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“Los sacaremos corriendo cuando vengan con el 43%”    (Héctor Méndez, jefe de la UIA)

En la última semana hay dos hechos que se han colocado por encima de los demás.

El primero, atendiendo al inicio de la ronda electoral nacional, es el triunfo del Frente para la Victoria en Salta, que no por previsible ha dejado de tener impacto nacional. El segundo es la crisis que parece abrirse en la ronda de las paritarias, donde los empresarios están escenificando el intento de imponer una nueva caída del salario real.

Nos dedicaremos a continuación a estas cuestiones sin olvidarnos de nuestro llamado a un acto unificado de la izquierda, obrero y socialista, para el próximo 1º de Mayo.

Salta, la peronista

La primera consideración para hacer se refiere al resultado electoral. Como señalamos arriba, si bien era previsible, no por eso dejó de tener impacto el triunfo de Juan Manuel Urtubey en las PASO provinciales. Es verdad que se dio, en cierta forma, un fenómeno de polarización electoral entre el oficialismo del Frente para la Victoria y la oposición (Macri y Massa) nucleada detrás de la candidatura de Romero; los radicales mantuvieron en Salta el UNEN recuperándose un poco y obteniendo algo más del 6% de la votación.

Sin embargo, hay que señalar que este fenómeno de polarización no ocurrió entre dos fuerzas de peso similar: la diferencia lograda por Urtubey deja la votación definitiva casi como una formalidad.

Sin poder entrar en detalles sobre la situación particular de Salta y sin perder de vista que las elecciones en Mendoza y Santa Fe del próximo domingo, así como las de CABA el 26, no les darán el triunfo a los K, de todas maneras no dejan de expresar un fenómeno más general: el hecho de que el oficialismo está llegando a su fin de ciclo (al menos en su forma actual) con un grado de solidez que no tiene antecedentes en otros recambios presidenciales desde 1983.

Ni lerdos ni perezosos, Scioli y Randazzo se subieron a los festejos en Salta, escenificando, el primero, la idea de que “hay que avanzar sobre lo conquistado en vez de volver a empezar”… Es que el triunfo kirchnerista en Salta ha coincidido con una suerte de “vuelco” en las propias filas K en el sentido de definiciones en favor de Scioli, al tiempo que con un aumento de este en las encuestas, volviendo, quizás, al primer puesto electoral.

Por contraposición, ni Massa ni Macri pudieron festejar en Salta. Si se toma la candidatura a gobernador, Romero es “propia tropa” de Massa y perdió la elección (es harto difícil que pueda dar vuelta el resultado para las definitivas).

Pero también Macri salió perdiendo, porque en la interna de este espacio apostó por el candidato a Salta capital, Durand Cornejo, que, precisamente, salió perdiendo con el de Massa, Gustavo Sáenz, que se llevó de esta forma un premio consuelo (señalemos que el romerismo salió primero en Salta capital, razón por la cual no es descartable que gane la intendencia).

Macri redondeó así una mala semana porque al traspié salteño se le agrega la incertidumbre que se vive en CABA para las PASO del 26. La interna del PRO está que arde, más allá de que sea puramente de aparatos: Rodríguez Larreta presentándose como “fiel” a Macri y Micheti como la “candidata del pueblo”… ¿Para qué? Para lo mismo, que es seguir con una Ciudad para los privilegiados, no para los trabajadores, las mujeres ni la juventud, evidentemente.

Pero si Macri podría festejar un eventual triunfo de Del Sel en las PASO santafecinas a la gobernación, o del candidato radical a la gobernación en Mendoza (apoyado por el PRO), Alfredo Cornejo, en todo caso todavía está por verse.

Lo que resta como resultado de la última semana es que la carrera presidencial está muy abierta, casi seguramente con Scioli al frente, Macri segundo y con un Massa que a pesar del sapo que se apresta a realizar en la Ciudad el 26, se mantiene en la pelea como tercero en discordia.

La crisis en las paritarias

Pero al año electoral se ha venido a agregar otro condimento que habrá que ver qué dinámica adquiere. Dos semanas atrás se realizó el cuarto paro general bajo el gobierno de Cristina, un paro pasivo pero enormemente masivo, exitoso.

