerdo entre capas medias y los sectores burgueses…

Todo esto explica la relativa inutilidad de la campaña anticomunista de la burguesía, pues los sectores trabajadores, al ver al pequeñoburgués y al burgués en confrontación, se ven obligados a tomar decisiones de manera independiente. Y ahí es donde la campaña del miedo falla, al punto que su máximo inspirador –Otto Guevara [candidato del Movimiento Libertario, ultra-neoliberal]– es hoy el principal derrotado electoral.

Por lo demás, no podemos decir que las elecciones hayan permitido una recomposición o reversión del deterioro del estado y del dominio burgués. Más bien, el hecho de que presumiblemente la Asamblea Legislativa vaya a jugar un rol político más significativo que el propio presidente, hace pensar en un régimen político más estancado y contradictorio.

Es que no se puede olvidar que, por un lado, Costa Rica es presidencialista. Pero, por otro lado, en la realidad, la Asamblea Legislativa concentrará a los principales cuadros políticos de la burguesía, reaccionarios hasta la médula, como Desanti [del PLN] u Ottón Solís [del PAC], pero que además son malos políticos burgueses, al punto que prácticamente todos son candidatos fallidos.

Poco cambia este carácter reaccionario de la Asamblea Legislativa la elección de nueve diputados frenteamplistas, ya que dos de ellos son curas y expresamente opuestos al aborto y al matrimonio igualitario. Otros dos son burócratas sindicales que hace años dejaron de representar intereses obreros y que además tienen a cuestas denuncias por violencia doméstica. Y por si fuera poco, estarán dirigidos por la principal cuadro político del viejo stalinismo costarricense, a quien no se le reconoce ni una iniciativa política de organización de oprimidos y explotados, cosa difícil pues su formación política impide tal cosa. Esta es la facción “progresiva” de la Legislativa… En la facción más reaccionaria hay cuatro clérigos evangélicos, un reaccionario lumpen como Oscar López, tres “libertarios” dirigidos por el derrotado Guevara… etc.

Todo eso completado por dieciocho diputados liberacionistas [PLN] y catorce del PAC, lo que hace mayoría para las fuerzas burguesas y reaccionarias y de donde previsiblemente serán sacados muchos de los futuros precandidatos. Esto hace prever también una lucha más encarnizada en la Asamblea, con su consecuente paralización y punto de deterioro para el régimen burgués.

Para el Nuevo Partido Socialista, la elección marca el camino que debemos recorrer en la organización de oprimidos y explotados, en quienes depositamos toda nuestra confianza para, en un futuro próximo, hacer una ruptura definitiva con la burguesía.

Sentimos mucho orgullo de haber hecho una campaña electoral en favor de la libertad sindical, contra los ataques al salario, por el matrimonio igualitario, por el derecho al aborto y la asamblea constituyente para refundar el país. Hemos sido parte objetiva de diversas luchas y además sabemos que somos el partido más joven de toda la elección, lo que nos permite pensar en un futuro NPS más grande, más militante, más socialista y más revolucionario e invitamos al activismo más consciente para que se sume a la construcción de este proyecto.

Por ahora, constatamos que la distancia entre nuestras políticas y la conciencia de las masas se hace pequeña en jornadas de movilización y se hace grande en las elecciones, lo que no es inesperado. Más bien, confirma que las elecciones no son nuestro método de llegar al poder, sino que el método para la transformación social es la movilización revolucionaria y callejera, hasta la instauración de un estado obrero, donde la propiedad privada (bancos, fábricas, etc.) sea expropiada, el capitalismo destruido y quedemos más cerca de una sociedad libre.

Comité Ejecutivo del NPS

10 de febrero de 2014

Dejanos tu comentario!