Su contenido principal: la bronca de los trabajadores por el retraso salarial en general, más allá del repudio explícito a la aberración del impuesto al salario.

En lo inmediato, los gremios del transporte, a la cabeza de los cuales están los colectiveros de la UTA y los maquinistas de Maturana, están negándose a convocar a un nuevo paro general. Su excusa es que en caso de realizarse, para ser más “grande” deberían sumarse los sindicatos de la CGT oficialista, sindicatos que están algo más críticos con el gobierno pero lejísimos de saltar la tranquera y salir a convocar un paro general.

Frente a esto, Moyano y Barrionuevo se volvían a reunir al cierre de esta edición, pero más allá de las ganas que tengan (o no) de convocar a una nueva medida (más el segundo que el primero), es improbable que se larguen a un nuevo paro general sin la adhesión del transporte; una variante es la convocatoria a una marcha a Plaza de Mayo, lo que sería más sencillo de realizar; en todo caso, con menos consecuencias no queridas: a no olvidarnos que la burocracia sindical peronista es uno de los principales factores de estabilidad del país.

De todas maneras, lo que subsiste es que se ha abierto una crisis en la negociación paritaria. Y la “sede” de esta crisis es, ni más ni menos, la UOM conducida por el jefe de la CGT oficial, Antonio Caló. La cosa es bastante sencilla: la conducción de la UOM salió a pedir un 32%, aunque por lo bajo admiten que se conformarían con un 27% más alguna suma fija al final del aumento; esto a condición que haya “garantías” de parte del gobierno de que hará modificaciones a mitad de año respecto del impuesto al salario (algo ha dejado trascender el oficialismo al respecto, pero en concreto no hay nada).

Sin embargo, y en del marco de las declaraciones antiobreras del actual jefe de la UIA Héctor Méndez ya citadas, las seis cámaras empresarias metalúrgicas sólo han ofrecido un 20% (que llegaría a un 22% adicionándole una suma no remunerativa).

Esto plantea un cuadro de crisis real en las paritarias, que eventualmente se resolverá (¡no olvidar que las paritarias están en manos de la burocracia!), pero que por lo pronto tiene dos escollos.

El primero, ya desarrollado en nuestra edición anterior, es el problema de que cualquier aumento que vaya más allá de un cierto piso significará que una nueva porción de los trabajadores ingresen a tributar el impuesto a las “ganancias”, perdiendo de esta forma cualquier sentido dicho aumento acordado.

Pero nos queremos detener en lo segundo que está en juego. Los planteos de Méndez (y ahora de las cámaras empresarias metalúrgicas y también de comercio) parecen dejar el siguiente mensaje: no se puede esperar al próximo gobierno para comenzar un nuevo ajuste: hay que volver a producir en el 2015 una baja en el salario real que se sume a la obtenida el año pasado.

Es sabido que en el 2014 se perdieron, en promedio, unos diez puntos de salario real (aumentos promedio del 30% del salario contra 40% de los precios). Para este año la inflación se ha moderado en algo; pero nadie espera esté muy por debajo del 30%.

Así las cosas, un aumento en ese nivel no recuperaría lo perdido el año pasado (para eso haría falta el aumento del 40% que Méndez declara que “sacará corriendo” al que se lo vaya a pedir), pero al menos no significaría una nueva caída.

Pero aquí está el quid de la cuestión: si los empresarios logran imponer aumentos por debajo (o muy por debajo) del 30%, ya la cosa tomaría un nuevo color: el nuevo ajuste económico con caída directa del salario real se anticiparía, incluso, a la llegada del nuevo gobierno.

En medio de esta disputa, el gobierno parece mirar para otro lado. Tomada ha dicho que se trata de los “tironeos normales de cualquiera paritaria”; que no hay porque “alarmarse”. Y si Randazzo salió a rechazar otras reaccionarias declaraciones de Méndez donde contra toda evidencia afirmaba que “en los países normales no hay paritarias”, la realidad es que Cristina se muestra prescindente frente a la cosa.

Es verdad que ayer, martes 14, cuando la inauguración de una línea productiva en la automotriz Honda de Campana para producir un nuevo modelo, habló de que “no hay que bajar el consumo, no hay que bajar el salario. Si se quieren más inversiones, los empresarios tienen que sacar un poquito de sus ganancias”. Pero la realidad es que el gobierno no vería con malos ojos nuevas paritarias a la baja que fortalezcan el veranito de “estabilidad” (veranito que, atención, no deja de estar atado con alambre) que se observa por estos días.

Un Primero de Mayo unificado, obrero y socialista

La crisis en las paritarias y los tironeos alrededor de anticipar el duro ajuste que viene, podrían despertar a la coyuntura del letargo electoral en que se encuentra. Es probable que Moyano y Barrionuevo decidan alguna medida aunque no sea, por ahora, un paro general. Por otra parte, la UOM está anunciando un paro de 36 horas que habrá que ser si se mantiene, pero que de realizarse, y aunque sea pasivo, podría significar un paso hacia una confrontación mayor si ninguna de las dos partes retrocede.

Para una coyuntura más agitada conspira el hecho de que no están en desarrollo grandes luchas por abajo. Sólo se observan algunos conflictos puntuales, como por ejemplo el de los docentes de Tigre por la falta de cobro del salario de un sector de los maestros de la seccional, entre algunos otros en el país.

Sin embargo, conforme se sigue deteriorando la situación económica (el dólar paralelo dio hoy un respingo como hace cuatro meses no ocurría, encendiendo algunas señales de alarma) esta situación de falta de conflictividad podría modificarse.

Sobre todo si finalmente se confirman los rumores que crecen en varias terminales automotrices: que podría haber despidos masivos en algunas de ellas. Hay que estar alertas a ello, sobre todo tener reflejos en la izquierda ante la segura pasividad de la burocracia; despidos masivos que podrían cambiar la dinámica “relajada” de la coyuntura actual y dar lugar a conflictos durísimos de mayor magnitud que los que vivimos el año pasado.

De todos modos ya es un hecho que el problema del salario, del impuesto al salario, los ritmos de trabajo, los eventuales despidos en masa, el trabajo precario, el alerta por el ajuste que viene gane quien gane, así como el planteo general de la necesidad de un plan económico de los trabajadores, de que la crisis la paguen los capitalistas, debe ser incorporado por las campañas electorales de la izquierda, sobre todo hacia la presidencial.

Esto es lo que ha comenzado a hacer nuestro partido, que mientras se esfuerza de manera militante en las campañas en CABA y Neuquén para contrapesar el “imperio de los aparatos” que configura las elecciones que vienen (la trampa de las PASO, el piso proscriptivo del 1,5% y del supuesto “festival democrático” que significan las “internas”), está lanzando su campaña presidencial con la recorrida que ha iniciado por el país (Córdoba, La Rioja y San Luis) nuestro compañero Chino Heberling, precandidato presidencial del nuevo MAS.

En todo caso, se viene un nuevo 1º de Mayo, y dado el contexto de potencial finalización de la “calma chicha” puramente electoral, se plantea nuevamente la cuestión de la posibilidad de realizar un acto unificado de la izquierda clasista. Nuestro llamado es centralmente al FIT y a los grupos que se referencian hoy día en él, a que organicemos este acto en común. La juventud de nuestro partido ha planteado esta propuesta en varias asambleas estudiantiles realizadas la última semana, y en algunas de ellas se han logrado pronunciamientos favorables, lo que podría ser auspicioso.

El argumento en contra es que expresamos “distintas alternativas electorales”, a lo que respondemos que, de todas maneras, se trata de alternativas presidenciales, ambas, de independencia de clase. Y además, que nuestro partido mantendrá hasta el cierre de las listas a finales de junio el llamado a que en conjunto, con el FIT y también con Zamora, presentemos una alternativa socialista unificada.

Más allá de lo anterior, y mientras redoblamos los esfuerzos en CABA y Neuquén hacia las elecciones del domingo 26, iremos poniendo en marcha un “plan B” en caso de que no logremos que salga un acto unificado: llamaremos a realizar a toda nuestra militancia y simpatizantes, a los nuevos compañeros y compañeras de la joven generación partidaria, un gran acto obrero y socialista este 1º de Mayo donde proclamaremos nuestra fórmula presidencial: Héctor “Chino” Heberling a presidente y Jorge Ayala a vice.     

 

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